El Levante, la ópera prima del maestro

El Levante ha vuelto a hacer historia. Y lo ha hecho con el sello de un hombre que nunca alzó la voz más de la cuenta. Pero sí los resultados. Contundente, pero sin vehemencia. Julián Calero ha sido mucho más que un entrenador. Ha sido el arquitecto de un equipo que ha aprendido a sufrir, resistir y golpear en el momento justo. Desde su llegada, el conjunto granota ha asumido su identidad como una extensión de la personalidad de su técnico. Una intensa, resiliente, trabajada y sin atajos.

Calero no es un recién llegado al éxito. Viene desde el barro del fútbol. Llevó al Burgos a Segunda División y lo consolidó. Luego, obró el milagro de mantener al Cartagena cuando todo parecía perdido. Y ahora, ha tocado la gloria con el Levante. Transformando al equipo en una máquina sólida, fiable y competitiva. Un grupo que nunca negocia el esfuerzo ni la disciplina.

Un Levante con alma, orden y colmillo

Bajo su mando, el Levante ha forjado una estructura inquebrantable en defensa. Cada jugador sabe qué hacer y cuándo hacerlo. Y cuando recuperan el balón, la verticalidad y las transiciones rápidas marcan la diferencia. No necesitan dominar el balón para dominar el partido. Calero ha sabido sacar el máximo de cada futbolista. Convertir lo colectivo en la gran estrella del ascenso.

Este ascenso no es solo una victoria deportiva. Es una historia de superación, de trabajo desde la humildad. Y de creer en un método. Julián Calero ha devuelto al Levante donde merece estar. Pero, sobre todo, ha demostrado que el camino largo, cuando es firme, también lleva al éxito. El suyo es ya un nombre propio en la historia del club granota.