Rubén Castro, el tiburón canario

Las aguas del océano atlántico advierten que un tiburón anda suelto. Rubén Castro lleva 16 años amenazando los buques del fútbol español. Con el paso del tiempo, pueden creer que la mordida de este pez ha perdido fuerza, pero lo cierto es que sigue siendo tan letal como siempre. Un depredador nunca pierde su instinto.
Paso fugaz por las Rias Baixas
El verano de 2004, tras erigirse como máximo goleador de la categoría de plata, Rubén Castro deja el club que le vio crecer, la UD Las Palmas, para recalar en el Deportivo de La Coruña. Un equipo que venía de establecerse en la tercera posición de La Liga, y de ser semifinalista de la UEFA Champions League. Como era de esperar, el joven delantero canario tuvo que buscar oportunidades lejos de Riazor.
Rubén Castro y el silencio de Las Palmas
Albacete, Racing de Santander, Nástic de Tarragona, Huesca y Rayo Vallecano acogieron al tiburón en su etapa de crecimiento. Tanto en tierras aragonesas como en la capital se asentó como goleador, tras unos años de irregularidad. Y comenzó a demostrar de lo que podía ser capaz con pequeños zarpazos de su calidad.
Rubén Castro, historia verdiblanca
En el verano de 2010, el Real Betis se hace con los servicios del atacante isleño por más de un millón y medio de euros. Con Pepe Mel a la cabeza, el único objetivo del conjunto sevillano era el ascenso a Primera División, y vaya si lo consiguió. Campeón de Segunda y Rubén Castro terminó bota de bronce con 27 goles.

Rubén Castro, ídolo en el Betis | Imagen: Diario MARCA
Ya en la máxima categoría, destapó todas las dudas de sus anteriores altibajos. Se alzó durante dos temporadas consecutivas (11-12 y 12/13) como máximo goleador del Real Betis y fue el tercer clasificado en el trofeo Zarra durante los años mencionados. La temporada 12/13 llevó al club de Heliópolis a Europa, siete años después. Además de colocarse cuarto goleador histórico del cuadro verdiblanco.
Reyes del gol
La temporada 13/14 elevó a los altares a Rubén Castro en lo personal, y le hundió en lo colectivo. Fue la campaña en la que el tiburón se hizo rey del Guadalquivir, convirtiéndose en el máximo goleador de la historia del Real Betis. Pero también el hundimiento de un conjunto verdiblanco que acabó la temporada último, a 15 puntos de la salvación.
La afición del Benito Villamarín temía por una fuga de estrellas. Sobre todo había pánico a la marcha del tándem que formaban Jorge Molina y el propio Rubén Castro. Lo cierto es que ambos jugadores se quedaron, y los seguidores verdiblancos se lo agradecerán eternamente. De nuevo de la mano de Pepe Mel, que llegó a mitad de temporada, la dupla bética consiguió anotar 51 goles para devolver al Real Betis al sitio que merecía, la categoría de oro.
Las dos campañas posteriores al ascenso, el delantero canario no bajó sus cifras. Contribuyó de esta manera a la salvación del equipo andaluz sin demasiados apuros.

Rubén Castro posando con las camisetas de los dos clubes de su corazón | Foto: MARCA.com
El regreso a la isla
Con la llegada de Quique Setién en la temporada 17/18, Rubén Castro pierde su sitio y busca nuevas experiencias lejos de su país natal. Se marcha cedido a China hasta el mercado invernal. El equipo bético finaliza sexto en La Liga, y hace una de sus mejores campañas en los últimos tiempos. El tiburón entiende que ha dado todo lo que tenía que dar en Sevilla, y que es el momento de regresar a su hábitat natural, Las Palmas de Gran Canaria. Se marcha del Real Betis haciendo historia como máximo goleador (147 goles), y convirtiéndose en leyenda.

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En Las Palmas se le recibe con los brazos abiertos, y la criatura sigue sin bajar de los 15 goles en su temporada de regreso al fútbol de plata, colocándose como bota de bronce de LaLiga 1|2|3.
A sus 38 primaveras, Rubén Castro sigue desbordando goles por sus botas, y nos los seguirá regalando hasta que su cuerpo lo permita.
En el fútbol profesional es muy complicado ser un goleador, es aún más difícil convertirse en ídolo, y resulta casi imposible que dos clubes distintos te traten como tal. Sin embargo Rubén Castro aúna todas estas cualidades. Las Palmas y Real Betis hermanados por el sentimiento hacia un jugador único. Un tiburón que ha conseguido hacerse dueño del Atlántico.
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