Albacete-Sestao, seis años del retorno

“A veces, no conoces el verdadero valor de un momento hasta que se convierte en recuerdo”– Dr. Seuss, caricaturista y escritor de libros para niños. La historia del fútbol, como las personas, se construye a base de momentos que con el tiempo se convierten en recuerdos. ¿Quién olvidará aquel gol de Iniesta en el minuto 116 que certificó a España como Campeona del Mundo? ¿Acaso el pie de Iker Casillas en el uno contra uno frente a Robben no cambió el transcurso de la historia del balompié? Y es que, en el fútbol, como en la vida misma, son los pequeños detalles los que marcan la diferencia y llegan a construir esos recuerdos que perduran en la retina de unos privilegiados que pudieron vivir aquel instante. Albacete-Sestao, seis años desde el retorno.
Así como los españoles no olvidarán jamás aquel Mundial de Sudáfrica, los aficionados del Alba no lo harán con el 25 de mayo de 2014. Aquel día, el conjunto manchego regresaba al fútbol profesional tras tres largas temporadas en una división de bronce que no pisaba desde hacía más de 20 años. Aquel día, el equipo se reencontró con su afición tras años de sufrimiento.
DOS FRACASOS EN EL INTENTO
Tras el descenso en 2011 a la Segunda División B debido a una esperpéntica temporada, el club conseguiría jugar los play-offs de ascenso para retornar a la categoría de plata hasta en dos ocasiones. Pero ambos intentos fueron fallidos, al caer eliminado por el Real Oviedo en la 2011/2012 y por el Cádiz en la 2012/2013.
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A pesar de aquellos varapalos deportivos y anímicos a una afición que se sentía cada vez menos identificada con el club, en 2014 el Alba lo volvió a hacer. Certificó su primer puesto del Grupo IV de la Segunda B y con ello, la participación en la eliminatoria de campeones. El rival, el Sestao River, modesto club del País Vasco que se encontraba en esa situación por primera vez en su historia.

Miguel Núñez | Diario AS
Tras un empate a tres en el partido de ida en el Estadio de Las Llanas, llegaba el recordado 25 de mayo, la fecha en que el Albacete tenía la oportunidad de resarcirse. Los días previos a dicho encuentro, los preparativos de la afición del Alba hacían intuir que algo grande se venía. En todos los rincones de la ciudad se respiraba ese olor al ansia de épica. Ganas de cambiar el transcurso de la historia de un club que había estado sumido en el ostracismo durante tres largos y tediosos años. Aquel dicho de “a la tercera va la vencida” se convirtió en el Padre Nuestro de toda la ciudad durante aquella semana previa al choque.
25 DE MAYO, “EL DÍA D”
Llegó el día “D” y el Alba necesitaba a la afición como un comandante necesita a sus soldados. La ciudad lo sabía y hacía días que conseguir una entrada para el partido era una odisea. Nadie se quería perder lo que pasara aquella tarde en el Carlos Belmonte. Como no podía ser de otra manera, se organizó el recibimiento a los jugadores dos horas antes del encuentro. Aquel que todo aficionado al club conoce, ese que recorre el largo de la Avenida de España hasta las inmediaciones del “templo” albacetista.
La afición había respondido a la llamada del equipo, y ahora era el equipo el que debía responder sobre el verde del Belmonte. Tras una salida de vestuarios jaleada y apoteosica debido al aliento de los 17.000 que llenaron el feudo albacetista, el partido comenzaba de la peor manera. Corría el minuto 20 y el Alba perdía 0-2 ante unos aficionados que no podían creer lo que estaba pasando.
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Durante aquellos instantes, ese horrible pensamiento de “otra vez no, no puede ser que vayamos a tirarlo todo por la borda de nuevo” que todo aficionado a un club ha tenido en algún momento de su vida. Esa horrible sensación que tuvieron los atléticos en Milán o los “reds” con el resbalón de Gerrard. Sin embargo, el destino, caprichoso como siempre, le tenía algo grande guardado al “Queso Mecánico”. En el minuto 33, Rubén Cruz remataba de cabeza para enviar el esférico al fondo de la red y poner un 1-2 que valía por dos en lo sentimental. En aquel instante, la afición del alba tan pesimista con el devenir del equipo, se activó de nuevo, volvió a creer.

Salida de vestuarios del Alba-Sestao | 5maseldescuento
Tan solo seis minutos más tarde, al filo del descanso, una jugada individual de Samuel Basora que, aún hoy, se recuerda en el Belmonte, acabó en gol de Cesar Díaz para poner el empate en el marcador, y con ello, darle la vuelta a la eliminatoria. El resto del partido caminó entre los nervios por la debacle, pues un gol del Sestao River suponía un devenir fatídico, y la emoción por el ascenso.
LLEGÓ EL ANSIADO ASCENSO, EL REGRESO DEL “QUESO MECÁNICO”
Con el pitido final de Pizarro Gómez, llegó el éxtasis. Miles de albaceteños tuvieron un “orgasmo” futbolístico en aquel momento. Llegó la invasión de campo, el manteo a los jugadores en el terreno de juego, las lágrimas del sufrimiento, de la presión contenida durante tanto tiempo. “Lo hemos conseguido, hemos vuelto”, sollozaban entre llantos de alegría los aficionados al club blanco. Como colofón final, la celebración en la famosa “Fuente del Parque” con equipo y afición más unidos que nunca.
Hoy hace 6 años de un día único en la historia reciente del @AlbaceteBPSAD , el mundo ha cambiado demasiado en muy poco tiempo.
El fútbol, fue, es y será del pueblo.
Reconozco que se me han puesto los pelos de punta montando y recobrando imágenes de archivo. pic.twitter.com/5oUrhQy0OT
— Pepe Coy López (@PepecLopez) May 25, 2020
El Alba regresaba así a la división de plata del fútbol profesional, retornaba de aquella tercera categoría a la que los aficionados de Segunda División la tildan como el “infierno”, por la gran dificultad que conlleva el abandonarla una vez la has visitado. Sin embargo, en aquel momento, los aficionados manchegos no eran del todo conscientes de lo que este acontecimiento marcaría sus vidas.
No importa que tras el ascenso y dos temporadas en la Liga Adelante, se volviese a caer al pozo de la Segunda B, ni tampoco el retorno del Alba a la categoría de plata. Ni siquiera los playoffs del pasado curso frente al Mallorca que dejaron con la miel en los labios a la afición manchega importan. Ese recuerdo perdurará en la retina de los albacetistas que disfrutaron hace seis años de aquella eliminatoria, un recuerdo que ningún acontecimiento futuro podrá cambiar.
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