Lugo, espíritu de lucha y supervivencia

El Club Deportivo Lugo es un fondista. Un ciclista de maillot albivermello que aguanta hasta el último minuto para atacar y salvar la general. Se ha acostumbrado a sufrir, a notar la ausencia de oxígeno en sus pulmones y seguir rindiendo. Se ha hecho grande ante las dificultades y ha tirado de brega y oficio para resistir. Es un héroe de la Grecia Clásica, divino pero humano. Una criatura que se equivoca, que yerra, pero que ofrece multitud de gestas al lector interesado en sus vivencias. El Lugo es todo eso y no parece que vaya a abandonar su destino. El Anxo Carro volverá a sachar por ser un año más templo del fútbol de plata.
Rubén Albés emuló la épica de Juanfran en un final de 20/21 frenético. Vallecas fue la culminación del buen trabajo psicológico y deportivo del vigués, que logró reconstruir a un equipo en autodestrucción en cuestión de jornadas. Nueva temporada y nuevos retos se le presentan a club y entrenador, pero la meta parece ser la misma a ojos del aficionado y la prensa: la permanencia.
Pese al buen hábito, la supervivencia nunca es un logro sencillo en Lugo. Más aún en esta campaña, en la que el equipo ha perdido piezas clave y se ha visto perjudicado por el momento de dolencia económica del fútbol. Encontrar la regularidad y la confianza a través del técnico serán factores clave en el éxito de este nuevo proyecto lucense. Reinventarse para permanecer.
Un juego de sillas veraniego
El mercado de fichajes ha despojado al Lugo de muchas de las instituciones y figuras que contaba en su plantilla en la campaña pasada. Se ha llevado a cabo una renovación en posiciones importantes que quedaron huecas tras la salida de estos jugadores. Sin embargo, las arcas albivermellas, malogradas por el contexto económico, dificultaron el trabajo a la hora de encontrar sustitutos de calidad. Ander Cantero y Frederico Venâncio, que partieron hacia tierras eibarresas, fueron suplidos por las llegadas de Óscar Whalley y Álex Pérez.

Foto: Diario As
Mauro Pérez, director deportivo del club gallego, trabajo también en pos de satisfacer las necesidades de Albés. Con ese incentivo llegaron futbolistas como Juan Antonio Ros o David Mayoral, que tuvieron minutos y protagonismo en anteriores proyectos del técnico vigués. También se logró prolongar la cesión de Diego Alende, otro de sus abanderados. Por otra parte, los capitanes del club lucense, Pita y Seoane, ampliaron su vinculación a la entidad y serán un activo importante en los vestuarios del club durante otro año. Se suman a futbolistas que continúan cumpliendo con su contrato con el club, como Manu Barreiro, Gerard Valentín o Hugo Rama.
Por otra parte, otra de las bajas sensibles fue la de Cristian Herrera, máximo goleador histórico del club en Segunda, que perdió trascendencia e implicación con el paso de las campañas. Para sustituirlo llega otro goleador de renombre en el equipo albivermello: Joselu. Un delantero que llegó a coronarse como Pichichi de la categoría en el Anxo Carro. El de Cartaya regresa con la necesidad de minutos y confianza tras varias campañas sin estar a su mejor nivel.
Cuestión de unión y fe
Uno de los motivos por los que el Lugo ha logrado sobrevivir tanto tiempo en Segunda es su unión. Tanto en el banquillo como en la grada el poder tribal y comunal es claro a la hora de obtener los objetivos a final de temporada. Rubén Albés, en el que se confía para alcanzar la permanencia, ha sido consciente de ello y así lo ha transmitido en el comienzo de temporada. El técnico llamó a filas y pidió el compromiso de la afición a lo largo de este curso para que el Anxo Carro fuese una fortaleza. El factor estadio tiene que ser una de las bases sobre las que se construya el camino.
En lo relativo a los jugadores, el técnico vigués ha construido un equipo que confía en él, que mezcla a gente de casa y futbolistas comprometidos con el club con caras conocidas de proyectos anteriores. Un bloque que confía -y tendrá que confiar- en su idea y su modelo. Albés contará con un grupo que, independientemente de lo poco socorrido de sus nombres, mostrará fe y ganas de demostrar su potencial en esta campaña. Entrega y humildad.
Un inicio de dudas y certezas
El Lugo ha comenzado la competición con dos empates frente a Oviedo (2-2) y Real Sociedad B (0-0). El primero de ellos, su debut liguero en el Carlos Tartiere, sucedió tras una remontada en el segundo tiempo. En una pobre primera parte en lo defensivo de los gallegos el conjunto local conseguía una ventaja doble. Se neutralizó a partir del minuto 70 tras la entrada desde el banquillo de futbolistas como Josep Señé, Joselu o Carrillo. Muestra de la capacidad competitiva del Lugo incluso en esas circunstancias de encuentro.

Foto: El Progreso de Lugo
Frente a su público mejoró su imagen. La Real Sociedad B, pese a tener la posesión, pudo haber sucumbido a los momentos de envite del Lugo, que transitó bien y aprovechó los errores cometidos por los euskaldunes frente a su bloque defensivo. Pese a que no logró ser efectivo y productivo en el área, el equipo llegó y golpeó buscando a Manu Barreiro desde las bandas, siendo veloz y vertical. Las sensaciones buenas y malas a la par si atendemos a los primeros resultados del trabajo de Albés. La mejor es que se comienza a intuir el espíritu y las ganas del equipo de lograr el objetivo. Lugo, un año más, respirará del espíritu sachador que tanto lo caracteriza. Todo por vencer y salvar una temporada con tranquilidad.
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