Anquela, todo y siempre Alcorcón

Hoy la memoria parece excesivamente corta, pero a fuego queda grabado aquel equipo de antaño que peleaba “hasta el último minuto del último partido”, el Alcorconazo que derribó a Goliat, los alfareros que, aunque humildes, peleaban con galones por objetivos dignos y hacían vibrar a la grada. Y junto a todos esos recuerdos bonitos, de la mano, un nombre propio: Juan Antonio Albacete Anquela.
Una decisión precipitada y premeditada
El técnico de Linares ha sido destituido tras una derrota abultada en Santo Domingo contra el Almería, pero el pretexto del mal resultado no deja de sonar a excusa barata para una decisión que parece más que premeditada. Ya sonaban tambores de guerra allá por la cuarta jornada, y más que un toque de atención con el fin de revertir la situación del equipo, parecía una cuenta atrás para que los que mueven los hilos campasen a sus anchas – más todavía – sin tener en cuenta pasado, futuro, y mucho menos afición.
No ha habido tregua ni paciencia para un entrenador que la pasada campaña, casi por arte de magia, cambió el cuatro por el 48 en el casillero de los puntos, obrando el milagro de la salvación en tiempo récord. Un técnico que siempre ha hecho lo que ha podido con lo poco que ha tenido, y que se tuvo que amoldar a un equipo hecho a la medida de otro la pasada campaña, y esta temporada no tuvo ni voz ni voto en lo referente a fichajes. Aunque una cuestionable planificación deportiva nunca ha sido excusa para Anquela, siempre impecable, apelando a la unidad y apostando por el trabajo duro, la realidad es que una plantilla tan mermada lastra hasta al capitán más experto, porque la cuerda siempre se acaba rompiendo del lado más flojo.
Un técnico que siempre lo será todo
Dicen que no hay más sordo que el que no quiere oír, y aunque es una frase hecha, en esta situación es firme reflejo de la realidad. La grada coreó su nombre, esa afición que normalmente peca de callada rompió su silencio para mostrarle su apoyo con un 0-4 en contra. Situación de película, algo fuera de lo normal, pero lo adecuado para un entrenador que se sale de lo habitual en todos los sentidos. Nadie habría renunciado a un equipo cómodo para ponerse el mono de trabajo y sacar a otro de la UCI, nadie habría renunciado a cifras altas de dinero por luchar junto a un club que vive al día y bajo mínimos, nadie habría arriesgado su propio pellejo de una forma tan kamikaze. Pero por suerte para la AD Alcorcón usted aquí fue y será todo, no nadie, aunque algunos se empeñen.
Vino porque “el equipo de su alma” lo necesitaba más que nunca, y se va porque de los valores que usted mismo sembró hace años, no queda prácticamente nada. Puede que en las decisiones tomadas en estas últimas temporadas el corazón haya pesado más que la razón, pero eso no es motivo de lamentaciones. Sentir y amar con pureza es algo a lo que solo los más privilegiados pueden acceder, está al alcance de muy pocos, y usted lo hace con el Alcorcón. Que no haya encajado dentro de un entramado tan turbio es casi motivo de halago, porque usted es un hombre de fútbol, y no de negocios. Porque usted es puro Alcorcón. Gracias y hasta siempre, míster.
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