Shon Weissman, todo un show

Es israelí, pero se ha adaptado como nadie a la cultura de nuestro país. Viene de Austria, aunque parezca que lleva toda su vida jugando en España. Solo lleva un año en el Real Valladolid, pero ya ha tenido tiempo de demostrar su ambición por darlo todo con este club. Hay cosas que van y vienen; los goles, las buenas rachas o la forma física. Pero hay algo que no se negocia; compromiso. Y en Valladolid tienen en sus filas a todo un soldado. De los que se dejan la piel, los que no dejan de trabajar hasta el final. En el fondo, de un futbolista se espera lealtad y esfuerzo, como si de un militar se tratase. Porque los aficionados somos unos románticos de este deporte. Con ustedes, el show de Shon Weissman. Con él, me iría hasta a la guerra.
Weissman es como un juguete de cuerda. Trabaja hasta donde le pidan, sin rechistar. Viendo los partidos de este Pucela, parece que Pacheta le ha dado cuerda infinita al delantero hebreo. Desde el primer hasta el último minuto, el 9 blanquivioleta no deja de correr. Presiona, ataca los espacios, se ofrece y combina. Más no se le puede pedir, sobre todo si cumple con la labor principal de un punta, marcar. Y es que Shon lo estuvo buscando durante todo el partido. Y, por supuesto, no paró hasta conseguirlo.
Shon Weissman puso el pasado domingo el 2-0 definitivo frente al Alcorcón, y devolvió las alas a un equipo al que se le había olvidado como volar. Y, además, lo hizo con ayuda de varios jugadores claves (y de un capitán indiscutible como Pacheta). Eso es lo que convierte al jugador internacional con Israel en un delantero diferente y para nada individualista. A fin de cuentas, él es un reflejo más del estado del equipo. Si el equipo está bien, Weissman va a estar bien, y cumple. En más de un bar de Valladolid se habrá oído algo como «es que la que tiene, la que engancha». Simple, pero cierto. Por eso es nuestro MVP de la jornada 7 de LaLiga SmartBank.
Conectar para funcionar
Hay motivos suficientes para que el MVP de esta jornada 7 haya sido Weissman. Pero, entre ellos, destaca la importancia de encabezar la ofensiva de un equipo enchufado. Después de una profunda oscuridad, el Real Valladolid volvió a saborear la victoria frente a un Alcorcón que se estrenaba en los banquillos. Sobra decir que Weissman no trabajó solo. Y, si alguien pudo haberle arrebatado el MVP, ese es Álvaro Aguado.
El espectáculo de Aguado impulsó a un Pucela que necesitaba a ese jugador que pudiese generar la situación ideal para dos delanteros como Sergio León y el propio Shon Weissman. Esa eficaz conexión entre el israelí y Aguado se materializó en el primer gol del partido, con una pared que derrocó las defensas alfareras. De esta forma, Shon sumó una asistencia, pero no se detuvo en su búsqueda del gol. Y, cuando por fin tu equipo te lee los desmarques y combina contigo, todo es mucho más fácil. Por ello, el crédito al trabajo del resto de sus compañeros es merecido.
Más que un zorro del gol
Del exjugador del Wolfsberger austriaco estamos descubriendo cualidades que todavía no habían salido a la luz desde sus pies. De Weissman se nos vendió un producto con una descripción muy simple; zorro del gol. De esos a los que el VAR les ha arrebatado más de un gol por fueras de juego milimétricos. Pero no, el israelí es más que un rematador. El año pasado, con Sergio González, se buscaba otro tipo de delantero. Alguien que estuviese ahí para atender a todos los balones colgados. Ahora, con Pacheta, el dinámico juego interior al que se aspira beneficia y ayuda a que todas las aptitudes ocultas de Weissman sean ahora útiles para el equipo. Encarador, hábil con el balón en los pies y asociativo con el resto de jugadores.
De hecho, esas habilidades se vieron potenciadas con la entrada de Cristo González en el terreno de juego, que pudo conectarse con el israelí de una forma más fluida que con Sergio León. Un segundo punta que impulsa en vez de pisar. Durante el comienzo del partido se vio a un jugador un poco más espeso de lo habitual. Presionaba como nunca y corría como siempre, pero, a la hora de encontrarse en el área, los ataques no conseguían llegar a buen puerto. Se topó con un colosal Dani Jiménez en varias ocasiones hasta que pudo afinar la puntería con un gol que resume el perfil completo de Shon Weissman. Se desmarca, recibe el balón al hueco, encara al defensa, crea un recorte exquisito para la vista y pone la pelota al segundo palo, imposible hasta para el portero más estirable.
En Zorrilla se vivió el domingo un momento muy esperado. El primer gol del hebreo con la afición pucelana como público de su espectáculo se celebró como ningún otro. Un simple «¿qué pasa?», y ya encandila a toda la capital castellana. Aparte de todas sus cualidades futbolísticas, tiene un carisma que no cabe en todo el feudo vallisoletano. Y no viene de la nada. A una afición como la del Pucela no se la convence con una simple celebración.
Weissman, actualmente el fichaje más caro de la historia blanquivioleta, es ya todo un símbolo del equipo. Un abanderado del orgullo pucelano, que ondea esa bandera por toda la Segunda División sin complejo alguno. Siendo un delantero pretendido por grandes equipos de Europa y Primera en España, Shon dejó su postura clara desde el primer día. De aquí no se iba a mover. Se siente en deuda con un club al que todavía no le ha devuelto la confianza que el Real Valladolid le dio con el salto desde Austria hasta España. Quizás sea el propio Weissman el primero que quiera ver al Valladolid de vuelta a Primera División. Y, a raíz de esos gestos, nace un ídolo. Dentro del campo, un guerrero pucelano. Fuera de él, un ciudadano vallisoletano más.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.