Gragera y Pedro Díaz, el motor del Sporting

Para un equipo que pretende luchar por todo, contar con jugadores de calidad y regulares en la medular un requisito indispensable. El Real Sporting cubre esa faceta con suma solidez.
El salto definitivo
Pedro Díaz y José Gragera no son nuevos descubrimientos. Cualquiera que siga un mínimo la categoría sabe de su calidad. Lo que quizá muchos no se esperaban era un nivel tan excelso, tanto en lo individual como en lo colectivo. Bien sea en fase de creación o de destrucción, se complementan a la perfección y dan la sobriedad que necesita el equipo en todo momento. Una sobriedad que en muchas ocasiones pone el corazón de los aficionados en un puño, cuando apuran al máximo el pase ante la presión.
Con David Gallego han llegado a su máximo esplendor, contando con la confianza de ser los motores del equipo. Gragera, con la función de bajar a recibir entre centrales para empezar la jugada con mayor claridad y la capacidad de estar posicionado donde se requiere estar en acciones defensivas, aprendiendo del gran Javi Fuego. Por su parte, Pedro Díaz sigue tomando las riendas del juego, buscando el mejor pase posible para que Villalba o los extremos percutan. Y por si fuera poco, con un guante en el pie para las acciones a balón parado.
Si bien uno de los problemas del Sporting el año pasado fue el cansancio acumulado, sobre todo después del brote Covid, este año el tono físico parece acompañar. Especialmente en el caso de José, que parece haber superado las secuelas de la enfermedad que le mermó en gran cantidad la pasada campaña. En concreto se trataba del Síndrome de Ryanaud, consistente en la sensación de entumecimiento, hormigueo o dolor y mayor susceptibilidad al frío, provocándole un deterioro del nivel y la curiosa imagen de verle jugar con guantes bien entrada la primavera. Aunque esos problemas ya parecen cosa del pasado, para otros que pudieran surgir, Christian Rivera y Nacho Méndez aguardan su oportunidad de poder aportar al equipo.
Mareo, una escuela prolífica
Para poner el broche a una pareja perfecta, hay que remarcar que ambos son de la casa. La sangre rojiblanca corre por sus venas, sumando un punto más de implicación y sentido de pertenencia. Parte de una generación que se espera dé muchas alegrías a la parroquia sportinguista, junto a los Gaspar Campos, Guille Rosas o Pablo García. Sin duda alguna, un equipo que emana orgullo para los aficionados y un centro del campo que, en calidad, pocos equipos de la categoría pueden igualar.
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