Real Sporting, ansia de gol

Dolidos, sí, pero convencidos. ‘Jugamos como nunca, perdimos como siempre’. Se ha empezado a viralizar en las últimas semanas esta frase que refleja fielmente lo que es hoy el Sporting. Una versión mejorada respecto a la campaña pasada que, sin embargo, no acaba de encontrar la determinación que sí tuvo en muchas fases de la 20-21. Y no tiene nada que ver con Djuka.
El partido del Almería había que saber dejarlo reposar. En caliente se dijeron cosas muy feas y la duda empezó a caer sobre Gijón, pero también existe un convencimiento generalizado de que esto solo puede ir para arriba. Lo bueno es que mentalmente el equipo tenía otra oportunidad de ganar pronto, escasos cinco días después. Lo malo, que viajaba a La Romareda. Un feudo en horas bajas no tiene a bien recibir visitas. El León estaba dormido, pero ha sabido despertar.
Ansiedad
A este equipo seguramente le pueda la ansiedad. Es una opinión desde el desconocimiento, pero cuesta creer que sea cuestión de fortuna la mala interpretación/precisión en los metros finales del Sporting. Cuando hasta Fran Villalba, el jugador más técnico e imaginativo, no acierta en el tres para dos que se genera y acaba parando Fernando luego de un remate que le sale centrado… algo no va bien. En clave meramente deportiva, al Sporting no le ahoga en muchas fases la presión rival y construye limpio, llegando con ventajas y superioridades a mitad de campo. Incluso, como se ha demostrado, frente al equipo más poderoso de La Liga SmartBank. La plantilla está hiper trabajada y tiene automatismos (lógicamente a un nivel acorde a la categoría y a los jugadores) para dominar diferentes contextos y ser un generador de ocasiones a partir de distintas individualidades: Villalba, Pedro, Gaspi, Aitor, Guille, Pablo García… Pero el fútbol, que muchas veces es injusto, se está cebando con un grupo humilde y trabajador al que su esfuerzo no acaba de llegar la recompensa merecida en el último mes de octubre.

Foto: Diario As
En lo emocional, el bajonazo de este punto de quince es fuerte. El Molinón es exigente y, desgraciadamente para la gran masa del fútbol, resultadista. Por eso, cuando el equipo va por debajo y requiere de calma, en Gijón cae la tormenta. A un equipo que construye desde la pausa no se le puede pedir vértigo porque, entonces, altera sus planes y puede volverse en su contra. El ‘templo’ no entiende de paciencia, sino de goles. Y esa no es una de las principales virtudes de la plantilla. Al Sporting le sobra pegada, pero le falta claridad. Desde su llegada, Djuka no ha mostrado signos de gran definidor y por eso falla las que falla, pero es un delantero autosuficiente, tiene la portería entre ceja y ceja y su compromiso con el rojiblanco es indudable. Jugó en Lugo escasas horas después de conocer el fallecimiento de su abuelo, con el que tenía una magnífica relación, y se quedó para jugar el martes, para él, no acudiendo así a su funeral en Serbia.
Al equipo le cuesta un mundo darle la vuelta al marcador. Cuando no se pone por delante, el estilo y plan de juego se ven perjudicados porque se plantea un contexto favorable para el rival, que se limita a esperar en bloque bajo. Se incrementa la complejidad cuando encaja el primer tanto. Salió airoso el Sporting con un punto de Lezama, Oviedo y Lugo el pasado fin de semana. No se resguardó hasta el 0-2 el Valladolid hace dos semanas, pero se perdonó en exceso y el talento pucelano arriba acabó decantando el partido.
Dudas fuera, confianza dentro
Pesa y seguirá pesando Almería. El peor síntoma de esa ansiedad fue el gol en el descuento del conjunto andaluz. Cuando no puedes ganar un partido en los 90 minutos, no lo pierdas en cinco. Pero la ambición (desmedida) por llegar al tanto cobró esa factura. Aunque, al final, mentalmente supo igual la derrota que habría sabido el empate.
En el vestuario, el grupo está unido y desde dentro se manda el mensaje de que se va a revertir la situación. Mientras las dudas externas afloran y el runrún en torno a David Gallego se alimenta de su escaso intervencionismo en los partidos (el fondo de armario es el que es), el club crece en fe porque la crisis de resultados no es sinónimo de crisis en el juego, pese al momento puntual de Zaragoza. Berrocal en zona mixta, Pedro, Gragera, Gaspar y Villalba en redes sociales y Gallego en rueda de prensa. El de Suria es coherente: «Preocupado estaría si no generáramos, algún día entrarán». ¿Recuerdan la metáfora de Luis Enrique con el bote de ketchup? Y cómo acabó.
Si el Sporting se merece algo menos que los últimos resultados son las críticas del sportinguismo a la figura, primero, de Gallego, y, luego, de los jugadores. Todo llega, imaginen no confiar.
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