Un Burgos en declive de rendimiento

Las inercias, positivas y negativas. Esa incapacidad de modificar el estado en el que se encuentra un equipo, ese devenir de los acontecimientos invariable ya sea para bien o para mal. En esa dinámica positiva que permanece tras un ascenso, el Burgos CF de Julián Calero se estrenó en su retorno al fútbol profesional con paso firme, decidido y sobre todo con la moneda cayendo habitualmente de cara especialmente desde la cuarta fecha.
Y es que en las tres primeras jornadas el conjunto burgalés mostró su cara positiva en cuanto a sensaciones sin arrancar aún en resultados, con una ausencia alarmante de gol. Pero el derbi ante el Real Valladolid lo cambió todo, con una goleada convincente que ofreció al equipo esa confianza y tranquilidad necesaria para aposentar sus ideas.
Ibiza, punto de inflexión
Con el 4-2-3-1 como sistema de partida, heredado de la etapa en la planta de bronce, el Burgos CF inició la temporada en ese vaivén tan extraño entre rendimiento y resultados en el que habitaban los blanquinegros. Pero a finales de septiembre, en Ibiza, con una dolorosa derrota ante los baleares, se produzco un primer gran punto de inflexión. Uno en el que Calero entendió que el equipo requería ajustes para no terminar convirtiéndose en un conjunto previsible y vulnerable. Entonces, ante el Mirandés, llegó esa variación al 5-4-1 dinámico en el que la principal novedad era esa defensa formada por tres centrales y dos carrileros.
Esa fórmula novedosa comenzó con buen pie y, salvo un resbalón en Santo Domingo, ofreció réditos extraordinarios a lo largo del mes de octubre. Un acumulado de 10 puntos sobre 15 disputados y la tranquilidad de asomar a la zona noble de la tabla, alejando el fantasma de las posiciones de peligro. En ese tramo, pudimos ver en líneas generales un equipo fiable atrás pero sobre todo muy amenazante en línea ofensiva que en las primeras mitades de los encuentros encontraba fácilmente las grietas a los rivales y los dañaba en transiciones rápidas.
La sensación de una fórmula que se agota
Sin embargo, ese nuevo rumbo otorgado por el técnico a la nave burgalesa ha sufrido un frenazo brusco, tendente al descarrilamiento. Tres derrotas consecutivas, en las que no ha logrado anotar y ha recibido siete tantos comienzan a preocupar en forma de claro declive en el rendimiento. Si bien es cierto que en ellas ha debido visitar a dos de los equipos más fiables del campeonato y recibir a un Real Zaragoza que iniciaba su renacimiento, no lo es menos que el nivel competitivo del Burgos ha estado lejos de lo mínimamente exigible.

Foto: BURGOSconecta
Sin dejar de ser competitivo -estuvo dentro del partido en Almería hasta el final en cuanto a resultado- las sensaciones de su fútbol ya no son las de ese bloque fiable y con confianza de inicio de curso. Ahora, al contrario, se puede percibir indecisión, desconfianza y timidez en el juego de los burgaleses. Así, especialmente en su visita al líder, se mostró excesivamente temeroso, preocupado de proteger su área pero olvidándose de amenazar la contraria. El Burgos necesita recuperar sus señas de identidad, esas que sustituyan a las señas de alerta que viene emitiendo cada vez con una mayor intensidad. Es momento para valientes, es tiempo de un paso al frente para recuperar aquellas virtudes que ya ha mostrado poseer.
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