Isi Palazón, el triunfo del desequilibrio

Existen triunfos que, paralelamente, son inesperados e inevitables. Es contradictorio, claro, pero no por ello quimérico. Tan sólo hay que fijarse en Isi Palazón. Un futbolista que alejado del ruido, los focos y las portadas ha terminado haciéndose un hueco considerable en un Rayo Vallecano de Primera. Aunque antes, como otros muchos, tuviera que batirse en el barro y caminar sobre arenas movedizas para subir cada pequeño escalón hacia la cima.
Porque Isi llegó al fútbol profesional a través de un ascenso con la Ponferradina y desde el principio se empeñó en mostrarnos sus cualidades. Era una especie de «queráis o no, me váis a conocer». Y así fue. Con Yuri acaparando las miradas, poco a poco el menudo extremo murciano fue ganando espacio hasta hacernos comprender que él también tenía capacidad para brillar. Con luz propia.
Un extremo descarado y convencido
Emparentado con José Antonio Camacho, esa conexión sanguínea se deja asomar en el carácter del futbolista sobre el terreno de juego. Obstinado, Palazón se reconoce por su garra y derroche. El corazón expuesto sobre el verde en cada aparición, en cada jugada. Sin embargo, ese carácter no lo es todo, sino un aliño dentro de la tormenta de virtudes de un extremo que ha tenido que ganarse su lugar a base de actuaciones estelares y una regularidad prácticamente extrema, como su rol.
Si algo caracteriza a Isi es la fe. Sí, digamos que ese convencimiento y confianza en sus posibilidades ha aparentado convertirse en la clave de su escalada, del éxito de su figura. Con el descaro por bandera y con mil virtudes ocultas tras la apariencia frágil de su estatura. Un engaño, una trampa para el rival, quizá una, triquiñuela más para hacer de trilero ante sus marcadores. Por dentro, por fuera, llegando por sorpresa o amenazando con descaro. Rematando o disparando con violencia; en distancias cortas o mayores. Manejando y dominando todos los registros ofensivos necesarios para convertir sus ataques en amenazas.
El triunfo del desequilibrio
Y con todo ello, en definitiva, este pequeño extremo logra crear desequilibrio; desordenar al rival y obtener ventajas con su juego. Lo detectó pronto el Rayo Vallecano, que no dudó en hacerse con sus servicios tras su aparición en escena con los de El Bierzo. Pocas veces una apuesta así sale tan de cara. Ascenso a Primera y, cuando pocos apostaban por su protagonismo en la máxima categoría, una vez más, hace triunfar su talento, su convicción y su desequilibrio. Un extremo que siempre suma y que ha terminado derribando toda barrera que se le haya presentado por delante.
Ahora, Isi Palazón renueva con el Rayo. Los de la franja se aseguran para varios años poder contar con un martillo pilón atacante. Un extremo desequilibrante en cualquier contexto, tanto en transición como en construcción. Y las retinas del aficionado también contarán con el privilegio de gozar con la electricidad que desprende su juego vertical.
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