Oviedo y Pucela, hermanos de fútbol

Corría el año 1996 cuando el antiguo Carlos Tartiere fue testigo de como se gestaba una de las hermandades más sólidas del fútbol español, por no decir la que más. En un partido que acabó con un 3-8 en favor del Real Valladolid, los pucelanos se hacían con la salvación en Primera Divisón, mientras que la hinchada carbayona, indiferente al resultado, celebraba los goles de Alen Peternac en una total comunión con los aficionados de Valladolid. Así, en el partido más extraño de la historia de La Liga y en el que más penaltis se han pitado, la relación entre los clubes de las capitales ha trascendido hasta la actualidad. 25 años después, el Estadio José Zorrilla vivió el domingo algo más que un partido de Segunda División.
Estos partidos huelen a otra cosa. Tienen ese ambiente del fútbol de siempre, tan nostálgico y tan romántico que hace que nosotros, la base de este deporte, los aficionados, nos olvidemos en la chapuza en la que se está convirtiendo el balompié. Díganle a un padre de Oviedo que llevó el domingo a su hijo a Zorrilla que el fútbol no es más que «un puñado de hombres detrás de un balón». Que intervengan los intereses económicos que tengan que intervenir, pero la ilusión no nos la van a quitar nunca, y eso supera a todo dinero existente en la faz de la Tierra. A veces, pienso en las palabras que utilizó Florentino Pérez para defender su proyecto de la Superliga, asegurando que «nadie quiere ver un Elche-Valladolid». Señor Florentino, me hubiese gustado que el domingo pudiese haber presenciado el ambiente del feudo vallisoletano. Desde luego, le hubiese sorprendido.
Los viajes con tu equipo crean recuerdos inmemorables. Para animar el ambiente previo al partido, la afición del Oviedo desplazada a la capital castellana tiñó las calles de Valladolid y su Plaza Mayor quedó sumergida bajo una marea azul que llevaba consigo buen rollo, un gran ambiente futbolero, y, desde luego, la ilusión de reencontrarse con un amigo, con un hermano al que hacía cuatro años que no visitaba. Que bonito (¡y qué necesario!) es lo que simboliza la hermandad de dos equipos históricos del fútbol español. Tal y como se cantó ayer en el Estadio José Zorrilla, y pase lo que pase esta temporada, Oviedo y Pucela, siempre de Primera.
Un duelo de errores y sentencias
La jornada 20 de La Liga Smartbank enfrentaba a dos hermanos de fútbol, pero rivales en la categoría de plata. En esta competición, no hay amor fraternal que pueda valer más que 3 puntos vitales por la continuidad en la lucha por el objetivo. En un partido espeso y con más ambiente que fútbol, todo siguió el curso natural al que estamos acostumbrados esta temporada. Borja Bastón anotó, aumentando sus cifras de pichichi. También lo hizo Shon Weissman, buscando alcanzar los goles del madrileño. Acostúmbrense a oír estos nombres en las retransmisiones deportivas, se van a hinchar a goles. Y, como no, la guinda del pastel la pusieron dos aficiones que estuvieron a la altura (incluso la superaron con creces) del encuentro. Un árbitro superado por la intensidad del partido enfadó tanto a oviedistas como blanquivioletas con sus decisiones, desde un elevado número de tarjetas amarillas hasta la siempre polémica condena al tiro desde los 11 metros.
A pesar de la poca fluidez del partido, el Real Oviedo mostró una buena cara frente al quinto posicionado en la tabla. Luismi, que volvía a la que fue su casa, junto a Brugman, trataron de afianzar la baza del contraataque que tiene el equipo de Ziganda a la vez que aprovechaban los errores defensivos del Real Valladolid. En un partido de ir y venir constante, los asturianos pusieron contra las cuerdas a un Pucela sin alma y sin apenas generar ocasiones que supo resistir hasta el último minuto. El partido se decidió en favor de los de Pacheta sobre dos acciones puntuales; el gravísimo error de Femenías, que regaló el balón a Nacho para que este rompiese el empate; y el fallo de penalti de Borja Bastón, al que se le hacía pequeña la portería de Jordi Masip (que se estrenaba como titular) y cometía el primer error desde el punto de penalti en lo que va de temporada.
Dos regalos de un Oviedo que concedió un partido en el que, por lo menos, mereció puntuar, pero del que también se lleva el cariño y el apoyo de la afición de su club hermanado, quienes ya esperan visitar el Tartiere para revivir la emoción de este enfrentamiento, y, porque no, soñar con un ascenso a Primera conjunto de Oviedo y de Pucela.
Ziganda, querer y no poder
El partido en Zorrilla era el momento perfecto para consolidar la mirada hacia el play-off por parte del equipo carbayón. El Real Oviedo, tras ganar por 3-1 al Alcorcón, gozaba de un buen estado de forma y de unas grandes sensaciones vistas en partidos como el de ayer. Partidos que, tras merecer puntuar, el Oviedo se deja dicha puntuación sin poder seguir sumando. Sin embargo, el fútbol va más allá de merecimientos, y los puntos se los lleva quien más veces mete el balón en la portería. La suerte mira en contra de los de Ziganda. Ya se vio en Ipurúa, donde el Eibar anotó en el 94, o el duro mazazo en Copa del Rey que en Oviedo prefieren no recordar. Y el domingo, ante todo un Real Valladolid en su estadio, el Oviedo mostró una de sus mejores versiones a pesar de los errores.
Borja Bastón, enchufadísimo, es líder de la tabla de máximos goladores, gracias, en parte, a la compañía de un Borja Sánchez que ya ha intervenido en 7 goles, asistiendo en 6. Lo dos Borja, los Batman y Robin de Asturias. Además, Gaston Brugman, clave en la medular ovetense, es quizá uno de los elementos más esenciales del Oviedo a la hora de mirar hacia el área contraria partiendo desde su propio campo. A todo ello, súmale a Calvo y Costas, una de las parejas de centrales revelación de la categoría, a pesar de que ayer Arribas sustituyese al sancionado Dani Calvo. De hecho, el equipo notó la descomposición de su afianzada dupla defensiva. En su conjunto, el Oviedo es un rival rocoso, sólido atrás y rápido a la contra, sabiendo gestionar bien sus fortalezas, como la incorporación de Bastón y los goles que lleva consigo, o sus debilidades, como la falta de combinación a la hora de generar ocasiones y la espesura del equipo a ratos, algo que sufrió el equipo frente al Pucela.
El Real Oviedo lo tiene todo para soñar. A tres puntos del play-off y con la mirada puesta en Fuenlabrada, Ziganda no se puede permitir fallar si quiere continuar con la aspiración al ascenso indirecto. En caso de que el Oviedo se llevase los tres puntos frente a un rival en horas bajas como el Fuenla y la UD Las Palmas de Pepe Mel pinchase frente al Eibar, los del Cuco ya se colarían entre los seis mejores equipos de Segunda. Una primera vuelta terminada con 31 puntos y con puestos de posible ascenso. Una posición que se observaba lejana en las últimas dos temporadas, donde los asturianos veían más cercana la lucha por la permanencia. Tan solo falta dar con una tecla para que el mecanismo empiece a exprimirse al máximo, porque las piezas ya están todas colocadas en su lugar.
Pacheta se hace valer en Zorrilla
A día de hoy, hay dos Real Valladolid. Uno, el que se ve fuera de casa, y usualmente, frente a rivales duros de roer, que no logra la misma inspiración como visitante que jugando en su templo. En cambio, la cara del Pucela como local es otra. Zorrilla es ya todo un fortín. El Valladolid es el 2.º mejor local de toda la competición, manteniendo ahora una racha de 5 jornadas consecutivas sumando de tres en el estadio castellano. Pacheta ha conseguido algo difícil de lograr. Mientras el equipo se acomoda en casa gracias al calor de su afición, los rivales de la categoría marcan el día en el José Zorrilla como todo un reto que asusta e intimida, ya que tan solo un equipo ha conseguido asaltar el acorazado blanquivioleta (Tenerife, 0-2).
Hay mucho destacable por parte de un Real Valladolid muy irregular y con una continuidad de victorias hasta ahora inexistente. Cuando da un buen resultado y, además, lo acompaña de buen juego, se acaba estampando de golpe en partidos fríos y sin solvencia. El Pucela se gusta en casa, mucho, pero sufre fuera. Del partido frente al Real Oviedo solamente se pueden sacar dos conclusiones positivas: que el equipo ha ganado y que ha logrado vencer un partido en el que estaba sufriendo. Porque sí, esos también valen tres puntos, y saber resistir al acoso del rival es oro en Segunda División. Disfrutando de una de las mejores plantillas de la categoría a nivel individual, a Pacheta le ocurre algo parecido a Ziganda. Todavía le falta dar con una clave que haga funcionar todo como es debido. Porque, cuando quiere, el Pucela ya ha demostrado que es un equipo con garra y poderío.
A pesar del desequilibrio grupal que suponía el incidente de Gonzalo Plata, que no fue convocado, el equipo ha sabido mirar hacia delante y dejar toda sensación negativa extradeportiva que pudiese alterar el rendimiento del grupo. Con esta victoria frente al Oviedo, el Real Valladolid vuelve a dirigir su mirada hacia los puestos de ascenso directo, ya que tan solo está a dos de la marca que establece la Ponferradina, segunda clasificada. Fijando en el calendario el partido ante el Sanse de Xabi Alonso, el Valladolid de Pacheta espera culminar la primera ronda de esta temporada 2021-2022 con 37 puntos, ansiando mejorar esta primera vuelta con más ambición que la demostrada hasta ahora. Porque, sin duda alguna, el Real Valladolid no puede quedarse atrás en la lucha por la primera y la segunda posición. Una carrera de Fórmula 1 en la que hay más nivel que nunca por unos cotizadísimos puestos de ascenso. Lucha que comparten tanto Oviedo como Pucela y que tiene que servir para demostrar el potencial todavía oculto de ambos equipos.
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