Julián Calero, trust the process

Julián Calero, uno de los nombres propios de la salida de los infiernos del Burgos CF. 17 meses para hacerse un hueco en el hall of fame del Plantío, una etapa marcada por superar día tras día piedras en el camino del tamaño de Stonehenge.
En un mes de Julio de 2020, cuando todos los equipos, o casi todos, pertenecientes a la última temporada de la historia de Segunda B ya habían movido ficha en forma de incorporaciones a sus respectivas plantillas, llegó el divino calvo a orillas del Arlanzón cuando la ansiedad se apoderaba de la parroquia blanquinegra.
Un inicio realmente complejo
Presentación concluida y al trabajo, en una pretemporada donde se empezaron a esbozar unas sensaciones que auguraban buenas nuevas en forma de victorias y buen juego haciendo de nexo con un comienzo liguero donde la única diferencia fue su lugar de acomodo. Porque sí, la nefasta organización de la que por aquellas era la familia propietaria del club teniendo rencillas económicas con el anterior cuerpo técnico del club obligaban al madrileño a dar instrucciones desde la grada. Una grada que, con restricciones derivadas de la dichosa pandemia, se empezaba a poblar.

Foto: Diario As
Los nubarrones de un dubitativo comienzo liguero se empezaban a despejar y el club albinegro lograba un empate y una victoria frente a Cultural Leonesa y Numancia, los dos cocos del grupo 1B. También poco a poco, las citadas rencillas con el anterior cuerpo técnico se despejaban permitiendo a Julián sentarse en el banquillo una vez entrado 2021 en Mareo ante el Sporting B.
Una banda de locos con épica para el retorno
Lo que parecía que los resultados positivos del Burgos tapaban, se estaba empezando a fraguar. La familia Caselli acumulaba meses y meses de impagos y una vez clasificados para el play-off de ascenso a 2ª fue el madrileño quien dio la cara públicamente denunciando dichos impagos a todo el personal blanquinegro, una situación que parecería desestabilizar al club en la etapa más importante de su reciente historia.
Con toda la incertidumbre económica del club, Calero y su banda de locos se plantaron en Extremadura con el objetivo de devolver a la ciudad de Cid al fútbol profesional. Dos victorias en el tiempo añadido daban el ansiado regreso al entramado profesional español.
Tras un verano muy convulso Michu, director deportivo de la entidad, y Calero, armaron un equipo encargado de evitar el regreso al infierno futbolístico. En una primera etapa de competición donde se tropezó, pero se aprendió de los errores, Calero y sus chicos están sumidos en una muy buena racha de resultados que les va a permitir terminar este 2021 alejados de la quema y con su consiguiente margen de mejora, pero ni Calero ni sus chicos dijeron su última palabra.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.