Aitor García, un obús camuflado

Es el apellido ‘García’ en los últimos tiempos una garantía de velocidad, de vértigo quizá, en La Liga SmartBank. Sin extendernos demasiado, tres de ellos ya hicieron las maletas el pasado verano con destino a Primera. Son Fran García, Álvaro García y Manu García. Casi nada al aparato. Y a esa estirpe de futbolistas incisivos y amenazantes se amolda a la perfección Aitor García.
Veloz y descarado, apasionado de los campos abiertos aunque también de los espacios generados por dentro. Voraz, de olfato desarrollado para hallar puertas abiertas y, sin embargo, ineficiente a todas luces en el ecosistema sportinguista a la hora de relacionarse con el gol, fin último del juego. Un bólido veloz, aerodinámico, sofisticado. Aunque con cierto olor a desaprovecho.
Aitor García, vertical y descarado
El descaro acompaña al de Gibraleón a lo largo de una carrera en la que se ha acostumbrado a tener que demostrar siempre un poquito mas para seguir escalando. «Sí, es rápido. Ya, es un puñal. Se sacrifica por el equipo, ya lo sé. Es polivalente, amenazante, desequilibrante. Pero… «. Y ese «pero» es el que ha ido poniendo freno a unas cualidades que, por otro lado, siempre han llamado la atención. Un tipo que termina convenciendo, aunque sea a medias, a Álvaro Cervera, es poco presumible que destaque negativamente por la actitud. Con ella y con la lucha se gana el corazón del bueno de Cervera.
De lateral, de extremo, de mediapunta e incluso como delantero. En todos esos perfiles, en cada demarcación, el onubense ha terminado rindiendo. Y, sin embargo, pocas letras han alabado su juego; escasas tertulias han puesto en valor esa manera tan eléctrica de amenazar a las defensas rivales y no, tampoco las cámaras han terminado de tratar bien las cualidades del bueno de Aitor. Ya se sabe, el elogio puede debilitar en exceso, como todo en la vida; pero también lo puede hacer por defecto. Un futbolista rápido, vertical, atrevido, inteligente, desequilibrante y comprometido. Lastrado por esa sensación de tener que demostrar mucho más de lo habitual para gozar del buen trato de la crítica. Apagado por la ausencia de foco.
Un Sporting necesitado de talento y confianza
En definitiva, Aitor García es ese futbolista que aglutina tantas cualidades futbolísticas, especialmente en fase ofensiva, al que su equipo debe saber exprimir para poder disfrutar toda una gama inagotable de colores. Aprovechar esa polivalencia que puede hacer de él un atacante imprevisible y ofrecer al equipo mayor variedad de registros. Abierto, explotando la banda, pero también los pasillos interiores.
En definitiva, David Gallego cuenta en sus filas con un soldado excelente, capaz de ejercer de peón sacrificado aunque a su vez sea torre y alfil que trace el camino del equipo tanto de forma vertical como en diagonales punzantes. Ese Aitor de Cervera, claro. Pero también el de Antonio Iriondo, mucho más peligroso y eficaz. Un activo de valor incalculable en todos los sentidos al que se debe sacar todo el jugo. Y aún no es tarde para ello.
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