Real Valladolid, progresa adecuadamente

Nunca vamos a poder olvidar la tensión de recibir las notas antes de irnos de vacaciones por Navidad. El hecho de ver una evaluación de tu rendimiento en los primeros meses ya era duro, y, lo peor, enseñárselo a tus padres. Por algo así están pasando los entrenadores de La Liga Smartbank. El juicio de toda una afición puede ser incluso peor que el de una madre. En Valladolid, Pacheta recibe su primer boletín de notas al mando del Pucela. ¿Da para castigo? No, ni mucho menos. Pero tampoco se debe descorchar el champán. Dejémoslo en un ‘progresa adecuadamente’.
La primera vuelta del Real Valladolid en su regreso a la Segunda División no ha dejado a nadie indiferente. De hecho, es muy difícil de valorar. El aficionado pucelano promedio, que arrancaba la temporada ilusionado con el ascenso directo, se ha podido estampar de golpe con la cruda realidad de esta competición (¡alguno se atrevió a considerar al equipo como el ‘PSG’ de Segunda!). Tres años en Primera fueron suficientes para que el Pucela olvidase lo que se sentía jornada tras jornada en Segunda. Aquí ya no hay rival fácil. Igual que puedes ganar 1-2 al Sporting en El Molinón, el Amorebieta te puede cascar cuatro en Lezama. De ahí que un aficionado llegue a valorar esta primera mitad como pésima. Pero, una vez que nos quitamos el peso de la bufanda y la valoramos objetivamente, la primera vuelta de Pacheta no ha sido para nada mala. Ese punto medio entre el suficiente y el notable que tira más hacia lo alto. Flechita para arriba. Ahora toca convertirlo en un sobresaliente. De momento, es agridulce, pero con motivos para el cambio.
Intensos, pero irregulares
Cuando ha querido, el Real Valladolid ha mostrado toda la garra que tiene. Eso sí, ha sido puntual y tímida. Con una irregularidad que ha caracterizado estas primeras 21 jornadas, el Pucela ha dejado una imagen fortificada en su templo, pero más débil cuando ha jugado a domicilio. Cada partido era una oportunidad para reivindicarse de una derrota anterior. Un bucle de derrotas fuera de casa y victorias en Zorrilla. Un día de la marmota eterno y frustrante.
El lado más negativo de esta primera ronda queda completamente protagonizado por los resbalones de El Plantío y Lezama, entre muchas otras derrotas. Ambos equipos, recién ascendidos, propinaron dos goleadas (3-0, 4-1) difícilmente olvidables para los pucelanos. No se le dieron bien los rivales ‘más asequibles’ (algo que no se debe considerar en esta liga) como el Ibiza (1-1), ni tampoco pudo Pacheta dar el golpe sobre la mesa más determinante ante el líder en Almería (3-1). Falta de consistencia, quizá provocada por la carencia de fuelle y experiencia de muchos de los jugadores en la categoría, todavía marcados por un duro descenso fundamentado en derrotas tontas y errores en los últimos minutos del partido, algo que el Pucela ha llevado consigo desde entonces.
En la otra cara de la moneda, todo el que ha visto jugar al Real Valladolid es testigo de su potencial. Sin duda, uno de los equipos más atractivos de La Liga Smartbank, teniendo en cuenta su propuesta ofensiva y su actitud en el campo. Un carácter definido que establece los pilares del Pucela en velocidad, intensidad y explosividad. Al contraataque es quizás el equipo que mejor maneja las transiciones ofensivas, con rapidez y contundencia gracias a la presencia de jugadores como Gonzalo Plata o Toni Villa. Toda una maquinaria de ataque que cuaja a la perfección tanto con la idea de juego de Pacheta como con los futbolistas que el burgalés dispone. En Valladolid, hartos de ver la cobardía defensiva y la timidez del equipo la pasada temporada con Sergio González, pueden presumir de un conjunto que, cuando logre reforzar sus debilidades, conseguirá ser una máquina de matar. Una naranja mecánica al puro estilo Stanley Kubrick.
Una médula espinal de Primera
Saltaron las sorpresas en Valladolid en cuanto a nombres se refiere. Jugadores que parecían perdidos ahora son exprimidos al máximo, y fichajes a priori desilusionantes han demostrado un rendimiento excelente. Luis Pérez, toda una daga por la banda derecha, ha sido, a mi juicio, el mejor lateral derecho de la primera vuelta. Álvaro Aguado, la reivindicación en su máxima expresión, se ha adueñado de un centro del campo que hace jugar al equipo a su gusto. Sergio León, quien llegaba a la capital castellana huérfano de minutos en el Levante, ha vuelto a ser futbolista, y lo ha hecho de la mano de un compañero de juergas perfecto como lo es Weissman. Y, como no, la perla escondida. Gonzalo Plata, en el campo, ha sacado a la luz lo que le faltaba al Real Valladolid; un jugador como él.
Si esto va de nombres propios, el protagonista de esta película es José Rojo Martín. De su fútbol, ya lo sabemos todo, pero también ha demostrado ser un líder y un gran gestor de vestuarios, algo que brillaba por su ausencia en los pasillos del José Zorrilla. Fruto de su planteamiento se ha desarrollado un equipo del cual, del once titular ya asentado, la columna vertebral está compuesta por unos jugadores de otra categoría. Si cae uno, se cae el equipo. Un efecto dominó del que se tiene constancia con la ausencia de alguno de ellos sobre el césped. Una médula espinal sobre la que todo a todo jugador le gustaría desenvolverse.
Jawad El-Yamiq siguió la estela de su año en Zaragoza y resaltó los últimos resquicios que quedaban de su último año en Segunda. En el campo, parece un Goliat al que nadie quiere enfrentarse. Su no llamada con la selección marroquí para la Copa África ha supuesto la alegría de los aficionados vallisoletanos, porque, sin Jawad, la defensa es una verbena. De Roque Mesa hay poco que decir. No hay palabras para describir la relevancia del canario en el jugo combinativo del Real Valladolid de Pacheta. No es una pieza de la médula, es la pieza por excelencia. Los partidos de Roque son de los que hay que mostrar en escuelas a alevines y cadetes. Así, niños, es como hay que jugar al fútbol. El bueno de Roque Mesa tomó nota de aquello de Cruyff de que al fútbol no se juega con los pies, sino con la cabeza. La guinda del pastel la pone el príncipe hebreo. El heredero del rey David. Si alguien pudiese derrocar al Goliat mencionado, ahí estaría él. Y no por fuerza, sino por echarle un par. Shon Weissman, diez goles, dos asistencias y un millón de ilusiones creadas. Nada más que añadir, señoría.
Lo que vino, lo que hay y lo que viene.
37 puntos. Podrían ser más, desde luego, pero la marca del ascenso directo está a tan solo dos puntos. Y ojo, que todo águila tiene un ojo avizor de su presa, y, cuando el Almería caiga (si es que cae), ahí estará el Real Valladolid para atacar. Porque la primera posición, por muy lejana que parezca, siempre ha sido el objetivo. Una quinta posición deja a muchos con un mal sabor de boca, pero la realidad es que, a día de hoy, el Pucela está vivo y amenazante en la lucha por el ascenso directo. En el lado más negativo, este año, hay más rivales que nunca, y si bien los de arriba van a resistir con firmeza hasta descolgarse, los de abajo vienen pisando fuerte en una apretada disputa por los puestos de play-off. El Pucela deberá estar a la altura de la ocasión, porque ahora, más que nunca, esto empieza a coger color. A partir del próximo 2 de enero, frente al Leganés en Zorrilla, cada jornada será un escalón más, bien hacia arriba o de media vuelta. Y cada día que pase será un menor margen de error.
Ya quedó lejano aquello de ‘esto acaba de empezar‘, o ‘la Segunda es muy larga’. No hay excusas, y mucho menos tiempo para cometer fallos como los de Burgos o Amorebieta. Constancia y regularidad. Regularidad y constancia. Ganar, ganar y ganar. Quien más es consciente de ello es el propio Pacheta. Si se quiere ascender directo, la mentalidad debe ser la correspondiente a una final de Champions en todos los encuentros restantes. Cierto es que el Real Valladolid depende de sí mismo para ello, pero, en el contexto actual del equipo, el ascenso directo se contempla posible, pero difícil. Muy difícil, pero posible. Las cartas están sobre la mesa, y argumentos para el cambio no faltan. Acentuar las fortalezas y corregir las debilidades. Lo cierto es que el Real Valladolid es un rival temido, y Zorrilla un feudo complicado de asaltar. Cojan sus asientos, lo mejor está por llegar, ese es el propósito de Pacheta. Un propósito de año nuevo con nombre y apellido; ascenso a Primera División. Año nuevo, año blanquivioleta. Feliz 2022.
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