Real Oviedo, frío lejos del Tartiere

El Oviedo comienza a tornar la balanza. Si a principio de temporada su lastre era como local, con el paso de las jornadas comienza a preocupar su nivel lejos del Tartiere. El equipo azul es bipolar, ofrece dos versiones muy diferentes, y todo lo bueno que hace como local desaparece fuera de casa. Las sensaciones como visitante son pésimas y la derrota ante el Tenerife no hacen más que agravarlas. Lejos de su estadio, el Oviedo pasa frío.
Una dinámica preocupante
Tres meses han pasado desde la última vez que el Oviedo logró los tres puntos fuera de casa. Aquel día, el conjunto azul logró imponerse en El Toralín (curiosamente el único que lo ha conseguido), pero desde entonces el rendimiento del equipo es muy pobre. El Oviedo, eso sí, se crece ante los grandes, pues los únicos partidos salvables desde esa fecha lejos de su feudo fueron ante dos “gallitos” de la categoría, Eibar y Valladolid. En el resto, al margen del resultado, no dio la talla ni estuvo cómodo en ningún momento.
Si se compara la actuación del cuadro carbayón en las últimas dos jornadas, una en casa y otra a domicilio, parecen dos equipos totalmente diferentes. El Oviedo pasó de cuajar uno de los mejores encuentros de la temporada ante el Eibar (en el Tartiere) a, simplemente, no presentarse en el Heliodoro. El resultado, pudo ser puntual, pero las sensaciones no.
Ziganda no encuentra la tecla y el conjunto azul se desangra fuera de casa. El técnico navarro busca diferentes alternativas, pero parece que ni el 4-4-2 ni el 4-3-3 acaban de convencerle. Los dos tienen sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Con la primera, el equipo consigue mayor presencia ofensiva, mientras que con la segunda mayor control.
Cuando juega con tres centrocampistas sufre menos en defensa y, en general, los partidos para Joan Femenías son mucho más plácidos, pero ahí se ve la principal carencia del equipo: el juego posicional. Ante rivales que esperan atrás y que ceden el dominio del balón, el Oviedo se bloquea. No encuentra la manera de superar el entramado defensivo de su oponente, ni cuenta con jugadores en sus filas capaces de romper líneas de pase.
Los problemas físicos de Brugman durante la semana alteraron el plan de partido y el equipo lo notó. El Cuco no pudo jugar con tres centrocampistas y optó por la dupla Jimmy-Luismi, que se vio superada en todo momento por el cuadro chicharrero. La teoría de que con dos centrocampistas se ataca más (por jugar con dos puntas) tampoco se aplicó en la práctica.
Un golpe muy duro
La derrota del pasado viernes fue un golpe anímico muy importante. Ya no solo por la forma (4-0, la más contundente de la era Ziganda), si no por el rival y la trascendencia del choque. El partido del Heliodoro no era una final, pero tenía algunos matices para serlo. La diferencia entre ganar y perder era abismal. Tanto que, ahora mismo, la distancia entre ambos equipos es de nueve puntos (más golaverage para el conjunto de Ramis), mientras que de haber ganado el Oviedo ahora estarían a solo un partido de distancia.
La forma en la que se produjo hizo saltar las alarmas. El equipo salió relajado, tal y como admitió en el día de ayer el central David Costas, y lo pagó caro. Si por algo destaca el conjunto asturiano, es por su fiabilidad a lo largo de la temporada. Siempre es un equipo reconocible, que sabe a lo que juega y que lo ejecuta, con más o menos acierto, habitualmente. Por eso llama la atención lo que ocurrió.
Un banquillo inoperante: se necesitan refuerzos
A día de hoy, el Oviedo tiene un serio problema en el banquillo. Cuando las cosas van mal o simplemente el equipo necesita refresco, Ziganda mira a su espalda y se encuentra con que apenas tiene soluciones. El conjunto azul cuenta con un núcleo reducido, de unos 13-14 jugadores utilizados, pero fuera de ahí no encuentra alternativas.
El rendimiento de algunos jugadores es sorprendente, pero en el sentido más negativo de la palabra. Futbolistas como Sangalli o Luismi, no están siendo ni la sombra de lo que fueron. Otros como Jirka o Montiel siguen sin encontrar su sitio, mientras que a Matheus le condena la falta de continuidad. El único que aporta algo diferente cada vez que sale es Pombo, pero no siempre logra ser trascendental con su juego.
Rubén Reyes es consciente de que necesita apuntalar una plantilla que, a día de hoy, está más debilitada que al inicio del mercado. Aun no se ha encontrado sustituto al ex capitán Alejandro Arribas, que se fue al Juárez mexicano, ni se han cumplido los deseos del entrenador: firmar a un delantero que pueda jugar tanto en la punta de ataque como por banda.
Los días pasan y cada vez falta menos para el cierre, pero el director deportivo carbayón confía en que los últimos días aparezcan las gangas y consiga reforzar a su equipo. Visto lo visto, con lo que tiene el Oviedo ahora mismo, no le da para alcanzar la 6ª plaza y entrar en los puestos de playoff.
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