Antoñín, el héroe inesperado
En la vida, como en el fútbol, parece realmente sorprendente la facilidad con la que podemos perder algo que nos costó la misma vida conseguir. Derrochar sangre, sudor y lágrimas para después presenciar con nuestros propios ojos como tantas horas de esfuerzo, paciencia, y dedicación, se desvanecen en menos de un segundo. Pasar de héroe a villano es un paso aplicable en menos de dos baldosas, aunque el recorrido a la inversa parece algo más complicado. Pero no imposible. Al menos para Antoñín, el héroe inesperado.
La llamada de un nuevo líder
Todo héroe tiene su historia, y Antoñín comenzó a escribir la suya con letra dorada a una edad muy temprana: con tan solo 19 años irrumpió en el primer equipo del Málaga. Se presentó ante el mundo como un delantero que destacaba por su dominio en el juego aéreo y, sobre todo, por sus potentes arrancadas desde la banda. No tardó en convertirse en uno de los puntales de la entidad andaluza. Sus brillantes actuaciones despertaron el interés de muchos equipos, como el Granada, que no se lo pensó dos veces a la hora de desembolsar poco más del millón de euros para hacerse con la perla de La Palmilla. Una cifra exigua, aunque, como se suele decir, son los pequeños detalles los que marcan una gran diferencia. Aquella operación permitió aliviar enormemente las debilitadas arcas de un Málaga que se debatía entre la vida y la muerte. El chico ayudó a salvar a una entidad centenaria de la desaparición. Esa fue la primera hazaña del intrépido Antoñín.
Casi dos años después, el hijo pródigo regresó a casa. Su escaso protagonismo en el equipo nazarí, le abrió la posibilidad de volver al lugar donde una vez fue feliz. Pero la segunda etapa de Antoñín no arrancó de la mejor manera posible. Bajo las órdenes de José Alberto, no contó con el protagonismo que esperaba tener cuando plasmó su firma sobre el contrato que le uniría al equipo malacitano hasta el próximo verano. Un balance pobre de dos goles y dos asistencias parecieron insuficientes para colmar las aspiraciones de un futbolista que deseaba regresar cuanto antes a la máxima categoría del fútbol español. Lo que prometía ser la continuación de una relación idílica entre Antoñín y el Málaga, a punto estuvo de materializar en una salida abrupta durante el mercado de invierno. Burgos, Leganés, Fuenlabrada o Lugo, así como algunos equipos extranjeros llamaron a la puerta de Martiricos con la intención de hacerse con sus servicios. Pero, finalmente, no se marchó. Porque antes de tomar una decisión, decidió consultar a su corazón. Antoñín necesita al Málaga, y el Málaga necesita a Antoñín. El desembarco de Natxo González en tierras costasoleñas, abrió el camino hacia una nueva realidad. Ahora que Brandon Thomas parece haber dado un paso hacia detrás, Paulino ha perdido el cartel de referencia en ataque, y el ascenso fulgurante de Kevin se ha cortado en seco, sólo queda un nombre llamado a liderar este nuevo Málaga. Y ese no es otro que el de Antonio Cortés Heredia.
Un regreso sin salir de casa
La continuidad de Antoñín en el Málaga fue, posiblemente, la mejor noticia del mercado invernal. La contratación de futbolistas talentosos como Aleix Febas o Álvaro Vadillo fueron movimientos muy inteligentes, pero, sin lugar a dudas, mantener al de La Palmilla marcó la gran diferencia. Porque, si Natxo González consigue ayudarlo a reencontrarse con su mejor versión, puede llegar a ser uno de los futbolistas más determinantes de la competición. De momento, el técnico vasco le ha hecho un hueco en el once inicial, y Antoñín ha respondido con creces, A pesar de la contundente derrota contra el Mirandés en Anduva, el malagueño fue uno de los más destacados. Partiendo desde la banda izquierda, asumió un papel protagonista y tiró del carro cuando las fuerzas del equipo escasearon. Lo intentó de todas las formas habidas y por haber. Centros y disparos de todos los colores y sabores, aunque sin obtener premio alguno. La jornada siguiente, marcó un gol de fantasía ante el Real Zaragoza que recordó a sus mejores días vistiendo la elástica blanquiazul. Arrancada con potencia marca de la casa para deshacerse de una maraña de rivales, culminada mediante una definición exquisita con el exterior para conseguir un punto que vale su peso en oro. Aquella acción solo fue la carta de presentación del amplio repertorio de cualidades que Antoñín atesora en sus botas. Desde las zancadas indomables de un liviano extremo, hasta la voracidad en el remate de un auténtico tiburón de área.
Un delantero de lo más completo. Lo único que le achaca el entrenador es su falta de implicación en la faceta defensiva, pero Antoñín está dispuesto a hacer lo que sea necesario para ayudar al equipo que le vio crecer y formarse como futbolista.
“El Málaga es mi casa, es mi vida, es todo. Quiero hacerlo lo mejor posible este año”
comentó Antoñín en una entrevista reciente. No hay lugar a dudas. El héroe ha vuelto, y parece que con más fuerza que nunca.
*Fotos: Diario Sur
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