Girona, identidad y talento

La paciencia es un bien escaso en el mundo del fútbol. Los resultados mandan y la inmediatez exige. El Girona FC ha pasado momentos delicados en la presente temporada, en los que el equipo se atascaba, costaba sumar y la zona de descenso apretaba. Tanto que fue inquilino de ella durante cinco jornadas consecutivas. Míchel Sánchez no parecía dar con la tecla en un club que, a priori, contaba entre los favoritos a luchar al menos por el playoff. En estos casos, lo habitual es apretar la tecla más débil y proceder con el relevo en el banquillo, pero el Girona confió. Creyó en el plan, en el proyecto de su entrenador. Y es que la semilla se planta en verano, pero el fruto no se recoge hasta la siguiente primavera. Ahora que se acerca el momento de la cosecha es posible comprobar la calidad del trabajo. Y la campaña promete.
El técnico madrileño, curtido ya en mil batallas pese a su juventud, mantiene un ideario claro. En Girona le ha costado terminar de encajar las piezas, aunque paulatinamente ha ido amoldando al equipo a esa idea y ajustándose él mismo a las características de su plantilla. Hoy por hoy, no sólo ha construido un once de confianza sino que además ha edificado un ecosistema en el que cada una de las especies de su selva futbolística es capaz de evidenciar sus mayores virtudes.
Un muro defensivo que soporta el peso de la clase
El Girona vuelve a enamorar construido desde un sistema de tres centrales con carrileros. Esa fórmula que Machín terminó engranando como máquina perfecta vuelve a aportar éxito al conjunto catalán en La Liga SmartBank. Bueno, Bernardo y Juanpe se conocen y compenetran a la perfección, con el colombiano como comandante y sus dos acompañantes dispuestos a echar el cerrojo a la portería de Juan Carlos. El meta, por cierto, vuelve a brillar con luz propia bajo palos.
Con la tranquilidad que ofrece contar con una retaguardia portentosa, Arnau y Jairo pueden ejercer la profesión de carrilero con total confianza. Veloces e incisivos ambos, han logrado ajustar su funcionamiento consiguiendo elegir el momento de incorporarse al ataque para generar inestabilidad en el rival. Ambos profundos en ataque y cumplidores en labores defensivas han terminado por hacerse dueños de los carriles del equipo, con jugadores como Valery o Juncà ejerciendo especialmente por la izquierda con eficiencia cuando se les requiere.
Ese engranaje defensivo que ya funciona de manera acompasada encuentra el equilibrio apoyándose en los centrocampistas. Especial mención para Pol Lozano y Aleix García, aunque éste último haya perdido protagonismo en los últimos encuentros, recién salido de lesión. Cuando Míchel los ha podido unir en la medular el equipo ha encontrado su pico máximo de juego y resultados. Ambos también han tenido gran peso igualmente jugando sin el apoyo el uno del otro, aunque juntos se complementan y ofrecen mayor consistencia al equipo.
El talento liberado por la identidad del grupo
En ese contexto de seguridad, empaque y equilibrio es en el que finalmente el talento de los futbolistas de mayor clase del equipo ha terminado por explotar. Especial mención para un Samu Sáiz que se encuentra en un momento dulce prolongado, en el que no solo muestra que está fuera de categoría en cuanto a calidad sino que además ha alcanzado una madurez tal que le permite entender el juego mejor que nunca y elegir siempre la mejor opción. Es una delicia verle bailar sobre el verde en el Girona actual.
Junto al mediapunta madrileño, excelso, han llegado a juntarse en esa segunda línea ofensiva tanto Borja García, en proyección ascendente tras su decepcionante paso por Huesca y un Álex Baena que viene demostrando capacidad de asociación, de llegada y mucha pegada. Este trío de genios unidos quizá provoquen algo más de inestabilidad en el engranaje defensivo, aunque lo suplen con esa capacidad de imaginación y de generar fútbol con precisión que minimiza en la mayoría de los casos las pérdidas en zonas conflictivas y con ello facilitan la transición defensiva.
Y arriba, Stuani. Las palabras sobran para definir el talento goleador del uruguayo, nuevamente máximo goleador del campeonato hasta la fecha y mostrando que es un depredador contrastado. Con ese cóctel explosivo que combina poderío defensivo y frenesí en el ataque el Girona FC de Míchel enamora a su hinchada y, evidentemente, la ilusiona. La hace soñar, incluso, con que aquel ascenso y trayectoria en Primera División no fue flor de un día ni fruto de la casualidad. Sino que este club quiere y puede volver. Con paciencia, con proyecto, con seriedad. Con las señas de identidad de ese Girona FC que cambió el rumbo de la historia.
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