Pita y Seoane: Eternos

A lo largo de nuestras vidas conocemos a un gran número de personas. Muchas de ellas, se transforman en un recuerdo fugaz que termina olvidado en el pasado. Otras, sin embargo, te ayudan a crecer como persona, llegando a convertirse en grandes amigos que te llevas para toda la vida. No importa la distancia que os separe, o el tiempo que pases sin sentir el calor de su presencia. Esos amigos siempre permanecerán a tu lado, para celebrar tus victorias como si fueran suyas, o para estrecharte la mano en la peor de tus caídas. Y casi sin darse cuenta, acaban dejando una huella imborrable en tu interior.
Leyendas lucenses
En junio de 2012, el CD Lugo vivió una temporada de ensueño que difícilmente podrá ser olvidada por el aficionado albivermello. Una tanda de penaltis fraticida ante el Cádiz CF devolvió el fútbol profesional al municipio lucense, tras dos largas décadas de ausencia. Nadie pensó que el viaje del equipo gallego en la categoría de plata fuera una experiencia demasiado duradera, pero a base de valentía, trabajo y tesón, el Lugo ha terminado por consolidarse como un conjunto modélico para representar la esencia de la Segunda División española. No es sorpresa para nadie que actualmente se encuentre inmerso en su décima temporada consecutiva en la competición.
El tiempo ha pasado rápido, quizás demasiado. Desde aquel histórico día en el Ramón de Carranza, el equipo albivermello ha cargado su historia de momentos mágicos, otros no tanto. Muchas cosas han cambiado, aunque otras permanecen inalterables. Carlos Pita y Fernando Seoane siempre han estado ahí. Celebrando triunfos y sufriendo durante los momentos más complicados. Malas dinámicas y salvaciones agónicas en la última jornada. Pero nada importaba. Vieron al equipo crecer y le ayudaron a alcanzar sus sueños. Sin hacer apenas ruido. Sin recibir la luz de los focos. Trabajando en silencio, en la sombra.
Pita y Seoane han terminado por convertirse en auténticos emblemas del equipo lucense. Dos futbolistas que representan como nadie los colores albivermellos. Nunca han sido delanteros voraces, ni regateadores que consiguen levantarte del asiento mediante una finta espectacular. Sus inmensos valores les han servido para erigirse como auténticos ídolos de la afición. El mejor Lugo de la historia no puede entenderse sin la presencia de estos dos estandartes.
Un amor a primera vista
Siempre ha existido el debate acerca de la existencia del amor a primera vista. El surgimiento de la química a partir de un simple cruce de caminos parece una teoría demasiado utópica para muchos, aunque no para todos. Con el paso de los años, Carlos Pita y Fernando Seoane se han encargado de demostrar que el amor a primera vista no solo es algo concebible en películas románticas, sino que también es capaz de sobrepasar las pantallas para cambiarnos la vida por siempre.
Pita y Seoane llegaron a Lugo como cualquier futbolista que afronta un nuevo reto con vistas a seguir creciendo en su carrera profesional. Carlos Pita aterrizó en la ciudad amurallada en plena madurez futbolística, con la intención de reencontrarse con su mejor versión después de varias temporadas difíciles lejos de tierras gallegas. Allí coincidió con un Fernando Seoane, que regresó al equipo en 2012 después de una primera estancia, para acompañarle en su ascenso histórico a la categoría de plata. Desde entonces, ambos han conseguido abrirse camino en la entidad hasta convertirse en pilares fundamentales. Ya ha pasado una década desde que comenzó una bonita amistad entre los capitanes y el equipo lucense. Pero para ellos, parece que no ha pasado el tiempo. La edad que marca su DNI es lo único que ha cambiado para dos veteranos de guerra curtidos en mil batallas, que aún mantienen la ilusión intacta del primer día. Como ese juvenil de piernas temblorosas que espera impacientemente en la línea de cal para debutar con el equipo de su vida.
La pasada jornada, Carlos Pita sumó su partido número 400 con la camiseta albivermella a sus 37 años, donde además pudo marcar un gol que le permitió a su equipo continuar sumando. Un día inolvidable para conmemorar a toda una vida con el escudo del CD Lugo cosido al pecho. Aunque aún se mantiene lejos de Fernando Seoane, que, con 420 encuentros disputados, se sitúa como el tercer futbolista de la historia con más apariciones en la Segunda División española, tras la leyenda de la UD Salamanca, Quique Martín, y el mítico Nino. Hacerse un nombre entre los más grandes del balompié parece una gesta inalcanzable. Pero Carlos Pita y Fernando Seoane han hecho ver al mundo que, con trabajo y honradez, el único techo es el que tú mismo deseas establecer.
La mayor de las suertes
Los años no dejan indiferente a nadie. El tempus fugit parece una simple nadería hasta que nos golpea de la forma más abrupta posible. Carlos Pita y Fernando Seoane han perdido protagonismo con el transcurso de las temporadas. Cada vez se divisa con más precisión el ocaso de sus carreras. Parece inconcebible pensar en un CD Lugo sin ellos, aunque, como se suele decir, todo tiene un principio y un final. Quizás Pita ya no sea ese gran organizador de jugadas que maravilló a toda la categoría de plata bajo las órdenes de Quique Setién, en la que fue considerada por muchos como la época dorada del equipo gallego. Y quizás también se esté desvaneciendo cada vez más el resplandor de ese brillante centrocampista de mucho recorrido que siempre vimos en Seoane. Pero, a pesar de todo, es ahora cuando el club los necesita más que nunca. Porque el buen criterio y la elegancia nunca se pierde por más años que pasen. Continuarán aportando sobre el verde mientras las piernas les aguanten, y harán uso de su vasta experiencia para guiar a los más jóvenes hacia el buen camino.
Desde el Anxo Carro pueden estar tranquilos. La dupla galáctica siempre responderá a la llamada. Como ese amigo que te ofrece su paraguas en un día de abundante lluvia, o te ofrece la mitad de su bocadillo cuando se da cuenta de que te has dejado el tuyo olvidado en casa. Seres de luz que consiguen sacarte una sonrisa en el peor de tus días. Quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Y el Lugo tiene la gran suerte de que ha encontrado una reconfortante amistad por partida doble: Carlos Pita y Fernando Seoane. Esos amigos deberían ser eternos.
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