El rugir del león blanquivioleta

En Valladolid se aceptó a un león como animal de compañía. Algo que, en el fondo, se ve tan surrealista como una simple imagen de un jugador como Sergio León en el banquillo. Se retuvo en la jaula a un león con más hambre que ningún otro. Y cuanto más tiempo pasaba, más larga se hacía la espera de ver en acción a todo un depredador del gol. Porque con él todo es más fácil. Ya se había ganado a afición pucelana, tanto que ellos eran los que más ansiaban su regreso, pero sus tres zarpazos le elevan a lo más alto de Pucela a la vez que le colocan bajo el foco de atención de toda Segunda División. Es por ello que Sergio León es el merecido MVP de la jornada 29 de La Liga SmartBank 2022/2023.
Ojo al dato. El Real Valladolid, el domingo, logró anotar 5 goles en un mismo partido de liga por primera vez desde la última temporada de los pucelanos en Segunda, el 19 de mayo de 2018. En aquel lejano Lorca 1-5 Valladolid, Jaime Mata, además, se llevó a casa el último balón por parte de un jugador blanquivioleta. Hasta el domingo. En una Segunda División totalmente diferente a la de entonces (pero siempre con la misma esencia), Zorrilla fue testigo de la liberación de todo un león ante un jugoso menú del día; el Amorebieta. Y lo hizo a lo grande. Sergio León volvió a revivir en Valladolid la sensación del goleador en su máximo esplendor. El del intentarlo hasta que no respondan las piernas. El del hat-trick y querer ir a por el cuarto. Porque el cordobés es más que eso. Un trabajador que curra desde las sombras.
Del destierro a la gloria
Llegó el último día de mercado en lo que parecía una jugada a la desesperada de la dirección deportiva del Real Valladolid por encontrar el acompañante perfecto para Shon Weissman. Y digo a la desesperada sin fundamento alguno, porque el recibimiento de Sergio en Pucela fue nulo. Me incluyo en ese grupo de ignorantes e ilusos que no supo valorar la llegada de un veterano goleador en la categoría como Sergio. Casi desterrado desde el Levante, el ex jugador del Betis recaló en el Pucela y le sobró con debutar para dejar claro que él había venido a Valladolid a jugar y a luchar.
No sé que tendrán las tierras castellanas, que invitan a cualquiera a pelear con sudor y garra por lo que sea, aunque sea en un campo de fútbol. Será cosa del espíritu y sangre del Cid, que todavía prevalece en los campos de Castilla para aquellos que se dignan a luchar por algo. Ese mismo carácter ha reencarnado Sergio León en Pucela. Y lo hace igual que Rodrigo Díaz de Vivar, desde el destierro hasta la gloria por la recuperación de la honra perdida. Paradójico es ver como ambos se han intercambiado los lugares entre ellos, huyendo el Cid de Castilla hacia tierras levantinas para recuperar su honor, y siendo Sergio el que parte desde el Levante valenciano hasta Castilla para hacer historia con el Real Valladolid.
El que tuvo retuvo
En el fondo, hago mal comparándolo con leones y con guerreros medievales. Sergio León es Sergio León. Su apellido nos deja el juego de palabras en el bote, pero su juego va más allá de lo simplistas que puedan parecer las comparaciones. Remitiéndonos a lo futbolístico, el delantero andaluz es todo lo que necesitaba el Pucela para acompañar a Weissman arriba. Experimentado en la categoría (22 goles con el Elche en la 15-16), hábil con los pies tanto fuera como dentro del área y, para culminar, tiene el mayor oro en paño del fútbol moderno; el gol. Podrá ser dentro de unos años más lento, menos ágil y peor físicamente, pero me juego lo que sea a que el olfato goleador de Sergio lo mantendrá hasta su próxima vida.
La importancia de un delantero como él reside, paradógicamente, en sus acciones más allá de sus tantos. En como cae a banda para recibir, avanzar con el balón y pasar la línea de la muerte en el fútbol, esa que tanto les gusta a los comentaristas, la última línea. Se posiciona más atrás que Shon, cae para tocar y combinar y, así, movilizar más el juego. Si se hubiese fichado a Sergio por sus goles únicamente, se habría logrado mejorar un aspecto que ya estaba cubierto, pero no se hubiese conseguido tapar el agujero que realmente escondía el Pucela; el segundo punta. La avería ya está arreglada, y ello conlleva la aparición de nuevos agujeros que tapar en el resto de equipos de Segunda. Pregúntenselo al Amorebieta si no me creen.
No llegará a la elevada cifra goleadora que logró con el Elche mencionada previamente, pero el año de Sergio León está siendo para enmarcar. Y no, para nada sus seis goles actuales son una cifra que se queda corta para él. No hay que agarrarse a las cifras para valorar el impacto de la llegada del delantero al conjunto pucelano. Hay que apreciar que él y Weissman son una de las mejores duplas ofensivas de la competición. Con ello va ligado también el hecho de que Sergio se ha reivindicado como el mejor acompañante del israelí. Con el que mejor se entiende, con el que mejor resultado saca Pacheta. Porque ha sido desde el regreso de Sergio León a la titularidad que el Pucela se ha desatascado de la sequía goleadora en la que estaba inmersa con Cristo González en el once inicial. No quiero culpar al tinerfeño de ello, pero es justo reconocer que, si no fuese por la aportación de un delantero del calibre de Sergio León, podríamos estar hablando de una crisis total en Pucela.
Su partido frente al Amorebieta es la culminación de su trabajo y su fortaleza personal. Una recompensa más que merecida (y que llega en forma de balón por el hat-trick) para todo un guerrero de este deporte que, en ocasiones, puede sufrirse de forma devastadora. Ahora ya solo nos queda disfrutar. Nos queda emocionarnos con todo lo que desprende el andaluz en el José Zorrilla, de sus goles, de su intensidad y de su arte. Un 7 como la copa de un pino. Sus éxitos serán los del Real Valladolid, y su sonrisa será también la de miles de vallisoletanos que contemplan la grandeza del animal más bonito de toda la fauna. Del mamífero que todo mortal quiere contemplar. Del rey de la selva, porque él pone las normas al juego. Todavía nos queda mucho que hablar acerca de Sergio León y su Pucela.
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