Real Oviedo, miedo al playoff

El equipo azul comienza a parecerse a un artista cuando salta al escenario. Antes de comenzar su actuación, su mirada, tibia, recorre todo el auditorio y observa con detalle a los miles de espectadores, ansiosos por ver sus pasos. En ese preciso instante el miedo escénico entra en acción y se olvida de esos buenos pasos que sabía hacer. El temor al fallo, a decepcionar a su público o simplemente a la situación de vértigo a la que se enfrenta provoca que se olvide de sus virtudes para dar entrada a sus defectos. Y sin mas dilación, se abre el telón.
En el caso del Oviedo, con jugadores expertos curtidos en mil batallas, y con otros no tanto, pero perfectamente capacitados para la tarea que se les encomienda, el equipo azul sufre una especie de bloqueo que le impide asaltar de una vez por todas los puestos de promoción. Cada vez que se le presenta la oportunidad acaba dando un paso atrás. Irreconocible, perdido en esas ocasiones, parece que el equipo de Ziganda le tiene vértigo al playoff.
Muchas oportunidades desperdiciadas
La liga SmartBank encara su recta final y las sorpresas comienzan a multiplicarse. Si ya de por si está categoría es impredecible, en las últimas jornadas pronosticar un resultado se antoja casi imposible. Los equipos de la zona baja saben que no pueden fallar y aprietan filas, comenzando a sorprender a los conjuntos que se encuentran en la zona noble.
El Oviedo lo sufrió este fin de semana. Ziganda había advertido de la dificultad del choque, a pesar de la situación del Sanse (antepenúltimo clasificado), pero el equipo no respondió sobre el terreno de juego. Algo que comienza a ser habitual. Lo más preocupante, más allá del resultado, fueron las sensaciones que desprendió el conjunto asturiano, incapaz de hacerle daño a su rival y apático durante todo el encuentro.
El cuadro carbayón volvía a jugar un partido que se antojaba clave en su inmersión al playoff. Era una jornada propicia para que muchos de sus rivales perdiesen puntos (y así fue finalmente) pero el equipo no lo aprovechó. Tenía la oportunidad de, al menos, dormir la noche del sábado en playoff, pero el miedo se apoderó de los jugadores y el Oviedo volvió a desaprovechar la enésima ocasión de adentrarse en los puestos de playoff, tras firmar un partido decepcionante.
No hay que restar ni un ápice de mérito al Sanse de Xabi Alonso, pero la situación en la capital asturiana no es nueva ante este tipo de circunstancias. Ya en diciembre, en otra situación similar, el equipo desaprovechó una gran oportunidad ante un Fuenla muy tocado. Si ganaban, estarían en playoff, pero no lo consiguieron. Lo peor aquel día, al igual que la pasada jornada, fueron las sensaciones, de un equipo incómodo sobre el terreno que no demuestra sobre el campo lo que se está jugando en realidad.
JIMMY: “No puede ser que terminemos un partido así, jugándonos lo que nos jugamos, con tan pocos tiros a puerta”
Aparentemente no se encuentra una explicación a esta situación. El equipo de Ziganda lleva siendo un aspirante desde el principio de curso, pero no ha logrado dar ese paso adelante que le convierta en candidato. Jornada tras jornada miran la clasificación con recelo, tan cerca y tan lejos a la vez, porque para dar ese paso, que parece pequeño, hace falta creérselo. Y el Oviedo no lo hace.
Los equipos del descenso se atragantan: el problema con el juego posicional
Para estar en la zona alta hay que conseguir muchas victorias. Los partidos ante rivales de la zona noble se presentan muy atractivos, pero no dejan de ser tres puntos más como otros cualquiera. El Oviedo ofrece su mejor versión contra estos, pero parece que se olvida de hacerlo con los que marcan los puestos de descenso. De la mitad de la clasificación hacia abajo (es decir, del puesto 12 hasta el 22), el club azul tan solo ha ganado a cuatro equipos: Huesca, Málaga, Alcorcón y Amorebieta, tres de ellos en el Carlos Tartiere.
Ante los cuatro equipos que marcan los puestos de descenso ahora mismo (Alcorcón, Fuenlabrada, Amorebieta y Sanse), el cuadro de Ziganda ha sumado 9 de 18 puntos posibles. Esto, unido a lo anteriormente comentado, provoca un déficit de puntos difícil de asumir si el objetivo es estar entre los mejores de la competición. El conjunto de la capital asturiana es muy asiduo al empate, sobre todo ante este tipo de rivales, lo que le impide estar más arriba en la clasificación.
El dato es sorprendente, pero si se analiza detenidamente las características del equipo no lo es tanto. El principal problema de este Oviedo, desde casi inicios de la temporada, sigue siendo el juego posicional. El cuadro carbayón no sabe manejar los contextos de partido en el que le ceden el dominio del balón y le toca proponer. Su juego, muy plano, no encuentra soluciones ante bloques que se instauran en zona baja. Es incapaz de generar peligro. Además, el buen hacer como local en los últimos meses provoca que los rivales lo respeten más y salgan replegados, más aún a sabiendas de las debilidades de los asturianos. El último ejemplo ocurrió el pasado sábado ante el filial txuriurdin.
Xabi Alonso interpretó a las mil maravillas el encuentro, y a diferencia de su estilo habitual, el Sanse salió “menos alegre” al césped del Carlos Tartiere. Le cedieron el dominio al equipo local, sabiendo que sufrirían, y así fue. El Oviedo tan solo realizó tres disparos a puerta y la sensación general fue la de ser incapaz de crear ocasiones.
El equipo azul prefiere esperar en su propio campo, replegado y buscando el momento justo para dar el zarpazo. No le gusta proponer con el balón. Lo mueven de lado a lado sin encontrar profundidad, sin ocasionarle molestias a la zaga rival. No conectan con Bastón y solo las conducciones de jugadores como Viti, Brugman y Cornud, muy verticales, amenazan al cuadro rival. Por eso le viene mejor el estilo de juego de equipos de la zona alta, más protagonistas con la pelota. Ante conjuntos con menos poderío, de la zona baja, que se alejan del dominio del balón, es al equipo azul al que le toca llevar el mando del partido. Y por mucho que pasen las jornadas sigue sin saber hacerlo.
Echando un vistazo a la plantilla, hay jugadores de mucho nivel como para poder romper líneas con relativa facilidad. Parece que es un problema más de colectivo que individual. Una complicación a la que Ziganda deberá encontrar solución si quiere aspirar a cotas altas en lo que queda de campeonato.
Sorprende que el técnico navarro no recurra a un banquillo en el que se encuentran jugadores muy habilidosos con el balón, como pueden ser Hugo Rama y Joni Montiel, entre otros. Este último disfrutó de media hora ante el Sanse, su partido con más minutos desde la jornada 11, y fue el mejor. Él sí encontró soluciones y mejoró el juego interior del equipo, aunque su aportación fue insuficiente para sacar puntos. Mientras, el mediocentro gallego, petición expresa del entrenador, volvió a quedarse sin jugar.
Lo bueno que tiene la Segunda División es que se podría decir que te concede oportunidades infinitas hasta el mes de junio. El golpe del Oviedo este fin de semana fue duro, pero el próximo domingo vuelve a tener una ocasión de oro para demostrar que sí es un serio candidato. Se medirá a un Girona que actualmente ocupa la 6ª plaza, con la posibilidad de adelantarle en la tabla y ganarle el golaverage, lo que significaría un golpe de efecto de dimensiones estratosféricas. Veremos si esta vez, al abrirse el telón, el miedo escénico vuelve a aparecer.
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