Víctor Mollejo, pasión y arrojo

El fútbol es una materia que está llena de emociones. El sentimiento de cada uno tras este deporte es en gran medida el que lo llena de sentido, el que hace que algo tan simple como jugar con una pelota cobre un significado tan denso. En el campo, los jugadores tienden a ser taimados, cerebrales. No tan pasionales en sus gestos como los aficionados, que se dejan los ánimos y las voces en sus gestas. Sin embargo, dentro del rectángulo de juego sigue habitando una raza de jugador de sangre caliente. Hay chicos con personalidad, que aún son capaces de aprovechar ese vínculo con la grada y esa pasión para transmitir a través del juego. Uno de ellos es Víctor Mollejo.
Si algo sorprende de Mollejo cuando lo ves jugar es su personalidad. Su pasión, su implicación emocional tan explícita con todo lo que sucede en el campo. Aunque a veces esto pueda implicar un cierto grado de impulsividad lo cierto es que el joven extremo cada vez crece y aprende más. Apenas tiene 21 años y ya está cumpliendo su tercer año en la Segunda División. La aventura que ha emprendido con el Tenerife lo ha llevado a competir por PlayOffs y a ser un hombre con minutos en un equipo capaz de todo.
Ramis le ha ofrecido protagonismo y oportunidades en la banda derecha. Desde esa demarcación el zurdo de La Villa de Don Fadrique está siendo un dinamizador habitual y un sujeto perfecto para tener entrega, disciplina y velocidad en el modelo de juego. Mollejo aún está por hacer para el futuro, pero a su vez también está hecho de sobra para el presente. El canterano del Atlético de Madrid se ha dado a valer estos años dentro de la categoría. Pese a no haber alcanzado todavía un grado superior en su fútbol, paso a paso mantiene su progreso.
Un estandarte de pasión
Como bien apunté al comienzo de este artículo, el principal distintivo de Mollejo es su carácter sobre el verde. Una seña de casta y coraje. Un valor que activa y hace disfrutar aficionados y que aplica a todo lo que tiene que ver con su fútbol. Demuestra entrega y sacrificio ofensivamente al disputar balones divididos, ofrecer recorrido en la banda e incluso conducciones. Sin ser un encarador, es un futbolista que tiene a buscar la solución vertical y fiable cerca del área rival. Bien sea un pase al área, un disparo o una incorporación para el remate.
Respecto a esto último en sus años en Segunda se ha destapado como un futbolista que se incorpora bien en el área y que incluso tiene cierto instinto para llegar a remates de cabeza o a situaciones de remate de primeras. Apura para llegar y se sitúa en velocidad en sitios peligrosos para las zagas. Además, sus esfuerzos se traducen también en una buena dosis de trabajo en defensa. Algo que los técnicos agradecen, dado que muchos otros extremos pasan más desapercibidos en esta clase de tareas. Mollejo, por sus características, es de valor en los sistemas defensivos. Y puede crecer aún más de lograr un grado mayor de disciplina en sus esfuerzos.
Piernas y goles
Mollejo es un futbolista de banda con bastantes diferencias respecto a otros en su posición. Pese a actuar esta campaña a pierna cambiada no es un extremo que tienda a buscar el regate o la situación individual. Suele activarse más a través de carreras largas u ofrecimientos al espacio que en distancias cortas. Cuando los espacios se reducen, su mejor forma de fabricar peligro es a través de las asociaciones con el laterales o con los apoyos para ganar línea de fondo y buscar el centro.
Curiosamente, estas últimas campañas en segunda ha sido un asistente habitual cuando ha contado con minutos. En el Deportivo fue un hombre que firmó buenas cifras -su debut en el fútbol de plata- y este año está replicando ese buen hacer cerca del área. El toledano suma ya tres dianas como chicharrero y no extraña pensar que pueda lograr alguna más de aquí a final de temporada. Su llegada y su pegada están más que probadas.
Un salto por llegar
Tras un año en el que no gozó tantos minutos, tras militar en dos equipos (Getafe y Mallorca) Mollejo optó por probar suerte como cedido en un proyecto que le pudiese ofrecer regularmente minutos para poder aprender y progresar. Una decisión que mediada la temporada ha demostrado ser la correcta. En el Heliodoro ha encontrado momentos de confianza que hacía tiempo que no tenía y está replicando el buen nivel que ofreció en A Coruña. No obstante, este año de regreso a una estabilidad no debe ser una zona de confort.
A sus 21 años Mollejo sigue trabajando por firmar una temporada en la que dé un salto definitivo a su nivel. Si bien actualmente está ofreciendo una buena versión de sí mismo todavía no ha contado con la regularidad durante dos campañas como para llegar a esa explosión. No está claro cuando llegará, pero lo que no deja dudas es que el joven extremo trabajará y lo dejará todo por ser un futbolista con una larga carrera en el fútbol profesional. Un ejemplo de pasión y arrojo que gusta a multitudes y que es un valor para cualquier equipo.
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