Huérfanos de Catar 2022

Poderoso caballero es don Dinero. Lo dijo Quevedo y sigue vigente hasta la actualidad. Quizá al escritor madrileño no le hubiese sorprendido todo lo que está produciendo el Mundial de Catar. O Qatar, o como se diga, porque no nos ponemos de acuerdo ni para el nombre. Los que tampoco se han puesto de acuerdo son los clubes que conforman nuestra tan sagrada Segunda División. Parece ser que un acontecimiento tan grande, tan global como lo es un Mundial, no está a la altura de esta competición. O eso nos quieren hacer creer.
De los 22 clubes de La Liga SmartBank, solo dos han votado a favor de que la competición se pare durante los meses de noviembre y diciembre a causa de la cita mundialista. Y yo, dentro de todo el contexto de esta polémica decisión (y a la vez para nada sorprendente), me pregunto, ¿acaso hemos hecho algo mal? El desprecio continuo a la Segunda División del fútbol español, que para nada es meritoria de esa designación, es únicamente un reflejo de lo que hoy en día mueve este deporte llamado fútbol.
Las garras del dinero
No se para la competición durante los eventos internacionales. No se parará durante el mundial de Catar, como sí lo hacen la gran mayoría de las ligas europeas. La FIFA, rendida ante los poderes económicos de la actualidad, no solamente ha vendido su dignidad. Ha vendido su mayor posesión. El fútbol. Ese efecto dominó, que comienza con la subordinación de lo económico sobre lo pasional y tradicional, ha acabado teniendo efectos en nuestra liga, en nuestra modesta competición que pretendemos alejar de los órdenes jerárquicos del fútbol actual. La Segunda División, que tanto amamos y de la que tanto abanderamos sus valores, no ha podido huir de las consecuencias del desembolso de los árabes para hacerse con un Mundial 2022 que ha trastocado los planes de todas las instituciones de fútbol.

Foto: Marca
El lunes 21 de noviembre de 2022 rodará el esférico para dar comienzo a la vigésima segunda edición del mayor evento futbolístico del mundo. Un Catar-Ecuador inaugurará la cita. Todo el mundo estará pendiente de una serie de partidos en los que el análisis futbolístico de los salones y los bares españoles se reducirá a frases como «Pues tiene buena pinta el del dorsal 19». Si ya es raro de por sí no observar esos encuentros tan exóticos con chanclas y recién salido de la piscina, por las noches, después de la resaca que produce ver un Irán-Estados Unidos, nos tocará reconducir la atención a nuestro amor fraternal. A nuestros clubes. A los partidos con los que verdaderamente disfrutamos y que, desgraciadamente, verán como su luz es eclipsada por el resultado de toda la avaricia que rodea al Mundial de Catar. La que también se verá eclipsada, por ejemplo, es la portería de El Toralín, si es que la Ponferradina no sube a Primera, porque Amir Abedzadeh estará disputando ese partido de iranís contra estadounidenses.
Segundo plano
Aseguraba Javier Tebas, con el fin de justificar que Segunda no parase durante los parones internacionales, que así la categoría de plata «recibiría mayor atención». La intención, sin ser mala, esconde una realidad de ignorancia y desconocimiento hacia la categoría de plata. Porque se dispute o no la Primera División, las portadas de los diarios nacionales seguirán estando cubiertas por la última oferta del Madrid por Mbappé. O por el estado de la uña del pie izquierdo de Vinicius. Algo así, quizá a otra escala mucho menos banal, ocurrirá con lo de Catar. No puedes pretender que el aficionado de Barça, Madrid, Betis u Osasuna dirija su mirada a La Liga SmartBank mientras se disputa todo un Mundial. Por lo menos, entonces las portadas las protagonizará la Selección Española de Fútbol, y, por si sirve de consuelo, los estadios de Segunda seguro que seguirán al pie del cañón, a pesar de que la intención de La Liga es colocar los partidos de Segunda a las 22:00. Por todo aquello de «poner el foco de atención» sobre el fútbol de plata, vaya. Porque el fútbol es para los fans. Para los fans catarís, al parecer.
De Catar a los humildes campos de la Segunda División española. Mientras la Real Federación Española de Fútbol, esa misma que desplazó la Supercopa de España a Arabia Saudí, proponía parar las dos competiciones del fútbol profesional, La Liga y sus clubes integrantes no coincidieron acerca de lo que vaya a ocurrir con Segunda allá por el próximo invierno. Renunciar a parar implica renunciar a mucho más. Renunciar a parar es renunciar a gestar fichajes de jugadores mundialistas. Renunciar a parar es renunciar, en general, a poner la Segunda División donde se merece, a la altura del resto de ligas y competiciones.
Remar a contracorriente
Lo que nos está dejando la temporada 2021/2022, una de las más emocionantes de los últimos años, será difícil de repetir para la 2022/2023. Más aún cuando, por la incompetencia de algunos, la competición se verá apaleada durante dos meses por el escándalo de Catar. No hablo de los trabajadores fallecidos, ni de la falta de derechos y libertades, ni de la situación de la mujer u homosexuales. De eso da para hablar en otro artículo, porque son innumerables las razones por las que Catar 2022 es, a todos los efectos, la mayor vergüenza de la historia del fútbol. Hablo de lo que nos conviene, de que el fútbol siga su curso natural. Un cauce por donde fluye este deporte, por donde ha fluido siempre por historia y tradición. Un cauce que, ahora, se ve interrumpido presa de la FIFA, por el bloqueo de Infantino a los que realmente son el alma de este deporte. A las personas, familias y espectadores, de todo tipo y raza, que, por mucho que le pese a los jeques árabes, son exclusivamente los poseedores del fútbol.
A ver como le explicamos ahora al socio del Real Zaragoza que tendrá que salir de La Romareda de madrugada porque Tebas no quiera hacer coincidir ese Zaragoza-Huesca con un Dinamarca-Túnez. No me sorprenderá que, a pesar de que se coloquen los partidos a esas horas, la gente seguirá yendo al fútbol. Porque en Zaragoza, con Lapetra o con el accionista americano, con Catar o sin Catar, su afición estará ahí. Esa es realmente la esencia de la Segunda División.
Tebas y Rubiales, conversando en una imagen de archivo | Foto: El País
Segunda debería parar, sí. Pero siempre se podrán sacar conclusiones positivas. Hasta de las más atroces barbaridades. En este caso, quizá nos pueda servir de cobijo el hecho de pensar en lo que realmente significa la Segunda División. Transcurrirá con normalidad el Mundial de la vergüenza, mientras que aquí seguiremos celebrando los goles de los Borja Bastón y los Stuani. El mundo hablará de Messi y de Cristiano, mientras que nosotros trataremos de entender cómo un equipo procedente de 1 RFEF está coqueteando con el play-off. Los noticiarios deportivos abrirán con el último gol de Neymar a Camerún, y desde aquí, desde Fondo Segunda, seguiremos hablando de la buena racha del Girona. O del Málaga, o del Sporting. De quien sea. Porque eso es lo que hemos hecho siempre, remar a contracorriente de lo tendencioso, de lo que atrae a las masas. Nosotros tenemos nuestras masas, y disfrutan independientes a toda esa sombra del fútbol de la lujuria que se cierne sobre Europa, ya sea en nombre de Catar o en nombre de Superliga. Quizá así, una vez se pare el fútbol de clubes a nivel global, apreciaremos la importancia de nuestra categoría. Quizá así ensalzaremos la humildad que representa La Liga SmartBank. Hasta entonces solo puedo decir que ahí estaremos para cubrir la liga más emocionante del mundo, porque, con o sin los jugadores mundialistas, la emoción seguirá intacta. Y, hasta entonces, me tomaré el lujo también de no terminar una frase, tan latente en estos momentos, para que sirva de libre interpretación. Odio eterno al…
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