Lugo, una década de plata

Corría la temporada 12/13. El Lugo regresaba a la categoría de plata para participar en ella por segunda vez en su historia. Comandados por Quique Setién y con piezas de renombre como Carlos Pita, el conjunto albivermello se embarcaba en una difícil misión: conseguir la permanencia con unos recursos muy escasos. El equipo gallego, muy humilde, no solo lo logró, sino que además lo hizo con solvencia, situándose en la zona media.
Con el paso de los años tuvieron que hacer frente a muchas adversidades. Porque aguantar durante tanto tiempo en la Liga Smartbank no es nada fácil. Sobre todo estas últimas cuatro campañas, en las que el equipo del Anxo Carro se vio en muchos momentos fuera de la categoría. Ahí, en las adversidades, es cuando el Lugo saca sus virtudes a relucir. Un equipo al que nunca se le puede dar por muerto, bien lo saben los que siguen esta competición. Por muy mal que esté, por mucho que estire el alambre, siempre acaba consiguiendo salvarse.
Nadie se imaginaba por aquel entonces que 10 años después, el cuadro gallego estaría asentado en la categoría de plata, siendo el equipo con más temporadas consecutivas en la Segunda División. Tal vez no se le de el valor que se merece en la actualidad. Pero con el paso del tiempo la hinchada albivermella se dará cuenta de la proeza que está consiguiendo su equipo en el fútbol profesional, y la dificultad que ello conlleva. Mientras tanto, y siendo fiel a su lema, el Lugo seguirá “sachando” por los campos de España
Competitividad ante la adversidad
Competitividad, ese término tan olvidado por muchos a la hora de hablar sobre fútbol. La mayoría se queda en “jugamos mejor”, “tiramos más veces” o en “tuvimos la posesión”, pero realmente lo más importante en todos los equipos es ser competitivo. Adaptarse a los diferentes contextos de los partidos, tener carácter y garra y nunca darlos por perdidos.
Siempre llamados a ser uno de los aspirantes al descenso, el Lugo exhibe temporada tras temporada una gran lección de cómo competir sobre el terreno de juego. Una lección de resistencia, de fe, de que si crees se puede conseguir por muy difícil que se ponga la situación.
El cuadro gallego ha demostrado por activa y por pasiva que sabe muy bien de qué va esto. Porque “jugar bien” saben muchos, pero ser competitivos sobre el terreno de juego no está al alcance de todos. Da igual el entrenador que los dirija o lo perdidos que estén durante alguna fase del curso. Al final siempre hacen méritos para seguir un año más en el fútbol profesional.
En este inicio de temporada está quedando claro. Podrán ganar o perder, pero tienen la capacidad de no salirse nunca del encuentro. En un contexto complicado, con una plantilla corta y con dificultades para su confección debido al límite salarial, el Lugo deberá volver a sacar a relucir ese gen para seguir un año más al pie del cañón en esta categoría.
Un Lugo aun en construcción
La salida de Albés fue un varapalo muy duro para todos. El técnico vigués realizó una gran labor la temporada pasada y parecía que sin él todo se iría al traste. En su lugar llegó Hernán Pérez para afrontar su primera experiencia en el fútbol profesional, tras su buen hacer en el Langreo, Unionistas y el juvenil del Real Madrid, entre otros.
El entrenador asturiano ha tenido un inicio con luces y sombras. Su labor no era sencilla porque tenía que hacer frente a muchos cambios en la plantilla. Las pérdidas de Carlos Pita (actual director deportivo del Lugo), Fernando Seoane e Iriome tienen un valor incalculable. Ya no solo sobre el césped, donde la edad ya pasaba factura, si no a nivel emocional, de vestuario y de identidad. Por si fuera poco, también se fue Carrillo, máximo goleador del equipo.
El equipo no le pudo responder con grandes nombres en el mercado, pero como se suele decir: no hay mal que por bien no venga. Al conjunto albivermello no le quedó otra que apostar por la cantera y por ahora los resultados están siendo más que satisfactorios. La plantilla combina la veteranía y experiencia de futbolistas como Manu Barreiro y Xavi Torres con la juventud y el desparpajo de Jesús Fernández e Idrissa Thiam, ambos provenientes del filial. En ellos debe cimentarse el proyecto y, por ende, el futuro deportivo.
Estos dos están siendo una de las noticias más positivas hasta la fecha. El central ya se ha afianzado en el once y este fin de semana demostró que está totalmente preparado. Frenó en seco a su adversario, y desde luego que no tuvo una pareja de baile fácil: Borja Bastón.
Mientras Hernán continúa aplicando su idea, va sumando piezas a su plantel. Y potenciando otras, porque está sacando la mejor versión de un Chris Ramos que está de dulce. El delantero gaditano ya acumula cuatro dianas y se erige como la gran amenaza del equipo gallego. Aunque aun quedan muchos aspectos por mejorar.
La defensa sigue siendo el gran debe de este equipo. Hasta la fecha, son nueve goles encajados y una sensación de cierta fragilidad en la retaguardia. A eso hay que añadirle que Whalley es el portero con más trabajo de la categoría, pues el Lugo es el equipo que más disparos recibe por encuentro. Caracterizados por ceder el protagonismo al rival y no tener mucho el balón, los albivermellos buscan hacer daño a la contra.
La irregularidad también les condena, y es que el Lugo pasó de estar en un estado de gracia tras dos victorias consecutivas a que llegasen las dudas tras dos derrotas después. El término medio y el camino a seguir lo mostró ante el Oviedo. Con muchas bajas, cuajaron un buen encuentro y pudieron llevarse la victoria. Por delante tienen el reto de volver a hacerlo. De volver a salvarse cuando muchos no confían, para seguir siendo, un año más, la resistencia.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.