Albacete, volar alto

El Albacete Balompié se está posicionando como una de las grandes sensaciones del inicio de la competición. El buen momento que atraviesa el equipo manchego podría acuñarse a numerosos factores, como el rendimiento tan excepcional que han mostrado algunas piezas desconocidas para el gran público hasta hace más bien poco: nombres como Manu Fuster o Jonathan Dubasin continúan emitiendo una luz intensa que muchos directores deportivos ya han comenzado a atisbar desde distintos rincones del territorio nacional. Aunque, para encontrar la causa principal de la buena dinámica que atraviesa el Albacete Balompié, tendríamos que desplazar el enfoque desde el verde hacia los banquillos, trazando una línea horizontal con la mirada. Porque la decidida propuesta de Rubén Albés parece haberse posicionado, a todos los efectos, como el motor principal que impulsa el incesante vuelo de un murciélago ávido de volar en las alturas.
Fútbol emoción
“Llegar a la meta cuesta, te cuesta tanto llegar. Y cuando ya estás en ella, mantenerte cuesta más”
Este verso pertenece a uno de los temas más recordados por cualquier amante de la música española, aunque, más allá de la cuestión melódica, responde a una de las consignas que cualquier equipo debe conocer para emprender con firmeza el camino a través de un entorno selvático y lleno de amenazas externas como es LaLiga Smartbank. En la temporada de su regreso al fútbol profesional, el Albacete Balompié no solo se ha conformado con el deleite que produce la belleza de la canción, sino que, además, ha indagado en el fondo de la cuestión hasta alcanzar el verdadero sentido de un mensaje tan profundo como lleno de certeza: en una categoría de lo más exigente como es la Segunda División, un desdichado tropiezo aislado genera la inercia suficiente como para volver a la casilla de salida en tan solo cuestión de segundos.
El pasado dice que el Albacete Balompié ya sabe lo que es sufrir caídas abruptas, aunque el equipo liderado por Rubén Albés prefiere encomendarse al presente para escapar las posiciones de descenso y evitar, así, tener que jugarse su futuro a una sola carta en la última jornada. Y el planteamiento no puede estar saliendo mejor. El Albacete Balompié continúa emanando buenas sensaciones semana tras semana, portando con orgullo la bandera de una región tantas veces olvidada en el fútbol profesional como Castilla la Mancha por todos los estadios de plata. “Fútbol emoción” es el lema de este equipo revelación que camina con paso firme hacia su objetivo, mientras persigue uno de los principios fundamentales de este deporte que, en tiempos modernos, parece haber quedado relegado a un segundo plano: hacer disfrutar a la afición.
Compartir más que el léxico
“Aquí no regalan nada, todo tiene un alto precio. Peldaño que vas subiendo, peldaño que hay que pagar”
continúa la canción, deslizando con sutileza otra máxima a la que se aferra el Albacete Balompié para intentar que un regreso a la altura no termine por convertirse en una ilusión pasajera. Rubén Albés mantiene la confianza inquebrantable. “Hemos conseguido ya el 20% de la permanencia”, comentó en una entrevista reciente para terminar por desterrar las dudas de las mentes de aquellos que se empeñaban en cuestionar la viabilidad del proyecto. La incapacidad de mostrar un dominio claro en el Carlos Belmonte es la principal preocupación de la entidad manchega, aunque los números han terminado por darle la razón al entrenador gallego.
Y es que los valerosos murciélagos han sabido batir sus alas con brío lejos de su guarida para imperar en las noches de plata. Firmes y valientes. Fuertes y serenos. El Albacete Balompié es, de pleno derecho, el segundo mejor visitante de LaLiga Smartbank; esa competición que no entiende de primeras impresiones ni planteamientos prestablecidos. Labrar el día a día y confiar en que el camino desembocará en un buen destino. Esa es la única solución para Albés y su Albacete, dos elementos que no solo quieren compartir raíz léxica, sino que, además, desean construir un hilo de afinidad que les una para la eternidad. Y, así, el día que las circunstancias azarosas de la vida decidan que Rubén Albés tenga que partir, siempre permanecerá en el Carlos Belmonte el imborrable recuerdo de un hombre que lo dio todo por el club donde una vez fue feliz: el Albacete Balompié.
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