Agus Medina, guiar el camino

La Ponferradina no atraviesa, ni mucho menos, su momento más álgido de la temporada. La abultada derrota ante un renacido FC Andorra, culminó una decepcionante racha de 7 partidos sin conocer el triunfo que, con el paso de las semanas, ha terminado por desplazar al cuadro berciano a la parte más delicada de la tabla. No existen motivos aparentes sobre la mesa para tratar de explicar la decadencia acelerada de un equipo que comenzó la campaña de manera impoluta. Aunque tampoco parece producto de la casualidad que los nubarrones comenzaran a invadir el cielo de Ponferrada cuando la luz de Agus Medina quedó extinguida a causa de las lesiones.
Convivir con la incertidumbre
Una de las primeras lecciones que debe aprender todo aquel que decide emprender el camino en el mundo del fútbol es la convivencia con la incertidumbre, ante la imposibilidad de conocer el día en el que se encontrará con una desdichada lesión que amenace con cambiarle la vida para siempre. Desde la rotura más pequeña hasta el desgarro más exiguo. El futbolista debe aprender a llevar su fortaleza mental hasta el límite para hacer que, lo que pueda presentarse como una montaña insuperable, termine por desintegrarse en pedazos hasta reducirse a una piedra más en el camino.
Aunque la peor cara de la lesión no es aquella que conoce en el momento que siente un desafortunado pinchazo: cualquier dolor es mucho menor que el sufrimiento de tener que presenciar los partidos de sus compañeros desde la grada, con la única compañía de la impotencia.
El director de orquesta berciano
Agus Medina no se encuentra, ni mucho menos, ante el año más ilusionante de su carrera profesional. Las lesiones le han impedido tener la continuidad necesaria para reencontrarse con su mejor versión y volver, así, a ser ese centrocampista de enorme talento que sobresalió como uno de los activos más valiosos de la categoría de plata la temporada pasada. El metrónomo de la Ponferradina. Agus Medina no tardó en erigirse como la pieza angular de un equipo que acarició el Play-off con la punta de los dedos. El sueño de un ascenso histórico a la máxima categoría terminó por apagarse en las últimas jornadas, aunque poco pareció importar a un pueblo desbordado por la felicidad de ver a un equipo que competía con la valentía y la firmeza como emblemas irrevocables.
La realidad ha cambiado en El Toralín. El buen comienzo de la presente campaña recordó por momentos a aquella magnífica Ponferradina de Bolo, aunque el transcurso de las semanas ha terminado por dar forma a un equipo que yace prácticamente irreconocible. Las diferencias son más que patentes: el juego desplegado, los puntos cosechados y, sobre todo, las sensaciones transmitidas, distan en exceso de las aspiraciones depositadas en El Bierzo a finales de agosto. Los números no mienten. 3 victorias y 4 empates componen un casillero demasiado pobre que acerca a la Ponferradina a los puestos de descenso. La próxima semana, el combinado blanquiazul viajará a Andorra con la intención de espantar a los fantasmas del pasado, cambiar el amargo presente y encarar el futuro con mayor optimismo. Lo hará sin Agus Medina. Una baja sensible. Y es que los tres triunfos conseguidos hasta la fecha han llegado con el ‘8’ sobre el campo. La música armoniosa queda relegada a un segundo plano para dar paso al desconcierto, ante la ausencia de su director de orquesta sobre el campo.
La llama del talento
No es para menos. Agus Medina dispone de un amplio abanico de registros que ofrece otro sentido a las tardes de fútbol en El Toralín. La medular adquiere otros tintes cuando aparece la figura del genio de Barberá del Vallés. Hablamos de un centrocampista todoterreno. Pivote para anclar o media punta para maravillar. No importa la función que ocupe sobre el campo. Es un seguro de vida. Juega y hace jugar. En Ponferrada confían en que pronto pueda superar las molestias en el sóleo para volver a ser ese futbolista diferencial y, con algo de suerte, ayudar a otros compañeros como Kelechi Nwakali a potenciar sus mejores virtudes. Agus Medina debe volver para encender la llama del talento e iluminar el camino de la Ponfe entre un bosque tan frondoso y lleno de amenazas como es la Segunda División Española. Ahora más que nunca, la Ponfe le necesita. El fútbol le necesita.
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