El Real Zaragoza estaba remontando el vuelo con la llegada de Fran Escribá. Eran cinco encuentros sin conocer la derrota, con empates en encuentros de alta dificultad y victorias ante Ibiza y Huesca, en el derbi aragonés. Sin embargo, en la última jornada se perdió la ocasión de ofrecer continuidad a ese buen estado físico, competitivo y mental. La derrota ante el CD Leganés, dejándose remontar y cayendo fruto de una jugada desafortunada en la que Francés mostró una de las debilidades del equipo -la madurez- cierra un 2022 que se marchará una vez más envuelto en la indiferencia. Y, para colmo, el técnico perderá a uno de sus baluartes por un período aproximado de un mes. Las desgracias jamás vienen solas.

Bermejo, ausente factor diferencial

Y es que Sergio Bermejo cayó lesionado en Butarque. Antes de que se traspasara la media hora de juego, Larra le sustituía sobre el verde. El parte médico emitido por el Real Zaragoza confirma una rotura fibrilar en el aductor izquierdo que, si se cumplen los plazos habituales, le tendrá lejos de los terrenos de juego durante un período aproximado de un mes. Una lesión que le llega al futbolista en un momento dulce, en el que volvía a mostrarse como uno de los grandes factores diferenciales del equipo.

El atacante madrileño estaba recuperando el nivel que se le espera, ese del que ha estado lejos durante la primera parte de la temporada. El futbolista comenzó rindiendo por debajo de lo que cabe esperar de un jugador de sus características y cualidades y ello también lo notó el equipo. O quizá era él quien notaba las deficiencias del equipo bajo el mando de Carcedo. Y es que la plantilla no llegó a rendir nunca al nivel que el propio técnico hubiera podido esperar según sus ideas y estilo de juego. La buena noticia es que de esas cuatro semanas de baja que se le esperan, dos de ellas no habrá competición liguera, por lo que el daño para el equipo se verá limitado, probablemente, a dos jornadas.