Carrión, bola 8 ¿y negra?

El Cartagena no levanta cabeza. La jornada pasada volvió a sufrir una nueva derrota, aunque, esta vez, pareció demasiado cruel: no cayó por una diferencia abultada en el resultado final, ni siquiera transmitió una sensación de haberse quedado sin plan, sino todo lo contrario. Logró mirarle directamente a los ojos a un aspirante al ascenso directo como es el enrachado Levante de Javi Calleja. Y es ahí donde radica la principal preocupación que ronda al Cartagena. El equipo volvió a perder, aun mostrándose como un equipo tremendamente competitivo. Aún así, el hombre sobre el que recae gran parte de la culpa, quizás de manera injusta, mantiene la convicción impoluta ante la posibilidad de revertir el mal momento. Porque Luis Carrión volvió a perder, sí, pero también volvió a defender una idea en la que creer. Esa misma idea que, hace no mucho, acalló muchas voces y situó al Cartagena en posiciones de play-off, como una de las grandes revelaciones de la temporada.
Continuar con la partida
El Cartagena camina en un terreno lleno de piedras desde hace demasiado tiempo. Los tropiezos se han sucedido con demasiada frecuencia. Las derrotas ante Villarreal B, Racing de Santander, Granada, Tenerife y Levante, se han entrelazado con empates contra Sporting, Huesca e Ibiza, para dar forma a una terrible racha de ocho partidos sin sumar de tres en la que las dudas siempre han superado a las certezas. Los motivos que tratan de explicar la decadencia absoluta de un equipo que al principio de la temporada vivió plácidamente en posiciones de play-off, parecen del todo inciertos: quizás podría deberse a la caída de un reino como el Cartagonova que, hasta hace no tanto, parecía inexpugnable.
La falta de acierto en los metros finales también está lastrando en exceso al equipo o, dicho de manera más cotidiana, simplemente las bolas no quieren entrar, menos una: porque si el fútbol fuese como el billar, pero sin los tacos, el Cartagena ha metido, casi sin esperarlo, la bola número 8; aunque todo dependerá de Luis Carrión para decidir si esa bola será negra. Porque ocho partidos sin ganar pueden colocar una losa importante en las aspiraciones de un equipo con un objetivo algo más ambicioso que asentarse cómodamente en la parte media de la tabla, pero el técnico barcelonés aún mantiene la fortaleza necesaria para continuar con la partida.
El miedo a equivocarse
Luis Carrión intentó localizar el origen de la mala dinámica que atraviesa el Efesé en la rueda de prensa previa a la derrota sufrida ante el Levante, destapando lo que puede definirse como un problema de confianza colectiva. “Quizás estamos algo más tímidos con el balón para no equivocarnos. El domingo tenemos que presionar alto y ser valientes con el balón. Tenemos que dar un paso adelante e intentar disfrutar”, explicó el preparador catalán, revelando uno de los principales miedos al que se ha enfrentado la humanidad: el miedo a equivocarse.
El hombre nunca ha querido enfrentarse a la incertidumbre de lo desconocido, más aún cuando ha tenido la posibilidad de reconfortarse en la seguridad de lo cotidiano. Pero pocos avances, por no decir ninguno, se han producido sin estar precedidos por una caída previa a lo largo de la historia. Quizás Carrión tenga la razón. Quizás el problema no responde a una cuestión meramente táctica, ni siquiera deportiva. Porque, como una vez dijo el gran Charles Chaplin, “no debemos tener miedo a equivocarnos, hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas”.
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