Ibiza, de celeste a gris

La presente debía ser, sin duda, la temporada de la estabilización del UD Ibiza en la Segunda División. De hecho, en el ambiente desde su ascenso siempre ha existido un aroma a objetivos ambiciosos para un club emergente que en tan sólo unos pocos años había tocado la gloria de alcanzar el fútbol profesional. La figura de Amadeo Salvo ayudaba, de hecho, a tener esa sensación de que el club había llegado para quedarse y algo más. La salida la pasada temporada de Carcedo, teniendo al equipo en una situación cómoda en la tabla y ofreciendo buenas sensaciones, fue una muestra más aderezada con la llegada de Paco Jémez. Se intentó alcanzar el playoff, pero al final no dio para ello. Nueva temporada y nuevos objetivos. Ambiciosos, a priori.
Adiós a Soriano y un camino sin rumbo
En verano, salía el director deportivo artífice del éxito del ascenso, Fernando Soriano. Un síntoma preocupante indicativo de un club cuyo camino no terminaba de estar marcado. Javi Baraja para el banquillo y una revolución en la plantilla que, desde el inicio, no terminaba de aparentar una mejora en la confección de la misma. Y a sufrir. Con todo y pese a los cuatro primeros encuentros sin victoria, dos victorias ante Tenerife y Oviedo para un 9/12 entre las jornadas 5 y la 8 camuflaron el desastre. Sin embargo, otros cuatro sin ganar con tres derrotas consecutivas terminaron con el técnico destituido.
Llegaba Juan Antonio Anquela con su indiscutible experiencia y duraba tan sólo cuatro jornadas al mando de los celestes. Y su sucesor, pese a la revolución invernal, tampoco está corriendo mejor suerte. Tan sólo una victoria en los 11 encuentros ligueros que ha dirigido Lucas Alcaraz con una serie de nueve encuentros seguidos sin victoria dejan al club ibicenco en una versión realmente gris alejada del alegre celeste que les define. El tiempo se agota y la reacción es ya… o nunca.
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