Un Burgos de carrera de fondo
El Burgos CF se mantiene en la lucha por el play-off gracias, en parte, a la enorme rentabilidad que ha conseguido sacarle a a los goles marcados en las segundas mitades.
La realidad relativa del tiempo
La duración de un partido alcanza un promedio de poco más de 90 minutos: un camino tan exigente como inquietante en el que la concentración máxima debe acompañar en todo momento para no desviarse en el camino hacia la consecución del objetivo entre pensamientos vagos como “es imposible que nos remonten en tan poco tiempo” o “esto lo tenemos ganado”. Es curioso pensar como un minuto puede tener el poder suficiente como para decidir la validez de meses de esfuerzo depositados en todo un campeonato.
El tiempo es una ciencia exacta, sí, aunque es en el fútbol donde se convierte en una cuestión tan puramente relativa, que establecer cualquier tipo de certeza absoluta parece una tontería. La capacidad para sacar fuerzas cuando las del rival empiecen a debilitar es la única clave para conocer el éxito en un ejercicio de desafío contra el tiempo, donde el lema de no rendirse hasta el final ha pasado a ser un tópico de contenido vacuo.
Hacer puntos de la convicción
El Burgos CF de Julián Calero es un equipo que se ha labrado un camino hasta ocupar una posición privilegiada en la parte más alta de LaLiga Smartbank a base de convicciones, más que de sueños y aspiraciones. Es un equipo que continúa inmerso en un proceso de reconstrucción constante que comenzó desde el inicio de la temporada. Es un bloque tan sólido, que ya no importa si la imbatibilidad en la portería se perdió hace tiempo, o si la línea defensiva no es tan consistente como al principio de la temporada. La perseverancia, esa que demuestra en cada partido, es la que le ha permitido rehacerse continuamente para no perderle la cara a la batalla contra otros transatlánticos de la categoría como el Levante UD, el Deportivo Alavés, la UD Las Palmas o el Granada CF, entre muchos otros, que tienen en el poderío ofensivo su mayor virtud.
El Burgos CF no es un equipo especialmente temible por su delantera, ni siquiera cuenta en su plantilla con una referencia goleadora claramente distinguida; es un equipo que ha encontrado en el tesón y la constancia sus aliados más firmes para sacar el mayor rédito a cada tanto marcado. De los últimos 24 goles que ha marcado el Burgos, 19 han llegado en la segunda mitad o, expresado de otra manera, si el equipo de Julián Calero continúa mostrándose como un aspirante más a ocupar un puesto en la parte alta de la tabla a estas alturas de la temporada es porque, en el momento en el que otros estarían pensando en asimilar la dureza de la derrota o a conformarse con la insipidez del empate, es cuando encuentra las fuerzas necesarias para convertir esa convicción en puntos.
Somos un equipo que nunca tira la toalla y eso es algo de alabar en mis jugadores. La grada ayudó y conseguimos empatar. En un buen punto. Todo lo que sea sumar en Segunda División es bueno»
explicó Calero en la rueda de prensa posterior al empate ante un hueso siempre duro de roer como es el Albacete Balompié de Rubén Albés. “Cuando empatas al final, te queda la sensación de haber ganado un punto. Si no entrase ese gol, estarían cinco puntos por encima y la diferencia particular a favor”, añadió el artífice de la temporada sensacional que está realizando el equipo blanquinegro. Las declaraciones de Julián Calero sostienen la evidencia de que el Burgos CF ha conseguido dominar los tiempos de los partidos para hacer que los empates terminen conteniendo un valor mucho más importante que un solo punto, que las victorias sean sinónimos de escalada en la tabla, y que cada paso hacia adelante sea una poderosa zancada en una auténtica carrera de fondo que mantiene una clara ambición en la meta: continuar mirando hacia cotas más elevadas que la de simplemente salvar la categoría sin pasar apuros de última hora, y mirar- que no soñar- hacia la posibilidad de colocar a la ciudad de Burgos en el mapa como una ciudad de Primera División.
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