Sublimes ante la adversidad
Los 90 marcaron una época en el viejo continente. Una época destacable debido a múltiples acontecimientos geopolíticos que son el causante de que el mundo sea tal y como lo conocemos hoy día. La reunificación de Alemania, la disolución de la Unión Soviética o la guerra de los Balcanes son algunos de los hechos más relevantes de una época en la que sus ciudadanos fueron el comienzo de un mundo más globalizado en todos sus aspectos.
Andorra no fue excepción. El Principado, el cual había decidido mostrarse reacio y distante a todo tipo de conflictos bélicos, daba sus primeros pasos hacia el progreso esperado en Europa. Todo iba sobre lo esperado.
Exentos del deporte rey
Andorra nunca ha sido referencia a nivel futbolístico dado a su escasa población y el atraso con el que se empezó a competir oficialmente en el país. Debido a su enclave montañoso, el Principado ha sido referencia en otros deportes como el esquí o el ciclismo, muy por encima de lo que se vivía en el resto del continente. A comienzos de los años 90, el baloncesto también empezaría a llamar la atención de sus poco más de 50.000 habitantes. Una época en la que el equipo del país llegaría por primera vez en su historia a la ACB, máxima categoría española. Sin embargo, el fútbol seguía siendo todo un reto.
Fue por estos años cuando se empezaron a fundar los primeros equipos andorranos especialmente en las parroquias de Andorra La Vieja, Escaldes-Engordany y Sant Julià. Además de no disponer de equipos para crear una liga nacional hubo otro gran problema que no se corrigió hasta 1994. La tardía creación de una Federación Andorrana de Fútbol (FAF) provocó que no hubiese una institución que organizara una liga con un criterio uniforme, así como una selección nacional que compitiera a nivel internacional contra otros estados en busca de un puesto en Eurocopas o Mundiales. Dificultades corregidas con mucho retraso que siguen teniendo consecuencias en la actualidad.
Un rebelde decano
El FC Andorra fue la excepción de todo un país. Su fundación en 1942 y la imposibilidad de competir en el Principado debido a la ausencia de rivales provocó su inclusión en la Federación Catalana de Fútbol, provocando, a su vez, su participación en los campeonatos españoles. Un hecho que, pese a las críticas, dio la posibilidad a los aficionados andorranos de abandonar el fútbol por televisión a favor de acompañar al equipo en los diferentes estadios y municipios a los que se enfrentaba. Un regreso a los orígenes de este deporte.
Abril del 90: A un paso de la gloria
Eso sí, el club tricolor se veía sumergido en una época dorada que no se había vivido hasta la fecha en el club. Nada más y nada menos que 17 temporadas en la categoría de bronce del fútbol español fueron los primeros avances deportivos para un país que poco a poco se iba haciendo hueco en el fútbol español.
Concretamente en abril de 1990, el club andorrano se encontraba en una de los mejores momentos de su historia. Cuartos clasificados a tan solo siete puntos de un liderato que daba acceso a la categoría de plata, era un objetivo para todos los aficionados del Principado que soñaban con codearse algún día entre los históricos del fútbol español. Sin embargo, al Lleida Esportiu no se le escapó el liderato y dejó a los pirenaicos con la miel en los labios. Tan cerca y a la vez tan lejos de la categoría de plata.
Odiado por su situación geográfica, logró sobreponerse en una categoría compuesta por equipos cántabros, vascos, catalanes, aragoneses y castellanoleoneses. Las dificultades del trayecto -especialmente en invierno- hacía que las visitas de sus rivales fueran toda una travesía. Peligro de aludes, desprendimientos e incluso posibilidad de quedarse incomunicados eran algunos de los peligros más comunes en una carretera montañosa donde la seguridad no era lo más común.
Nombres como el de José Calzado “Pepín”, Emilio Gómez o Antonio Ruiperez son los de algunos de los jugadores que defendieron la elástica tricolor y que anteriormente llegaron a disputar incluso la Primera División española con Real Valladolid CF, RC Celta de Vigo,y Racing de Santander respectivamente. Todos ellos acompañados de Antonio Rueda, un joven delantero que empezaba a destacar en los primeros años en el Principado y que debido a su alto acierto goleador se convirtió en referencia en Segunda División con el Real Jaén CF años más tarde.
Nombres que marcarían una época. Nombres que serían los que iniciaron un sueño y un cambio en un club y en todo un país. Serían los que pondrían la primera piedra de los cimientos de lo que actualmente es el FC Andorra. Eso sí, como diría Celtas Cortos, “Hoy no queda casi nadie de los de antes, y los que hay han cambiado”. Sí…
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