Málaga CF, un final de sobra conocido

Las opciones del Málaga CF por optar a la permanencia discurren por un camino cada vez más estrecho, que tan solo podría ensancharse un poco con una recta final de campeonato prácticamente impoluta. La idea de descenso, que antes parecía una sensación de temor nervioso, ha pasado ahora a convertirse en un ruido ensordecedor. El Málaga se despedirá después de 25 años en el fútbol profesional. Cuesta creerlo, sí. Y aceptarlo mucho más, pero tampoco podemos hablar de una sorpresa inesperada para entender un final de sobra conocido.
El telón se echa antes de tiempo
El acercamiento de la temporada estival creará una cierta sensación de vacío en el seno de LaLiga Smartbank. La competición que en las últimas temporadas había adquirido como costumbre reservar un espacio privilegiado para la épica en la recta final verá cómo, en esta ocasión, ese inquieto pellizco pasará a ocultarse entre síntomas de impotencia, ante el amarre de cuatro destinos con demasiado tiempo de antelación a los puestos de descenso. El único equipo que podía ponerle picante al asunto fue el Málaga CF, aunque, ciertamente, la rendición ante la Ponferradina en El Toralín terminó por colocar el último clavo a un ataúd con destino al infierno. El factor matemático aún trata de recurrir a sus mejores dotes de persuasión para hacer creer que la permanencia aún es una meta al alcance, pero el argumento más sólido que parece imponerse sobre cualquier otro a estas alturas es el que dicta el futuro próximo.
CD Mirandés, Deportivo Alavés y UD Ibiza compondrán un calendario con cartel de reto colosal para un equipo que deberá sumar ocho puntos de nueve restantes para estirar el chicle de sus aspiraciones hasta el final o, expresado en otras palabras, estará obligado a enmarcar un final de temporada impecable; lo que tampoco es aval de permanencia ante la imposibilidad de depender de sí mismo. Real Sporting, SD Huesca o Racing de Santander tendrían, además, que sacar una puntuación nula para abandonar su posición en la zona cómoda en favor de un Málaga que bracea a la desesperada hacia la orilla con las fuerzas cada vez más reducidas.
La idea de ‘descenso virtual’ resuena cada vez con más rotundidad, aunque, realmente, parece que el destino fatídico del cuadro de Martiricos responde más a una cruda realidad de sobra conocida desde hace tiempo que a una situación simplemente proclive a suceder. La realidad es que el arreón final que le permitió derribar de un plumazo a Leganés, Villarreal B, Lugo o Cartagena ha terminado por mostrarse con la silueta de una sensación ilusoria a la que nos aferramos los más románticos para creer en un final de temporada impulsado por la épica.

Rubén Castro lucha por un balón en El Toralín con Ale Díez | Foto: Málaga CF
El futuro del Málaga CF estaba sentenciado desde hace tiempo, solo que no fuimos capaces de entenderlo o, en muchos casos, de aceptarlo. El telón está echado. El cuento se ha acabado. Los rostros serios de la expedición blanquiazul al aterrizar en Málaga después del encuentro ante la Ponferradina escenificaron la representación más exacta de lo que ha sido una temporada absolutamente terrible en todos los sentidos que, ahora, solo ha terminado por confirmarse de manera parcial a la espera de que las jornadas terminen por consumirse.
Una despedida que duele en el alma
El día en el que el sueño comenzó a diluirse procede de un tiempo pasado que, verdaderamente, parece inexacto. La problemática que ha arrastrado al Málaga CF hasta la situación actual nació hace mucho tiempo: tanto que no podemos- o más bien queremos- acordarnos. Aunque por colocar una referencia concreta en la temporada actual podemos retrotraernos hasta la derrota en La Rosaleda ante un oponente directo como el Racing de Santander, que terminó por enterrar cualquier opción de permanencia. La sucesión espectacular de siete partidos invictos, tan solo emborronada por un tropiezo ante un sólido Andorra en el Principado, pareció por un momento poder cambiar el sentido del equipo hacia una dirección totalmente opuesta. No es para menos. 14 puntos de 21 posibles componen un balance a la altura de unos pocos superdotados residentes en la parte alta de la tabla, pero de nada sirve hacer un último examen de matrícula de honor si viene precedido por un trimestre repleto de suspensos. Y eso no parece sorpresa para nadie.
El Málaga ha necesitado mucho para puntuar, pero muy poco para entrar en estado de vulnerabilidad. Cualquier amenaza externa, por más tímida que pareciese, podía crear la fuerza suficiente como para hacerle descomponerse en incontables pedazos. Y reponerse la ha supuesto un esfuerzo a veces excesivamente difícil de abordar. La excelente racha de partidos sin conocer la derrota ha quedado reducida simplemente a un buen momento aislado sin demasiada trascendencia en el cómputo total de la actuación del equipo, como también lo fue la irrupción en escena del canterano Álex Calvo en un debut estelar, las actuaciones superlativas de Rubén Yáñez en la portería, o la victoria de ensueño cosechada ante el Real Zaragoza con la compañía de una afición totalmente entregada a la causa.

El Málaga celebraba cuando salvarse era una opción viable | Foto: Málaga CF
Una despedida siempre duele; duele en el alma, más cuando estamos hablando de una estancia de 25 años que coincide con la etapa más esplendorosa en la historia del club que, ahora, también ha pasado a convertirse en la más oscura. Tocar fondo es necesario para asegurar un crecimiento futuro más fuerte en torno a la estabilidad, pero a quién pretendemos convencer con un consuelo totalmente vacío de contenido. La afición no lo merece, pese a la invitación por parte de las altas esferas del club por pasar página para empezar a sentar las bases de lo que promete ser, una vez más, una lucha selvática sobre las losas del escalón de bronce, en el que equipos abanderados por la historia medirán sus fuerzas con otros que caminarán escudados por la ilusión de aquel que persigue el sueño de vivir la experiencia del fútbol profesional por primera vez. El Málaga, de inicio, partirá como uno de los claros favoritos, aunque, pase lo que pase, al aficionado siempre le quedará esa espinita clavada; ese pensamiento inquieto de cómo hubiera cambiado todo si tan solo hubieran cumplido cuando los caminos permanecían aun irresueltos.
Ya no sirve de nada reflexionar sobre un tiempo pasado inamovible. Lo único que quedará para siempre es esa lección, tan valiosa como pocas, para aprender de esa experiencia de cara a lo que está por venir. El Málaga CF deberá ahora escribir un punto y final, cueste lo que cueste, por más que se deslice alguna lágrima escurridiza hasta manchar el papel y descolorar sus últimas palabras en el capítulo del fútbol profesional. La temporada no ha acabado, pero su destino está más que sentenciado. La cabeza quizás estará ya en el futuro en Primera RFEF, pero el corazón siempre permanecerá en la que ha terminado por convertirse en su hogar. La última misión del Málaga pasará por echar el cierre a la temporada de una buena manera para formalizar una despedida a la altura de un equipo que siempre tendrá su hueco en la historia. Es lo mínimo que su afición se merece.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.