La UD trasciende lo futbolístico

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La Unión Deportiva cayó ayer en Almendralejo y se despide del torneo del KO con una imagen deplorable, una vez más. Pese a ello, hubo más de una quincena de amarillos en la gradas animando a los suyos bajo la lluvia

Cuando la oscuridad acecha en Gran Canaria, siempre hay alguien que desprende luz. En este caso, los aficionados. Anoche se volvió a vivir un bochorno copero ante un CD Extremadura que es líder de su grupo en Segunda RFEF. La indignación radica en que, por enésima vez, la UD cae sin dignidad y mostrando una inoperancia impropia de una escuadra aspirante al ascenso. Hay quienes le quitan hierro al asunto, argumentando que la prioridad es la competición doméstica y la Copa solo es un estorbo. La realidad es que una entidad con 23.563 socios, con dos subcampeonatos, uno de Liga y otro de Copa, y con una historia plagada de momentos esplendorosos, no puede caer en el más profundo conformismo. El gen ganador debe estar siempre presente. Porque se puede caer, faltaría más, pero en primera ronda y de esta manera, es un sacrilegio.

El dantesco espectáculo que ofreció la UD en Extremadura tuvo que ser presenciado por una parroquia amarilla irreductible; siempre está, pase lo que pase. Uno de los hinchas fue Carles Brufau (11/08/1987). Sobrecargo de vuelo y natural de Lleida, pero con alma canariona desde que nació. Su madre, del barrio de Barrial, en Gáldar, inculcó a su hijo los valores de un escudo que representa a toda una isla. Y él, desde pequeño, se aficionó a una UD que disputaba sus partidos en el añorado Estadio Insular. Siempre que puede, acompaña al equipo, ya sea en Gran Canaria, Albacete, Almería o Madrid. Lo importante es el motivo.

Es por ello que decidió acompañar al equipo en Extremadura junto a su mujer, Rita Paula Gutiérrez. Carles ha vivido experiencias de todo tipo, viajando por los lugares más recónditos del planeta para conocer y reconocer rincones únicos. ”He estado en Londres, Martinica y Guadalupe, pero le prometí a mis tías que yo quería vivir en Gáldar o en Guía, como mi mujer o mi madre. Da la casualidad de que, al igual que mi padre, yo también me casé en la Iglesia de Santiago de los Caballeros de Gáldar con una grancanaria. Se cierra el círculo, jajaja”, comentaba con humor.

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Carles Brufau luce con orgullo la chaqueta de la UD en el avión. Junto a él, su mujer Rita.

Su travesía para llegar a Extremadura fue singular, desde luego. Llegó a Madrid desde Doha, como quien sale a comprar el pan. Posteriormente, tomó un vuelo a Badajoz el día anterior al choque, donde pasó la noche. Al día siguiente, se subió a un bus y llegó a Almendralejo a pocas horas de la contienda, dando la casualidad de que coincidió con los jugadores en el mismo hotel. Para algunos, este esfuerzo titánico supondría una odisea, sobre todo por el tiempo y dinero invertidos, por no hablar del cansancio que supone viajar de por sí. Pero si la UD es la meta final, todo merece la pena. Así lo sintió Carles: ”Ir a ver a la UD es cumplir el sueño de un niño, al igual que ir a la grada Naciente. Disfruto más estos viajes que los del Bernabéu, Metropolitano o Mendizorroza”.

”Este ambiente es más familiar, por eso vine, porque se siente la cercanía de los jugadores, delegado… que, por cierto, ha sido muy amable con nosotros. Valoro lo auténtico y lo genuino; puedo ver a los futbolistas a dos metros, no como en Naciente, que estamos a cincuenta metros”, comentaba el hincha catalán.

Resulta emotivo pensar que un pequeño gesto de los profesionales del balompié con su gente sirva como acicate para que ellos sigan apoyando, ya sea mediante la compra de camisetas, entradas o fotos. Futbolista y aficionado, el binomio perfecto. Esto, aunque a algunos se les olvide, es lo que sustenta al deporte rey. Porque la internacionalización es lícita y necesaria para crecer en un mundo cada vez más capitalista y artificial, pero lo que debe primar siempre es la sensibilidad por los que nunca dejaron de lado a la entidad, ni en Segunda B. Esos sí que estarán toda la vida.

También hizo alusión a la pureza del fútbol popular al contar una anécdota con uno de los baluartes del CD Extremadura en los prolegómenos del encuentro:”Zarfino estaba tomándose un mate en el bar del hotel antes del partido junto a otros clientes del establecimiento”. Otra anécdota que presumía fue la de su inesperado encuentro con la madre de Pedri, exjugador amarillo y una de las estrellas del FC Barcelona, en el Aeropuerto de Barajas justo antes de emprender su viaje a Badajoz.

La Unión Deportiva es más que fútbol: es herencia, identidad, respeto, deportividad, canariedad, representación, pasado, presente y futuro. Y Carles, pese a no ser grancanario, creció con esa pasión visceral que perdurará hasta sus últimos días. Porque lo que uno siente por la UD no entiende de categorías; tampoco de títulos. Este es el ejemplo. ¡Larga vida a los amarillos!

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