El Mirandés vivirá un arranque de temporada diferente, casi surrealista. A pesar de que la pasión rojilla sigue intacta, los primeros compases del curso 2025-26 no resonarán en Anduva. Lo harán en otro templo del fútbol del norte. Será en el Estadio de Mendizorroza, hogar habitual del Deportivo Alavés. Un cambio que nadie imaginaba, pero que ya es oficial.
El propio club de Miranda de Ebro ha comunicado que, debido a las obras a llevar a cabo en la Tribuna, no podrá disputar sus partidos como local en su estadio durante los primeros meses del campeonato. Por ello, y gracias al acuerdo alcanzado con el Ayuntamiento de Vitoria, Mendizorroza se convertirá temporalmente en su refugio.
Un acuerdo que abre nuevas sendas
Este giro de guion no solo modifica la geografía del Mirandés, también reescribe su narrativa. Porque Mendizorroza no es solo otro campo. Es un estadio con alma, con historia, con altura. Compartirlo con el Alavés añade un matiz simbólico y logístico que no pasa desapercibido.
Desde el club se ha agradecido la predisposición de las instituciones vitorianas, en un ejemplo de colaboración entre territorios vecinos. Y mientras tanto, la afición rojilla ya comienza a organizarse para no dejar solo a su equipo, pese a los kilómetros extra que separarán sus cánticos del césped.
Una afición que nunca se rinde
El Mirandés es más que un club. Es el latido de un pueblo, el orgullo de una comarca. Y aunque el escudo juegue temporalmente lejos de casa, su esencia no se moverá un centímetro. Anduva es piedra y memoria. Pero el espíritu rojillo viaja en cada bufanda, en cada grito, en cada mirada al cielo en los minutos difíciles.
Ahora comienza un nuevo reto. Jugar lejos, pero sentirse en casa. Una anomalía que, con el tiempo, puede convertirse en una página brillante de su historia. Porque este club ya ha demostrado antes que, cuando todo parece cuesta arriba, sabe caminar con firmeza.
Un inicio con sabor a historia para el Mirandés
Las primeras jornadas de esta nueva campaña quedarán grabadas en la memoria de la hinchada. Será raro. Será diferente. Pero también puede ser hermoso. El Mirandés escribirá un prólogo distinto, con acento vitoriano, pero corazón mirandesista.
Porque al final, no importa tanto dónde se juega. Importa cómo se juega. Y sobre todo, con quién se juega. Y el Mirandés, como siempre, jugará con su gente.
