Al filo de un nuevo capítulo en Segunda División, la Real Sociedad B (Sanse) emprende su regreso a la categoría de plata envuelto en emoción e incertidumbre. La inauguración de su flamante estadio en Zubieta, bautizado como Z7 o Izan, estaba prevista para marcar el inicio de su nuevo ciclo.
Pero las obras no terminarán a tiempo. Y el filial debutará el 17 de agosto ante el Real Zaragoza… en Anoeta. Una decisión que conjuga impaciencia y responsabilidad.
Un nuevo estadio para el Sanse frenado por los plazos
El ambicioso proyecto del Z7, con capacidad para unos 4.000 espectadores, ha sido todo un impulso para la cantera y el fútbol femenino de la Real. Se trata de una instalación moderna y equipada. Diseñada para convertir a Zubieta en un auténtico santuario formativo.
Y aunque las obras están muy avanzadas, el club reconoce que pueden no estar finalizadas para el debut liguero, obligando al filial a buscar refugio temporal en el Reale Arena.
Anoeta, un escenario con historia y grandeza para el debut del Sanse
Volver a Anoeta, estadio que suele reservarse para el primer equipo, supone un salto de ilusión y un reto logístico para el Sanse. El Reale Arena, con su pasión guipuzcoana, añade una dimensión especial y exigente.

Un escenario de Primera en el que lo chico parece grande y lo joven puede sentirse gigante. Para el Zaragoza tampoco es exactamente un rival neutro. Pero el choque adquiere un valor simbólico. El regreso de San Sebastián a Segunda con una cita que se jugará en el epicentro del fútbol vasco.
Una transición que encierra esperanza
El retraso en las obras puede verse como un freno. O como una oportunidad de sobrecalentar el pulso del proyecto. Ver a los jóvenes del Sanse vestirse en Anoeta, recibir aplausos en tribunas más grandes y enfrentarse a un Zaragoza con estadio propio será un momento que quedará grabado en su memoria. Y mientras tanto, el Z7 crece silencioso, fuerte… listo para abrirse paso definitivamente muy pronto.
En definitiva, el fútbol siempre encuentra su manera de vibrar. Y este inicio atípico, entre tristezas de construcción y alegrías de escenario, promete ser inolvidable.