David Larrubia, la pieza diferencial en el renacer del Málaga

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David Larrubia necesitaba un gol así. El Málaga también. La celebración tras su tanto ante el Andorra, entre lágrimas y gritos que parecían haber estado esperando meses para salir, reflejó mejor que cualquier declaración lo que significa este momento para él y para el club. Un chico de la cantera empujando al equipo sabiendo que el escudo pesa, pero que para él es imprescindible. Larrubia se ha convertido en el futbolista que conecta la idea de Pellicer con la realidad del juego: ese punto de desequilibrio que convierte una posesión en amenaza y una aproximación en ocasión. Ya no es solo una promesa talentosa, sino el jugador que entiende cuándo acelerar, cuándo esconder la pelota y cuándo asumir la responsabilidad de romper el partido. Y de buena manera, lo está haciendo.

Datos y pizarra

Tácticamente, es la pieza que más condiciona al rival. Cuando Larrubia recibe, algo pasa. Si el defensa duda, él acelera hacia adelante; si salen a morderle, se los quita de encima con un regate; y si le tapan el camino, siempre encuentra el pase que hace avanzar la jugada. Cada toque suyo obliga al rival a tomar decisiones rápidas, y casi siempre le sale rentable al Málaga. Su progresión en conducción sostiene al equipo cuando necesita salir desde atrás y su agresividad en campo contrario permite que el Málaga viva cerca del área rival, algo imprescindible en una categoría en la que dominar no siempre se traduce en generar. No es casualidad que su nombre aparezca en varios de rankings de impacto de LaLiga Hypermotion:

Ranking Larrubia – LaLiga Hypermotion 2025/2026
• 1º en duelos ofensivos ganados
• 1º en progresiones con éxito
• 1º en recuperaciones en último tercio
• 2º en regates con éxito

Ranking interno del Málaga 2025/2026
• 1º en tiros totales y tiros a puerta
• 1º en toques en el área rival
• 1º en centros y pases al área con éxito
• 1º en pases que acaban en remate
• 1º en xA y 2º en xG del equipo
• 1º en duelos ganados y recuperaciones en campo rival
• 1º en titularidades junto a Alfonso Herrero

Son datos que respaldan lo que se ve cada fin de semana. Larrubia juega para sumar. Pero su impacto no es solo con balón. Su presión tras pérdida es uno de los motores del sistema: salta, orienta, roba y vuelve a recibir. Tiene un punto casi obsesivo por volver a activar la jugada, como si él mismo se negara a permitir que el ritmo caiga. Y aunque también es el jugador que más balones pierde, eso no le resta valor competitivo, al contrario. También significa que es él quien se atreve cuando otros no lo ven claro, que asume riesgos porque sabe que el Málaga necesita desequilibrio para marcar la diferencia.

La búsqueda del dominio en la categoría

Pellicer ha construido un bloque reconocible y progresivo, pero para estar arriba hace falta alguien que abra puertas. Y ese alguien es él. Larrubia simboliza el camino que el malaguismo quiere recorrer. No se va a conformar con sobrevivir en la categoría, sino conquistarla. Hay madurez en su juego, ambición en su mirada y una conexión emocional con la grada admirable. El Málaga pelea cada semana por recuperar su sitio en el mapa del fútbol español y Larrubia está demostrando que puede ser uno de los jugadores que lideren ese regreso. No sabemos si este será el año en el que el club dé el salto definitivo, pero sí que hay un futbolista que juega como si el ascenso fuese una cuestión personal. Y eso, en noches como la del Andorra, se nota.

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