El impacto de Iuri Tabatadze en sus dos primeros partidos como jugador del Cádiz CF ha sido, sin duda, una de las irrupciones más espectaculares que se recuerdan en mucho tiempo. No solo en el club, sino posiblemente en toda la historia de la categoría. Cuesta encontrar un precedente similar. Tres goles en apenas 40 minutos representan una cifra casi histórica. Digna de un debut soñado. Pero al mismo tiempo sorprendente, teniendo en cuenta que se trata de su primera experiencia en el fútbol español. Aunque no lo parezca en absoluto.
¿El comienzo de una dependencia con Iuri?
El periodo de adaptación, simplemente, no ha existido para un Tabatadze que ha caído de pie en el Nuevo Mirandilla. Y que ya se ha ganado el corazón de la afición. El cadismo lo reconoce como su nuevo ídolo y, a día de hoy, como el jugador más determinante del equipo. No es para menos. Y es que, de no ser por sus goles ‘in extremis’, el Cádiz sumaría apenas cinco puntos tras estas cuatro primeras jornadas disputadas, en lugar de los ocho que lo mantienen en puestos de play-off.
Esta diferencia, aparentemente insignificante, es la que hace romper una lanza en favor de la ilusión por este equipo, en lugar de colocarlo directamente en la punta del cañón, como ocurrió la temporada pasada tras un arranque de temporada de lo más decepcionante en el regreso a Segunda División. Porque los problemas mostrados siguen siendo prácticamente los mismos. El más evidente, la fragilidad defensiva. Que, sobre todo en el partido contra la Real Sociedad B, volvió a mostrar su peor versión.

Los fantasmas del pasado amenazan con volver
La facilidad con la que el Cádiz recibió esos tres goles, algunos como resultado de errores clamorosos, llegaron incluso a despertar recuerdos del pasado, que parecían haber sido más que superados y olvidados. Hasta que Tabatadze hizo su aparición estelar, los amarillos marchaban con un 3-1 en contra en el marcador. Incluso planeó por momentos en el ambiente la memoria de ese equipo endeble de Paco López, que terminó sufriendo la temporada pasada más de la cuenta al final.
El valiente georgiano logró ahuyentar a esos fantasmas. Pero amenazan con volver en el caso de que Garitano no sea capaz de encontrar el remedio a lo que se ya se puede diagnosticar como un problema latente.
Cinco son demasiados goles encajados para un equipo motivado por aspiraciones un poco más ambiciosas que tan solo no pasar apuros por la permanencia. Una losa demasiado pesada para continuar avanzando al ritmo de ‘play-off’. Y es que, de los seis primeros clasificados añadiendo al Eibar como séptimo, el Cádiz CF es uno de los dos equipos que aún no ha celebrado una portería a cero en lo que va temporada.
El otro es el Racing de Santander. A los cántabros este dato poco parece importarle mientras siga marcando una media escandalosa de 3’25 goles por partido. El Cádiz, en su caso, tampoco es que vea la portería contraria con demasiada facilidad.
Por eso, debe buscar otras fórmulas. La más clara, pasa por colocar el muro. Ladrillo a ladrillo. Jornada a jornada. Es la única forma de construir hasta arriba para tocar el cielo. Y, además, de disfrutar un poco más del genio Iuri Tabatadze en vez de empezar a verle, entre tanta presión, como el único salvador.