El Zaragoza firma datos para la esperanza

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Hay derrotas que duelen y derrotas que enseñan. La sufrida por el Real Zaragoza frente al Deportivo de la Coruña pertenece a la segunda especie. Esa que, con el paso del tiempo, se recuerda como punto de inflexión. Porque, por primera vez en mucho tiempo, el cuadro aragonés cayó con dignidad, con argumentos, con una idea reconocible. Cayó, sí, pero compitiendo. Y ese verbo llevaba demasiado tiempo sin conjugarse en clave blanquilla.

Rubén Sellés aterrizó en el club de La Romareda con un reto mayúsculo. Reconstruir no solo un equipo, sino un estado de ánimo. Y aunque los resultados aún no acompañan, su mano ya se percibe en la hierba. Ante un Dépor que cuenta con individualidades capaces de desnivelar todo, el Zaragoza mostró personalidad, ambición y un fútbol con herramientas que hasta hace pocas semanas parecían escondidas bajo el polvo del miedo.

La propuesta de Sellés empieza a asomar

Sellés ha querido que el Zaragoza sea protagonista. Y ante el Deportivo se vio a un equipo más valiente con balón, más ordenado en presión y mucho más conectado entre líneas. El equipo se movió con sentido, buscando progresar por dentro y por fuera, alternando alturas y tratando de descolocar al rival.

Los números respaldan la sensación. El Zaragoza igualó al Dépor en llegadas totales y remates, generando dos ocasiones claras de gol. Los gallegos lograron anotar en dos ocasiones en acciones de acierto individual, más que en generación de ocasiones. La diferencia estuvo en la jerarquía individual en zonas determinantes. Ahí donde Yeremay decidió el choque con dos acciones que solo están al alcance del talento diferencial.

El Zaragoza cayó pero compitió mejor por primera vez en mucho tiempo

Pero lejos de resignarse, el Zaragoza mostró una virtud que no se veía desde hace meses. La de responder a los golpes sin caer en la ansiedad, manteniendo el plan y el criterio. Hubo una estructura reconocible, movilidad ofensiva, desmarques de ruptura y, sobre todo, sensación de equipo.

Brotes verdes: nombres propios y señales de cambio

Cada proyecto nace en pequeños gestos. Y el zaragocista encontró varios motivos para creer:

  • Mayor cohesión defensiva: pese a encajar dos goles, el Zaragoza redujo espacios entre líneas y limitó las transiciones del Dépor, uno de sus males recientes.
  • Centro del campo más influyente: el equipo enlazó más pases en campo rival y mejoró en la ocupación de carriles interiores, con un mediocampo que no solo destruye, sino que construye.
  • Actitud competitiva: se compitió hasta el final, con presión alta en fases del encuentro y sin caer en el bloqueo emocional tras encajar.

Sellés, además, se atrevió con variantes tácticas durante el encuentro sin desnaturalizar el modelo. Señal de entrenador con plan y convicción.

El Depor ganó por talento; el Zaragoza perdió con alma

El Deportivo venció porque tiene magia en las botas de Yeremay y sus acompañantes ofensivos. Un jugador que marca diferencias y decide partidos. El Zaragoza aún no posee un futbolista de ese perfil desequilibrante. Esa es la distancia real entre ambos equipos hoy. No la propuesta, no el juego, sino el talento en el último toque.

Y sin embargo, por primera vez, el zaragocismo se marchó de un partido con una sensación inédita en meses. La de que su equipo está creciendo. Que ya no compite por inercia, sino por convicción.

El inicio de un camino que pide paciencia

Este Zaragoza no está aún listo. Falta colmillo, falta contundencia en área, falta chispa para transformar ocasiones en goles y buenas intenciones en puntos. Pero al fin hay un faro, una dirección, una identidad que empieza a brotar como el primer verde que rompe el hielo en invierno.

Sellés ha devuelto al equipo una estructura sobre la que construir. Y, sobre todo, ha devuelto al hincha un relato al que agarrarse. Si este es el punto de partida, el zaragocismo puede permitirse algo que llevaba tiempo sin sentir: esperanza. Perder dolió. Pero por primera vez, dolió con sentido.

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