Hay partidos que no se juegan, se viven. Hay encuentros que parecen escritos por un guionista enamorado del drama, del suspense y del romance deportivo. Lo de Castalia ante el Málaga fue eso: cine en estado puro. Una historia que empezó como thriller, rozó el terror psicológico y terminó convertida en epopeya heroica. Porque el CD Castellón, que agonizaba con 0-1 en el minuto 90, acabó ganando 2-1 en el 99’, en un final que solo el fútbol y la Hypertensión es capaz de imaginar.
El estadio, que había pasado del nerviosismo al silencio y del silencio a la desesperanza, se transformó en una hoguera emocional cuando el marcador se dio la vuelta en apenas nueve minutos. Castalia explotó. Un rugido colectivo que parecía llevar años contenido.
De tocar el abismo al salto hacia el aire fresco
El gol malaguista había dejado a los de Pablo Hernández asomándose al precipicio. Con esa derrota parcial, el Castellón se acercaba peligrosamente hacia los puestos de descenso en LaLiga Hypermotion. El clima era denso, áspero, casi condenatorio. Pero este equipo, que encuentra en su gente el combustible emocional necesario para no rendirse, eligió escribir otro final.
En el 92’, llegó el empate. Un gol que fue desfibrilador y despertó a la grada. Pero la escena definitiva estaba reservada para el 99’. Doué, con la frialdad de un actor protagonista en su escena final, firmó el gol que convirtió la tarde en inmortal. El futbolista empieza a ganar galones de jugador decisivo. La celebración le llevó a despojarse de la camiseta y dicho acto, a la segunda amarilla. Imposible detenerse a pensar en los detalles. El momento no entendía de celebraciones contenidas.
Datos que explican una reacción y sostienen el entusiasmo
Las sensaciones encuentran respaldo en los números. Según datos recopilados de plataformas como LaLiga y Sofascore, el Castellón terminó el encuentro con 19 remates totales, 6 de ellos a portería, dejando claro que insistió hasta el final. Además, completó un 70% de acierto en el pase en último tercio. No fue un golpe de fortuna, sino una remontada construida desde la fe, pero también desde el fútbol.
El Málaga, por su parte, fue diluyéndose con el paso de los minutos. Se quedó en 9 disparos totales, solo 1 de ellos entre los tres palos. Y su línea defensiva acumuló errores no forzados en la recta final, fruto del desgaste físico y emocional. Ese colapso fue el hueco por el que se coló la épica albinegra.
Pablo Hernández, el liderazgo de quien conoce la casa
Muchos entrenadores entienden el juego. Pocos entienden el alma de una grada. Pablo Hernández, ídolo contemporáneo del Castellón, está construyendo algo más que un equipo competitivo. Está reconectando a la afición con una idea de pertenencia. Su Castellón juega con valentía, con intención ofensiva y con una rebeldía que honra la historia del club.
Esta victoria es un refuerzo a su discurso. El entrenador pidió creer en él, pese a su provisionalidad. Y el equipo lo demostró en el césped. Ese vínculo puede convertirse en un intangible diferencial.
Un golpe que puede cambiar la temporada para el Castellón
Las ligas no suelen girar por partidos lógicos. Lo hacen por momentos emocionales. Y este, para el Castellón, puede ser uno de ellos. Tres puntos que valen autoestima, impulso clasificatorio. Pero, sobre todo, que deja un mensaje: este equipo no se rinde.
Castalia vivió un final de cine. Y cuando el fútbol regala escenas así, algo se mueve dentro de un club. Si este Castellón logra convertir este desenlace en gasolina para las próximas jornadas, quizá dentro de unos meses se mire atrás y se pueda recordar. “La película empezó aquel día, en el minuto 99”.
