Hay futbolistas que no solo se distinguen por sus intervenciones, sino por el aura que transmiten. En el Albacete Balompié, ese papel lo encarna Jesús Vallejo. Un líder silencioso que ha convertido la defensa manchega en su trinchera.
La estadística es tan evidente como reveladora. Todos los puntos cosechados por el equipo en lo que va de temporada han llegado con él sobre el césped. Sin su presencia, el vacío se convierte en derrota.
Es la diferencia entre puntuar o no hacerlo para el Albacete
La Liga Hypermotion se caracteriza por la igualdad extrema, no nos cansamos de repetirlo. Un detalle marca la frontera entre sumar o irse de vacío. En el caso del Albacete, ese detalle tiene nombre y apellidos. Vallejo no solo ordena la zaga, también contagia carácter. Transmite calma en la salida de balón y eleva la confianza de quienes le rodean. Su jerarquía hace que cada despeje tenga el peso de un pregón. Y cada anticipación se convierta en clave para la seguridad de su portería.
Los números reflejan esa dependencia. En los encuentros en los que ha jugado, el Albacete ha sabido competir, sostener resultados y, sobre todo, sumar. Sin él, los errores se multiplican. El sistema se resquebraja y el equipo pierde esa brújula defensiva que le da sentido. No se trata solo de estadísticas, sino de la percepción nítida de un conjunto que se desangra en su ausencia.
Un espejo para la plantilla
La figura de Vallejo evidencia la fragilidad de un proyecto que necesita aprender a sobrevivir incluso sin su capitán de retaguardia. La dependencia excesiva puede convertirse en un arma de doble filo. Si bien resalta la importancia de un jugador, también desnuda las carencias colectivas.

El Albacete no puede permitirse que su destino dependa únicamente del estado físico o la disponibilidad de un futbolista, por muy influyente que sea. Más aún dado el historial del defensa aragonés en cuanto a los problemas musculares.
Un líder necesario que no debe ser imprescindible
El Albacete ha encontrado en Jesús Vallejo el corazón de su defensa y el sostén de sus puntos. Su ausencia se había convertido en una herida que aún no cicatriza. Esa incapacidad de competir sin su líder natural. El futuro exigirá respuestas, variantes y personalidad en otros nombres.
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Porque un equipo que aspira a sobrevivir en LaLiga Hypermotion no puede ser esclavo de una sola presencia, de un sólo jugador. Aunque esa presencia sea la de un guerrero que convierte cada partido en una batalla ganada antes de empezar.