Llegados a este punto, tras la disputa de la Jornada 7 y con la 8 a la vuelta de la esquina, cabe hacerse algunas reflexiones. Podrían hacerse, de hecho, varias en lo colectivo. Sobre la sensación de desidia del grupo. Acerca de las pérdidas de balón en zonas prohibidas. Las imprecisiones impropias de futbolistas de la calidad de los que aglutina en plantilla el Almería. Las deficiencias groseras en la ejecución de las transiciones, especialmente las defensivas. O, incluso, de lo alarmante que resulta observar a jugadores reprochándose y culpándose entre ellos de los males del conjunto como si fueran ajenos a unos y otros.
Todo ello, a priori, constituye un problema que tiene sumido al equipo de Rubi en puestos descenso en un inicio de temporada aciago. Pero también nos podríamos centrar en ciertas decisiones del técnico en cuanto a la elección de sus piezas sobre el verde.
A día de hoy son a todas luces cuestionables y cuestionadas por el aficionado de pie. Probablemente, en su interior, también por el colectivo periodístico que cubre la actualidad del Almería. Aunque este colectivo se encuentre en una especie de hipnosis que no le permite sacar a la luz las verdades del barquero. Al menos una gran mayoría, ya que hay una pequeña minoría que lleva al extremo la crítica. No hay término medio. O blanco o negro. Se echa de menos algo de gris en la actualidad rojiblanca. De momento, tratemos de escribir acerca de las decisiones de Rubi en nombres.
Chumi, Centelles o Pozo están en entredicho en el Almería
Cada uno de ellos por motivos diferentes. O similares. Pero ya desde temporadas anteriores y, por supuesto, en esta, se cuestiona el exceso de protagonismos de estos tres futbolistas. La defensa almeriensista hace aguas semana tras semana, pero futbolistas como Chumi y Centelles no salen del once. Para el central, puede haber cierta comprensión. Y es que el pasado verano se descartó reforzar una zona que a todas luces necesitaba caras nuevas y un aumento de nivel en el Almería. Lo del lateral, teniendo a Bruno Langa como alternativa que ha demostrado poder rendir por encima del valenciano, desquicia al aficionado de la UD Almería.
En cualquier caso, la sensación es que, sin que su nivel pueda considerarse el de central potente y consolidado para un proyecto que busca el ascenso, Kaiky ha rendido por encima de Chumi en lo que va de temporada. Incluso Radovanovic, en sólo partido y medio, ha ofrecido mejores sensaciones. Pero cuando hubo de romper la pareja de centrales, Rubi sacó a Kaiky. Y cuando hubo que cambiar un central al descanso en Valencia, el elegido fue Radovanovic. Se esgrime que Rubi necesita centrales rápidos para su forma de entender el estilo defensivo del equipo.
Chumi quizá sea el más rápido en plantilla del Almería, aunque muestra carencias que terminan por tapar su mayor virtud.
Édgar González, un caso particular
El de Édgar es un caso aparte. Llegaba la temporada pasada como un jugador válido, a priori, para Primera. Desde luego, había mostrado capacidad en Segunda División con el Real Oviedo siendo uno de los mejores pivotes de la categoría como carbayón. El caso es que en lo que va de temporada no ha levantado cabeza. Como pivote, con carencias como la descoordinación de movimientos, colocación deficiente, lentitud de desplazamientos y de circulación… Parece otro jugador totalmente diferente al que conocimos en Oviedo y Betis.
Cuando Rubi lo retrasa a la zaga, mejora su rendimiento. Sus cualidades y su físico le hacen ofrecer mayores recursos al Almería en dicha zona. No ser un jugador rápido le penaliza en esta posición. El caso es que, llegados a este punto, ¿Qué tal resultaría probar como pareja de centrales el poderío físico y de estatura de Édgar con Rado? La lógica invita a tal movimiento. Habrá que observar si Rubi también discurre en tal sentido.
Los particulares casos de Melero y Rachad
Cerraremos, aunque podríamos haber incluido por aquí a Pozo y su elección como lateral ante la ausencia de Pubill -el roto que le hicieron Morales y Brugué fue para recordar-, con dos casos particulares. Está el de Gonzalo Melero. Un jugador, como Édgar, de la total confianza del entrenador, Rubi, por experiencias pasadas juntos. El caso es que físicamente el madrileño está lejísimos de estar a la altura de la competición. Sin velocidad, sin intensidad, sin resistencia. Sin la llegada y el gol que un día fue determinante dentro de sus cualidades. Pero con minutos, muchos, sobre el verde.
Después, por terminar, está el caso de Rachad. El atacante, que llega desde las bases, tuvo una actuación destacada como titular ante el Castellón. Lo único salvable de aquel envite. Después, volvió a mostrar ser válido como revulsivo ante el Eibar, dando el gol del empate definitivo.
Pese a ello y a mostrarse como uno de los jugadores con la cabeza más despejada y la actitud más positiva, aún no ha convencido a Rubi para ocupar la titularidad con asiduidad. O, al menos, contar con una mayor cantidad de minutos. Y estas son, al menos, algunas de las decisiones individuales que alejan a un sector de la afición del Rubi 2.0 que ha regresado a Almería.