No es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita. Y el Cádiz CF se encuentra en una situación de extrema necesidad. Lo tiene todo realmente para aspirar a encontrar esa felicidad, pero, aun así, el descontento es generalizado. Un plantel compuesto en buena parte por jugadores con experiencia al más alto nivel; un entrenador profesional y contrastado que ya encontró una vez la salida a un laberinto capaz de desorientar a cualquiera como es la Segunda División; una base sólida de cantera que está irrumpiendo con fuerza; una afición que nunca ha abandonado su sitio en las alturas pese a que, desde el campo, a ras de suelo, el equipo le haya dado cien razones para darle la espalda; y, sobre todo, una situación económica teóricamente estable. O, al menos, mucho más solvente de la que rige a la mayoría de sus rivales en la categoría, aumentada por los nada desdeñables 14 millones que recibió por la subvención del descenso. Es cierto que se apretó como consecuencia directa del inevitable descenso, pero los pellizcos obtenidos por las ventas de ‘Conan’ Ledesma y Arzamendia aportaron un poco más a una banca que goza de salud. Y de avaricia a partes iguales.
Poco tiempo y muchas tareas pendientes en un nuevo final de mercado intranquilo
Porque el Cádiz, hasta el momento, aun no ha invertido ni un solo céntimo en traspasos. Todo lo fichado en lo que va de verano, que tampoco es mucho, ha sido a coste cero. Aun así, bien es sabido por la experiencia de colosos millonarios como el Chelsea FC, el PSG o el Manchester United, que invertir en plantilla no es sinónimo de mejoría. Pero teniendo en cuenta las numerosas bajas que podrían producirse en esta recta final de mercado como las de Escalante, Kouamé, Ocampo o Álex Fernández, entre otras, quedaría como resultado una plantilla descompensada. Lastrada por unas carencias significativas que, aunque no se manifestaron al principio ante la idea de que mantener el bloque de la temporada pasada fuese suficiente, lo cierto es que terminaron saliendo a la luz en el desastroso debut ante el Real Zaragoza, donde se vio un equipo inseguro y limitado.
De actitud, de ideas y de alternativas. A la espera de lo que pueda suceder en estos coletazos finales de la ventana de traspasos, donde no se descarta incluso que puedan terminar produciéndose salidas con las que no se contaban en un principio. Reforzar las posiciones de central y delantero centro sigue siendo asunto prioritario.
Un fuego que nada ni nadie hace por apagar
El margen es escaso, aunque queda tiempo para ello. La dinámica a la que ha acostumbrado el Cádiz en los mercados llegando a los últimos días con los deberes aún por hacer invita, de hecho, a que se terminarán anunciando. Ocurrió en el pasado mes de enero, cuando aterrizaron Juanmi, Ousou y Samassékou sobre la bocina en el Nuevo Mirandilla. También a estas alturas de la temporada pasada, existían ciertas dudas sobre la falta de efectivos en ataque, que se terminaron despejando a través de las incorporaciones de Maxi Gómez y Robert Navarro.
Pero las palabras del técnico Paco López tras la derrota sufrida en un estreno de lo más aciago, ofrecieron una idea muy clara a ojos de la intuición.
Un mensaje que prevé un final de mercado marcado por un ritmo lento, pese a que es ahora cuando más tendría que acelerar.
, insistió el preparador valenciano después para hacer ver a la afición que el contundente tropiezo en casa, más que un indicio añadido acerca de la urgencia de fichar, tan solo fue un inicio con mal pie.
Una actitud incomprensible para el cadismo
Un problema de adaptación a una categoría absolutamente feroz que, posiblemente, sea lo que esté ensombreciendo a la amplia capacidad de una plantilla perfectamente dotada. O, al menos, lo suficiente como para mantenerse en la parte alta de la tabla. La presencia de nombres tan importantes como Chris Ramos, Víctor Chust o Rubén Alcaraz es, por sí mismo, un motivo para creer en positivo. Un motivo más para pensar que el Cádiz CF no terminará pasando apuros ni alejándose en exceso de su principal objetivo, que no es otro que el del ascenso de regreso a Primera. El problema, la razón por la que la afición mira a este vaso siempre como medio vació cuando perfectamente podría hacerlo como medio lleno, es la incomprensible postura de la directiva.
Porque, realmente, quizás el Cádiz CF no necesita refuerzos con una necesidad tan imperiosa como se transmite. Quizás el pánico creado por esa primera mala toma de contacto, sumada a la traumática experiencia reciente en Primera, esté creando el efecto suficiente como para convulsionar a todo a su alrededor. Pero es esa parsimonia excesiva, ese sentimiento de profunda desidia la que, ahora reflejada a través de la falta de concreción a la hora de cerrar operaciones para reforzar la plantilla, lo que irrita aún más a una afición que carga cada vez que tiene la mínima oportunidad contra su junta directiva. Esta actitud de impasibilidad con la que se está afrontando el mercado, tan solo es una pieza de leña más que se suma a un fuego más vivo que nunca. Un fuego que nada ni nadie hace por apagar.