La historia del Racing de Santander se escribe con emociones. Con vínculos que trascienden el césped. Uno de ellos lleva el nombre de Marco Sangalli. El centrocampista vasco, que llegó con perfil bajo y trabajo honesto, ha terminado convirtiéndose en algo más que un futbolista. Es ya parte del alma de El Sardinero. Y ahora, su continuidad está en el aire.
Con el final de su contrato a solo unos días, Sangalli espera un acuerdo que no puede tardar mucho más. La afición lo pide, lo siente suyo. Porque no son solo sus pases ni sus centros. Es su entrega, su compromiso. Su manera de entender el Racing como si llevara la camiseta desde niño. El tiempo apremia y el nuevo director deportivo, recién aterrizado, ya tiene ante sí su primera gran tarea.
Una decisión que marca el rumbo
El futuro de Marco Sangalli no es solo una cuestión contractual. Es una declaración de intenciones. Renovarlo sería enviar un mensaje claro. Que este Racing valora a quienes lo sienten, a quienes lo dejan todo en cada balón dividido. Y si bien aún no hay una decisión oficial, en los pasillos de las oficinas ya se intuye que será uno de los primeros temas sobre la mesa. Chema Aragón se enfrenta a su primera gran decisión.
El jugador, por su parte, ha mostrado siempre disposición. No ha lanzado mensajes ni exigencias. Solo ha hablado sobre el campo. Y por eso, la afición le responde con cariño, con cánticos, con ese respeto que se gana a pulso. En un momento de transición en la dirección deportiva, Sangalli representa estabilidad. Y en el Racing, eso no es poca cosa.
El Racing se la juega en silencio
El verano será largo. Pero algunas decisiones no pueden esperar. La renovación de Sangalli es una de ellas. Porque perderlo sería más que perder a un jugador. Sería dejar ir a alguien que entiende lo que significa vestir de verdiblanco. Y el Racing, si quiere seguir creciendo, debe cuidar a quienes ya forman parte de su esencia.
En los próximos días se sabrá si el nuevo proyecto deportivo del Racing arranca con un gesto hacia dentro. Hacia la grada. Hacia el corazón. Marco Sangalli espera. Y con él, espera un estadio entero.
