Joan Francesc Ferrer Sicilia, Rubi, está de vuelta en la UD Almería. El técnico abandonó el club tras amarrar la permanencia en la última jornada de la 22/23. Y lo hizo con cierta división de opiniones entre la afición en torno a su figura como técnico de los indálicos. Regresa ahora con la aceptación de la práctica totalidad del entorno indálico. Y, en su puesta de largo ante el Granada CF esta pretemporada, nos deja pinceladas de una especie de regreso al pasado. La versión Rubi 2.0 no parece demasiado lejana en concepto a la original.
Orden, presión y vértigo
El Escribano Castilla de Motril fue el escenario. En él, un primer once rojiblanco copado de caras conocidas. Y es que el único fichaje, Melamed, ni tan siquiera estaba convocado. Probablemente sea ante el Benfica, mañana, cuando debute. Por ello, a priori, el foco debería estar mucho más centrado en las primeras ideas que el técnico está inculcando al colectivo que en lo individual. Y también en la primera mitad por encima de la segunda, cuando llegó el típico carrusel de cambios.
En ese contexto, nos encontramos a un Almería quizá carente de automatismos de juego, pero con ideas claras sobre el planteamiento y las herramientas a usar sobre el verde. Y ni un minuto tuvo que pasar para que ello se viese reflejado en el marcador. Como una premonición. Presión alta y coordinada, el delantero llegando a apretar al guardameta rival y gol al interceptar el despeje y acabar el rechace en la red. No abracen el gol, abracen el concepto. Porque ese concepto se repitió a menudo, con un equipo muy ordenado y vivo que recuperaba y salía en transición con soltura. Puro vértigo.
El sistema de partida, inalterable
Todo ello, con el 1-4-2-3-1 como sistema de juego. Sin novedades, sin sorpresas. Con un pivote más posicional –Lopy– y un mediocentro móvil –Robertone-. Interior, que diríamos. Ello, claro, dependerá bastante del perfil de jugador que ocupe la zona central en segunda línea. Porque Arribas y Marcos Peña no son el mismo tipo de jugador y ello, casi por inercia, dibujará a un mediopunta o a un interior. Y podría conducir a un 1-4-3-3.
Se dibujaron también algunas señas de identidad que, como casi todo en esa primera mitad, retrotrayeron a épocas pasadas, inevitablemente mejores. Como si de un equipo de Cervera se tratase, en el Almería de Rubi la lucha no se negocia. Algo que se refleja, a simple vista, observando el trabajo defensivo de los extremos y la exigencia en las vigilancias y en las ayudas a los laterales. Por ahí, este Almería difícilmente lleve a su afición a la desesperación.
Lagunas a balón parado y margen de mejora atrás
No todo iban a ser buenas noticias. Lógicamente, y con tan pocas sesiones de entrenamiento aún, los desajustes se hacen más visibles. El gol recibido muestra el margen de mejora en la defensa del balón parado. No fue una acción aislada, se repitió y ello le deja a Rubi una asignatura a incluir en el temario de las semanas que se avecinan.
Por lo demás, también quedó la sospecha que ante mayores exigencias la línea defensiva puede sufrir en demasía, aunque esto no requerirá tan sólo de trabajo. El mercado, a buen seguro, terminará de definir el grado de sufrimiento que tendrán que resistir los corazones rojiblancos.
Algunos nombres propios
Y, obviamente, el encuentro también nos deja algunos detalles directamente vinculados a futbolistas. Porque Radovanovic volvió a dejar sensaciones de líder defensivo que, si el físico le respeta, elevará el nivel de la retaguardia. A Lopy le bastaron 45 minutos para dejar la sensación de que no sólo puede ser el pivote que necesita el equipo sino que Rubi ya ve en él esa figura. Y después está Luis Suárez, un delantero que, de quedarse, marcará diferencias en la competición. Gol y asistencia para comenzar la pretemporada para el cafetero.
Del resto, aunque se podría hablar de buenos detalles de futbolistas como Appiah o el canterano Valen, nos quedaremos con Arnau Puigmal. Rubi lo colocó de inicio en el lateral derecho y el joven futbolista destacó en lo físico, en lo táctico y en la toma de decisiones. Quizá, y sólo quizá, sea esta la temporada de la consagración del catalán como un jugador importante para los indálicos.