Arnau, la unión que hace la fuerza en el Almería

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El futbolista catalán proporciona sacrificio, calidad y, sobre todo, sentido táctico al sistema de Rubi. Arnau ya es “uno de los hijos de la entidad”.

Desde su llegada al club indálico en 2021, procedente de las inferiores del Manchester United, Arnau Puigmal ha jugado de mediapunta, lateral derecho, escorado a ambas bandas y alguna posición más se le escapará a un servidor. Ha sido halagado, criticado e incluso cedido. Titular, suplente, revulsivo clave… Son un buen puñado las tesituras en las que se ha visto el catalán desde su llegada a Almería hace cuatro años.

Rubi, técnico de la UD Almería, se ha decidido por la 4-2-3-1 para esta temporada 2025-2026. Con multitud de opciones para el mediocampo y un Arribas enchufadísimo, el plan inicial del entrenador de Vilassar de Mar era conformar la delantera con Embarba, Melamed y Baptistao, incluyendo a los novatos Thalys y Soko como posibles variantes. Puigmal, en consecuencia, pareció quedar relegado a un rol secundario para toda la banda derecha.

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Arnau Puigmal en los micrófonos oficiales del club / UD Almería

Y llegó la redención de Arnau

Arribas, sobre el papel teórico, funciona como el nexo entre la segunda y tercera línea sobre el verde. Pero incluso para Arribas esta tarea está siendo demasiada complicada. Con ambas bandas abiertas al ex madridista le cuesta, a veces, desatascar al equipo. Y se vio en Ceuta. El Almería se marchó al descanso con un 1-1, pero con la sensación de ser muy inferior a su rival. Los fieles rojiblancos percibieron a un equipo partido en dos, inconsistente; como en las primeras jornadas.

Y aquí esboza un poco de control y sentido Arnau Puigmal. Ayuda a Sergio cuando es necesario desahogar. Sirve como protección cuando Chirino se aventura al ataque. Es capaz de ofrecerse por dentro. De regatear. De llegar a línea de fondo para dejar caer la esférica en zona de peligro. Arnau, recién tatuado con la fecha del ascenso en Butarque, es el sujeto idóneo para unir las piezas ofensivas y defensivas. Y si Rubi lo deja en el banquillo, lo acepta con la cabeza bien enderezada, pensando en ese preciso instante en su próxima redención. Algo que se echa muy de menos en estos tiempos de fútbol moderno.

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