El Cádiz CF ha tocado fondo. Una sucesión de resultados absolutamente catastróficos han pinchado el globo de los amarillos, que han caído directamente fuera de la zona del play-off. Ya ni siquiera les sostiene esa estabilidad defensiva de la que venían disfrutando hasta el momento.
La misma que le permitió hacerse un hueco entre los más sólidos no solo de la categoría, sino de todo el territorio nacional; y que cubrió la mayor carencia de un equipo que sigue sin cumplir con las expectativas: la falta de gol. Un desacierto de puntería alarmante que, si antes pasaba algo más desapercibida, ahora se ha colocado en el foco como el problema principal que lastra directamente a un Cádiz ineficaz, errático y, lo peor de todo, desilusionante.
Una caída inexplicable
La afición cadista, al menos, ha empezado a mostrar su malestar al respecto. La crítica resuena más que el canto. Y la protesta, se escucha por encima de la ovación. La respuesta más sincera a la dinámica preocupante de un equipo en el que, lo que antes eran certezas absolutas, ahora son completas inseguridades. Ya la fortaleza defensiva no depende de la presencia de Kovacevic como líder de la zaga. Incluso con el serbio como titular, el Cádiz se muestra demasiado vulnerable, como ocurrió en el Nuevo Mirandilla ante la Cultural Leonesa.
Tampoco se puede encomendar el cadismo al aporte de nombres como Suso, Brian Ocampo, Javi Ontiveros o García Pascual en otras facetas. Cualquier camino hacia la inspiración aparece nublado. Y la disciplina, la constancia- esa otra alternativa-, tampoco está dando sus frutos para el Cádiz. Lo intenta. Lucha. Muerde. Aprieta. Y lucha una vez más. Aunque cualquier intento es insuficiente ante una situación de bloqueo total, en la que una actuación superlativa de un portero como fue la de Edgar Badía el pasado fin de semana en el Nuevo Mirandilla, puede tapar cualquier posible resquicio de luz existente entre tanta oscuridad.

¿Amenaza a la continuidad de Garitano en el Cádiz?
Mala fortuna, podríamos decir, pero cuando la propuesta planteada es acertada y el juego esbozado se plasma sobre el campo como su sombra inseparable, su mejor aliado; nada ni nadie puede arrebatar la recompensa más directa de un trabajo bien hecho. La realidad es que esta situación de decepción y desatino, sea cual sea su origen, se ha extendido a todas partes de forma acelerada como una plaga.
Nadie se escapa de este mal momento. Desde la primera línea hasta la última del campo. Ni mucho menos es cuestión de canalizar la culpa o de buscar responsables, pero cuando las cosas no funcionan bien en el fútbol, el entrenador siempre es el primero en dar el paso al frente para pasar por la sala de interrogatorios. Gaizka Garitano, en su caso, aparece como uno de los principales señalados. Y su crédito, a este paso, está próximo a caducar.
La afición, por su parte, empieza a pedir la cabeza del técnico vasco, aunque de momento la dirección deportiva mantiene su confianza plena. Los próximos encuentros, ante el Córdoba CF como visitante y el Racing de Santander en el Nuevo Mirandilla serán cruciales para evaluar su futuro como dueño del banquillo cadista. Dos duelos ante dos rivales de mucha altura que podrán instaurar la calma de nuevo o, de lo contrario, levantar mayor polvareda en un ambiente ya de por sí nublado y enrarecido. Al Cádiz le toca remar.






