El Málaga CF camina hacia una temporada en la que el margen de error se estrecha. Lo sabe el club. Lo saben los aficionados. Y lo sabe, sobre todo, Sergio Pellicer. El técnico malaguista encara el curso 2025-26 con una certeza. Repetir lo de la temporada pasada ya no bastará.
La exigencia ha subido de nivel. Con una plantilla reforzada, un verano más ilusionante y una afición hambrienta de grandeza, Pellicer está obligado a demostrar que puede liderar el salto definitivo. En sus propias palabras, esta temporada será diferente. Es su último año de contrato y es consciente de que si no mejoran, no habrá renovación.
Una temporada que exige más al Málaga y a Pellicer
El curso 2024-25 dejó sensaciones encontradas. El Málaga volvió a competir con dignidad. Acarició cotas mayores, pero no fue suficiente para situarse como candidato al playoff. La continuidad de Pellicer fue vista como una apuesta por la estabilidad. Pero también como una advertencia silenciosa. Ahora sí, toca dar el salto.
El míster lo afronta con la serenidad de quien conoce la casa. Y el fuego interno de quien no quiere que su historia en La Rosaleda se apague sin gloria.
Un proyecto que ilusiona… y compromete
Con fichajes como Adrián Niño, la incorporación de jugadores jóvenes con gol y desparpajo, y una dirección deportiva que parece haber afilado mejor el lápiz este verano, el Málaga presenta mimbres de equipo serio. Los primeros pasos en pretemporada invitan al optimismo.
Pero el tiempo corre. Y la sombra del contrato que expira en junio ya pesa. Pellicer no rehúye esa presión. Al contrario, la verbaliza. La asume y se la cuelga a la espalda. Sabe que en el fútbol, como en la vida, los años finales son los que definen los legados.
