Jesús Vallejo camina hoy sin escudo, sin contrato y con una maleta llena de recuerdos. El central zaragozano, a sus 28 años, ha quedado libre tras cerrar su etapa en el Real Madrid. Y según informa Heraldo de Aragón, su deseo es claro: volver a Zaragoza, donde todo comenzó.
Su corazón le empuja hacia La Romareda. Su mirada busca revivir aquellas noches con el alma en blanco y azul. Pero el fútbol, a veces, no entiende de nostalgias. Y esta vez, la historia que el aficionado romántico imaginaría, no tendrá segunda parte.
El Zaragoza tiene otro rumbo
Desde las oficinas del Real Zaragoza, la postura es firme. Aunque el nombre de Vallejo remueve sentimientos, el club no contempla su regreso. La dirección deportiva tiene otras prioridades, otros perfiles en el radar. Y ni la economía, ni el ajustado margen salarial, permiten lujos emocionales.

Vallejo, formado en la cantera zaragocista y capitán prematuro, soñaba con cerrar un círculo. Con regresar al lugar donde creció, donde soñó con ser futbolista. Pero hoy, ese camino está bloqueado por el presente, por la planificación y por una realidad que no entiende de sueños.
Otras opciones para seguir su carrera
Mientras tanto, el defensor maño escucha propuestas. Según se ha podido saber, clubes españoles y extranjeros ya han tanteado su fichaje. Su experiencia en España, Alemania, Inglaterra y Grecia le dan bagaje. Su edad, aún lejos de la retirada, invita a pensar que su mejor fútbol aún puede regresar.
Pero el gesto, la intención, queda ahí. Vallejo ha hecho llegar su disposición al club, y eso también dice mucho. Porque no todos quieren volver a casa cuando ya han probado el fútbol de élite. Él sí.
Una despedida sin retorno a Zaragoza, por ahora
El aficionado zaragocista se divide entre la lógica y el sentimiento. Algunos comprenden la postura del club. Otros soñaban con ver de nuevo a Vallejo en la zaga, como aquel chico que lideró con apenas 18 años. El tiempo dirá si esta negativa es definitiva… o solo un “ahora no”.
Por el momento, Vallejo seguirá buscando destino. Y Zaragoza, pese a estar en su piel, no será su próximo paso. Aunque en su corazón, seguramente, nunca se haya ido.