Hay jugadores que crecen en silencio. Sin estridencias, madurando como el buen vino. Y hay momentos en los que ese crecimiento se convierte en estallido. En Málaga, todos los focos apuntan hacia uno. David Larrubia, el chico de la casa que está llamado a liderar al conjunto blanquiazul. Todo, en una temporada clave para el futuro del club.
A sus 23 años, Larrubia ya no es solo una promesa. Es un futbolista que ha aprendido a gestionar la presión. Que ha sufrido la exigencia de una afición exigente. Y que ha dado un paso al frente cuando el equipo más lo necesitaba. Su final de la 2024/25 fue sobresaliente, dejando destellos de jugador diferente. De esos que inventan donde otros repiten.
Los números que respaldan la ilusión en Málaga
En los últimos diez encuentros de la pasada campaña, Larrubia dio un paso al frente. Más allá de las cifras, lo que transmitió fue carácter, desequilibrio, atrevimiento. Es ese tipo de jugador que rompe el molde, que se atreve a encarar. A filtrar el pase definitivo, a pedir el balón en los momentos calientes.
Pero los números también comenzaron a mostrar una mejora. En 36 encuentros disputados, anotó cuatro goles y repartió tres asistencias. Poco para lo que se espera de él en este nuevo curso.
Una temporada para confirmar lo que muchos ya ven
Con el Málaga peleando por recuperar su sitio en la élite y con la plantilla todavía en construcción, el papel de David Larrubia se antoja capital. Ya no es un joven más del filial. Es un futbolista con galones, con bagaje en la categoría y con la capacidad de marcar diferencias en LaLiga Hypermotion.
Será clave que mantenga la regularidad. Esa que tantas veces define si un buen futbolista se convierte en un gran profesional. Si lo logra, esta puede ser la temporada en la que Larrubia no solo se consolide, sino que se convierta en uno de los nombres propios de toda la categoría.
Y en La Rosaleda, ya lo saben. Cuando David sonríe con el balón en los pies, el futuro parece menos incierto.
