El FC Andorra y un apagón de consecuencias lógicas

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A veces una victoria no tapa la herida. El FC Andorra ganó en Valladolid, sí, pero el triunfo no alcanza para borrar la sensación de deriva. El equipo tricolor no termina de levantar cabeza y los números, esos que no entienden de excusas, dibujan con claridad el mapa de su caída. En LaLiga Hypermotion, donde la regularidad es ley, el Andorra ha entrado en una pendiente peligrosa.

Según ha informado la cuenta especializada StatsSegunda, el conjunto andorrano es el segundo equipo que más ha empeorado su puntuación comparando las primeras nueve jornadas con las últimas nueve. Un dato demoledor: ha pasado de sumar 14 puntos en el primer tramo a quedarse en solo 7 en el segundo. Exactamente la mitad.

La estadística que explica un despido

En una categoría tan exigente, perder siete puntos de rendimiento no es un simple bache. Es una tendencia. Y solo hay un equipo que empeora más que el Andorra en ese periodo: el Cádiz CF. El contexto convierte al dato en una alarma sonora, imposible de ignorar.

Así se entiende la destitución de Ibai Gómez hace apenas unos días. El técnico no ha sobrevivido a una dinámica que se fue torciendo semana a semana, partido a partido, hasta hacer inviable la continuidad. No por un resultado concreto, sino por una pérdida progresiva de competitividad.

Del proyecto reconocible a la duda constante

El FC Andorra llegó a la temporada con una identidad clara. Un equipo que quería el balón, que apostaba por la iniciativa y que buscaba crecer desde la propuesta. En las primeras nueve jornadas, ese plan dio frutos. Catorce puntos, sensaciones sólidas y la idea de que el camino estaba bien trazado.

El FC Andorra de Ibai Gómez dejó de funcionar

Pero algo se rompió. El equipo empezó a perder colmillo, seguridad y convicción. La posesión dejó de ser ventaja y pasó a ser un refugio estéril. Los partidos se escapaban por detalles, por fragilidad defensiva o por una alarmante falta de contundencia en las áreas.

Siete puntos que pesan como una losa

Sumar solo siete puntos en nueve jornadas en Segunda División es sinónimo de sufrimiento. Es competir con el freno de mano puesto. Es vivir cada jornada con la urgencia pegada a la espalda. El Andorra no solo perdió puntos: perdió confianza.

La victoria en Valladolid rompe la racha, pero no la dinámica. Es un paréntesis que no puede ocultar el descenso de rendimiento global. El equipo necesita algo más que un resultado para revertir la tendencia.

El Cádiz como único espejo peor

Que solo el Cádiz empeore más en este periodo no es consuelo. Es advertencia. Porque el Andorra ha pasado de ser un equipo incómodo a uno previsible. De tener control a vivir en el alambre. Y en una liga donde cada punto se paga caro, ese paso atrás se magnifica.

La clasificación no entiende de proyectos ni de discursos. Entiende de resultados sostenidos. Y ahí, el Andorra ha fallado.

El futuro inmediato: reconstruir desde la urgencia

El cambio en el banquillo abre un nuevo escenario. Pero no hay tiempo para revoluciones profundas. El Andorra necesita recuperar competitividad de forma inmediata. Volver a sumar, volver a creer, volver a sentirse equipo.

La base sigue ahí. La calidad también. Pero sin confianza, ningún plan sobrevive. El reto del nuevo cuerpo técnico será sencillo de formular y complejo de ejecutar: transformar la posesión en puntos y la intención en solidez.

El fútbol no espera

La Hypermotion no concede treguas. Castiga la debilidad y acelera los procesos. El FC Andorra está ante un punto de inflexión real. O reacciona desde ya, o el relato de la temporada cambiará de tono definitivamente.

Porque siete puntos no son solo un número. Son el síntoma de una caída. Y también, si se sabe leer a tiempo, la oportunidad de empezar a escalar de nuevo.

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