Julián Calero y la felicidad de una afición con su equipo

Julián Calero ya lo ha conseguido. Ya ha convertido a su Levante en lo mismo en lo que ha venido convirtiendo a todos sus equipos. Un bloque muy cohesionado, comprometido y estructurado. Con personalidad, con un estilo muy claro y definido. Conocedor de sus virtudes y de sus defectos. Y, por ello, con armas para potenciar las primeras y minimizar los segundos. Y, claro, eso les lleva, de forma natural, a un lugar privilegiado en la tabla.

Julián Calero, un maestro de los banquillos

La rueda de prensa que ofreció justo a continuación de Rubi, tras la victoria ante el Almería, fue un clínic. Una masterclass. Primero, porque ofreció explicación táctica y futbolística a todas las cuestiones que le planteaban. Y, más tarde, porque terminó por ser muy claro respecto a lo que el equipo da a su afición y lo que le devuelve ésta. En este sentido, decía Julián Calero que «el equipo le está generando ilusión. Y entonces esto es recíproco. Lo que tú das te viene de vuelta. Si le generas desidia, si le das poca agresividad, si no le haces competir bien a tu equipo, el público te va a devolver pitos. Si tú le das, el público te lo devuelve en forma de aplauso. De ovación. Y encima se retroalimenta todo».

Y en eso, en competitividad, difícilmente vaya a tener un problema un equipo de Julián Calero. «Por eso me gusta tanto que mis equipos y en este caso mi Levante, sean muy competitivos. Más allá de que tengamos el fútbol que tenemos, que eso es calidad individual. Pero al fútbol hay que darle sentido, hay que darle orden. Y si estamos jugando bien al fútbol es porque estamos ordenados para defender y para atacar. Ocupando los espacios y los sitios que tienen que estar ocupados, normalmente tienes más posibilidades de jugar bien».

La felicidad, el sentido del fútbol

El caso es que, claro, este Levante transmite grandes sensaciones a su afición. Las mismas que transmite a cualquiera que guste del fútbol, porque juega bien y porque hay poco que reprocharle. «Si hay algo que le puede gustar a uno es repartir felicidad. Yo creo que si tu equipo reparte felicidad y hoy se va la gente contenta a la cama, yo soy un tío feliz. Pero vamos, el más feliz del mundo. Igual que cuando pierdo soy un amargado y un vinagre. Que sé que no hemos repartido la felicidad que la gente quiere».

En definitiva, que Julián Calero está siendo el mismo que ha sido siempre, pese a que la plaza en la que torea sea de mayor enjundia o exigencia. Y, con ello, está conquistando a sus jugadores, a su gente. A todos, como siempre. Con el esfuerzo y el compromiso como sustento innegociable. Sin descuidar la electricidad y el vértigo. Este Levante, sin duda, divierte.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *